“Si miraba a mi alrededor, no veía ni oía hablar de nadie semejante a mí. ¿Era yo, entonces, un monstruo, un engendro del que todos huían y al que todos rechazaban?” Es la primera vez que leo Frankenstein y la verdad debo admitir que me tardé en leer esta obra clásica tan magistral. Aparentemente todos conocemos la historia de Victor y su obsesión por crear vida. Ha sido retratada en muchas películas y me parece que la última fue en el 2015 con James McAvoy y Daniel Radcliffe como Igor su fiel asistente, y la verdad todas las adaptaciones me las creí sin chistar. Pero, ¡oh error! Igor no existe en la novela original, y la creación de Victor Frankenstein se llama “el monstruo, el demonio”, entre otros nombres despectivos🤯. La historia que Mary Shelley desarrolló tiene un carácter profundo de la vida y las condiciones del humano como ser social por naturaleza, afán de aceptación y la dualidad del bien-mal que todas las personas tenemos, que al ser parte inherente, no nos ponemos a reflexionar respecto a ello. Esta novela clásica es para hacer relectura, ya que estoy segura que cada vez iremos encontrando más elementos interesantes a reflexionar, porque sí, no es una novela de terror (aunque pudo caer en esa categoría en la época en que fue escrita). Me atrevo a escribir, que tiene cierto fin filosófico (si así queremos analizarlo). Muchas veces nos aterran a leer clásicos, pero siempre es bueno adentrarnos a ellos para entender de mejor manera lo contemporáneo (si, todo proviene de algo, y el pasado afecta directamente al presente y por ende al futuro). |