Esta historia me ha sorprendido, como a muchos, por su profundidad y sus temáticas... y si además tengo en cuenta la edad de la escritora cuando lo escribió, me surgen muchas preguntas acerca de sus experiencias de vida, el sentido de sus preocupaciones y la raíz de las inquietudes que plantea en la novela. Esta es una reflexión sobre el uso del conocimiento y del progreso, sobre la responsabilidad de nuestros actos, sobre el verdadero origen de nuestros deseos. Es un grito de atención en relación con la más esencial de nuestras necesidades: el amor, el afecto, la compañía, el compartir y sentirse aceptado. Y es un claro interrogante de partida para un debate sobre quién es el verdadero responsable o culpable en todo este relato (y, de paso, en muchas de las situaciones que juzgamos a diario con suma ligereza). Por todo ello el libro es digno de un interés y un reconocimiento que sin duda ya tiene, y es de justicia leerlo para, además, tomar consciencia de los motivos que rigen la toma de decisiones en algunos sectores de la industria cinematográfica. (Qué lastima lo que hicieron con la adaptación de este libro). Pero sobre todo, es de justicia leerlo para tomar consciencia de que lo que se dijo en 1818 sigue vigente en 2022: “ten cuidado, pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso”. + Leer más |