El mortal inmortal

Me encantó. A pesar de que la historia necesite más desarrollo en algunos puntos, es una triste reflexión sobre la inmortalidad, eso que algunos desean con tanta liviandad. Shelley pone otra vez el acento en el hecho de desafiar a las leyes de la Naturaleza, así como lo hizo en Frankenstein.

Winzy es un aprendiz de Cornelius Agrippa a quien un buen día se le ocurre tomar una de las pociones que debía cuidar. El joven está enamorado de una mujer un poco cruel y, debido a un desaire de ella, decide que necesita "curarse" del amor. Cuando no encuentra los resultados esperados se da cuenta de la verdad: el brebaje concedía la inmortalidad.

Breve, conciso y sin florituras innecesarias en el lenguaje, El mortal inmortal se explaya en las penas de alguien maldito por la inmortalidad (o longevidad, ya que Winzy no está seguro del efecto exacto del elixir que bebió). La soledad del ser humano, la vergüenza de no moverse entre círculos sociales y el despecho son algunos de los temas que se tocan. El principal está relacionado con la soledad, por supuesto, aunque me hubiera gustado ver también un poco más de los otros. Debido a la extensión del cuento, quedan planteados pero no desarrollados. Sin embargo, El mortal inmortal es entretenido y da para pensar en aquellas cosas que hacemos todos los días para que no se note el paso del tiempo mientras éste se nos ríe en la cara.