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Calificación promedio: 5 (sobre 873 calificaciones)
/Cuando escribí La mano del arquero, en 2013. Es un pequeño libro de contenido jurídico, novelado, sobre el acoso laboral.
No fue algo premeditado. Escribo solo sobre los asuntos que me interesan. de hecho, me sorprendió cuando en la faja de Puerto Escondido vi que se calificaba a la novela de «negra»; no había sido consciente de escribir dentro del abanico de ese género. En El bosque de los cuatro vientos, sin embargo, sí tuve claro que el peso histórico iba a pautar incluso el ritmo de la novela, más pausado y acorde a la época decimonónica.
De entrada, solo tenía la «Leyenda de los nueve anillos» como punto de partida. Comencé a investigar y la historia fue desarrollándose en mi imaginación.
Supongo que sucede constantemente. La realidad nos asombra casi a diario, y son las leyendas y los cuentos los que nos asientan, los que funcionan como referentes. Es curioso.
Sí, de hecho, la novela fue pensada con esa estructura: debía contarse una misma historia desde una perspectiva sociocultural diferente. La leyenda de los anillos solo es una excusa para adentrarse en los grandes cambios culturales, políticos y religiosos que han modificado un mismo lugar de forma tan radical en solo doscientos años. de monasterio a parador, de leyenda a realidad.
Sí, me documenté durante meses y visité todos los potenciales escenarios de la novela; solo he utilizado un 80 u 85% de toda la información que localicé. Entrevisté muchas personas y me adentré en archivos históricos civiles y religiosos.
Marina no fue concebida como una rebelde, sino como una mujer propia de su tiempo: mansa, obediente y recta. de hecho, no es ninguna revolucionaria ni va en contra de nada ni de nadie, a pesar de que sus intereses disten de los de la mayoría de las chicas de su época. Su lucha es resultado de las circunstancias, de su necesidad de supervivencia, no de un feminismo convencido. Su personaje es un homenaje a todas esas mujeres que comenzaron a cambiar las cosas para las que vinieron después y sí que salieron en los libros de historia.
Supongo que sí; en realidad, en todos mis libros, aunque estén escritos con distinta técnica y abordando asuntos muy dispares, siempre hay una capa común, que es la de la búsqueda del conocimiento. La búsqueda de respuestas a preguntas simples pero universales, que en realidad son complejas. ¿Qué sucede al morir?; ¿Qué hacemos aquí, en la Tierra?; ¿Vale la pena el esfuerzo de vivir?
La ficción puede ser una herramienta para abordar otras líneas de pensamiento, otras perspectivas, pero toda la información que tenemos del pasado es parcial, en los libros se suele ofrecer adulterada. Depende de cada uno investigar o no desde distintas fuentes, incluso opuestas, para adentrarse en la verdad de las cosas.
En 2021 Ediciones Destino publicará la cuarta entrega de mi saga de «Los libros del Puerto Escondido». En la actualidad, me encuentro trabajando sobre otra novela.
No lo sé. Creo que ninguno, pues creo que para desear escribir no basta con admirar a alguien que escribe. Creo que para escribir, sencillamente, hay que tener algo que contar.
Ninguno. Escribo y escribiré mientras sienta que vale la pena el enorme esfuerzo de volcarse en un libro, pero nunca por referencias a terceros.
Me encantó Al este del Edén, de Steinbeck, y en general la literatura que yo llamo de posguerra: La Colmena, Edad Prohibida…
Ninguna. No suelo leer un libro más de una vez.
Crimen y Castigo, de Dostoyevski.
Hemingway, en general. No niego su innovación literaria en su manera de escribir, aportando concreción casi periodística, pero por lo general su trabajo no me apasiona en absoluto.
Si lo supiera ya se lo habría presentado a mi editora, os lo aseguro.
Hum. Supongo que lo que me dijo una vez mi marido: «Tú, céntrate en escribir». Y eso es lo que hay que hacer, centrarse y olvidar todo lo que puede llegar a revolotear a tu alrededor.
Persuasión, de Austen.
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El camino del fuego de María Oruña
Las cosas que más nos impresionan, con frecuencia, son aquellas sobre las que no albergamos expectativas
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El camino del fuego de María Oruña
A veces sentimos que la vida duele demasiado, que no vale la pena seguir dando vueltas para recomponer en el pecho pálpitos viejos y casi olvidados.
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El camino del fuego de María Oruña
Cuando deambulamos algo perdidos, a veces acudimos al refugio de lo inamovible, de lo seguro, y nos adentramos en nuestros recuerdos.
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Los inocentes de María Oruña
Lo único inmutable en este mundo es el cambio, el constante movimiento. Hasta el más tranquilo e idílico de los paisajes palpita en incansable tránsito.
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Los inocentes de María Oruña
Todo el mundo cree que es el bueno del cuento, ¿no es cierto?, pero ya no hay tiempo para los inocentes, porque la maldad de este mundo también tiene culpa los que solo luchan por sí mismos.
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Los inocentes de María Oruña
El paseo del borde del río en el que se encontraba estaba definido y dibujado por rocas claras y calizas con formas caprichosas y envolventes, que parecían imágenes pintadas sobre un cuadro que rozaba lo irreal.
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El camino del fuego de María Oruña
“Quien no quiera quemarse, que no transite por el camino del fuego”
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