Aurora de Erin Hunter
Los cuatro gatos llegaron a la cima de una ladera, y Esquirolina tragó saliva con fuerza, reprimiendo las ganas de vomitar ante la pestilencia de los monstruos, cada vez más intensa. Después de tomar aire profundamente, se obligó a mirar hacia abajo. Toda una franja de tierra del páramo había sido excavada: marrón y gris quebrados, en vez de la lisa extensión verde que estaba allí cuando ellos iniciaron su viaje.
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