|
|
Las gratitudes de Delphine De Vigan
Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo. Y ya no hay nada en la columna de las ganancias. Un día ya no puedes correr, ni caminar, ni inclinarte, ni agacharte, ni levantarte, ni estirarte, ni encorvarte, ni darte la vuelta de un lado, ni del otro, ni hacia delante, ni hacia atrás, ni por la mañana, ni por la noche, ni nada de nada. Solo puedes conformarte, una y otra vez. Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el sueño, perder el oído, perder la chaveta. |
Las lealtades de Delphine De Vigan
Todo aquel que vive o ha vivido en pareja sabe que el Otro es un enigma. Yo también lo sé. Sí, sí, una parte del Otro se nos escapa, sin lugar a dudas, porque el otro es un ser misterioso que alberga sus propios secretos, es un alma tenebrosa y frágil, el Otro oculta para sí su parte de infancia, sus heridas secretas, intenta reprimir sus turbias emociones y sus oscuros sentimientos, el Otro debe, como cada cual, aprender a llegar a ser él y consagrarse a no sé qué optimización de su persona
|
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
Mi madre estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que el rostro, cuando la encontré en su casa esa mañana de enero. Las manos como manchadas de tinta en los nudillos de las falanges. Mi madre llevaba varios días muerta. Ignoro cuántos segundos, quizá minutos, necesité para comprenderlo, a pesar de lo evidente de la situación (mi madre estaba echada en su cama y no respondía a ninguna señal), un tiempo muy largo, torpe y febril, hasta que el grito que salió de mis pulmones, como tras varios minutos de apnea. |
Los reyes de la casa de Delphine De Vigan
...cada vez que veía una ambulancia o un camión de bomberos detenido en la vía pública, se despertaba en ella la certeza de que cualquier día, cualquier minuto, cualquier segundo te puede cambiar la vida.
|
Las gratitudes de Delphine De Vigan
Empiezas diciéndole que no al mal. Y luego ya no tienes elección. También me dijo: No hay que presumir de estas cosas.
|
|
Las gratitudes de Delphine De Vigan
...a veces tengo ganas de preguntarles: ¿todavía os acaricia alguien? ¿Todavía os abraza alguien? ¿Cuánto hace que otra piel no entra en contacto con la vuestra?
|
Las lealtades de Delphine De Vigan
Las lealtades. Son lazos invisibles que nos vinculan a los demás -lo mismo a los muertos que a los vivos-, son promesas que hemos murmurado y cuya repercusión ignoramos |
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
A medida que avanzo, percibo el impacto de la escritura (y de las búsquedas que impone), no puedo ignorar el importante factor de perturbación que representa para mí.
|
Los reyes de la casa de Delphine De Vigan
El mundo sigue siendo el mismo, pero en peor,y más ajeno que nunca a su propia destrucción.
|
Los reyes de la casa de Delphine De Vigan
—¿Cómo hacer amigos cuando no sabes nada de su vida y ellos miran la tuya a través de una pantalla? Estábamos solos. Marginados. Admirados o detestados, idolatrados o insultados. El precio de la fama, decía mi madre... Y eso no era lo peor. Lo peor era que no estábamos a salvo en ningún sitio. En ningún sitio estábamos fuera de su alcance.
|
Los reyes de la casa de Delphine De Vigan
Las fronteras entre el adentro y el afuera habían desaparecido hacía ya mucho tiempo. La puesta en escena de uno mismo, de la propia familia, de la vida cotidiana, la caza del like no era algo que se hubiese inventado Mélanie. Era la manera de vivir del momento, de estar en el mundo.
|
Los reyes de la casa de Delphine De Vigan
Pero a cambio de un clic, de un corazón, de un pulgar levantado exponíamos a nuestros hijos, a nuestra familia, contábamos nuestra vida. Cada cual se había convertido en el administrador de su propia exhibición, y esta se había vuelto un elemento indispensable para la realización personal.
|
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
Durante su última estancia en Sainte-Anne, en medio de sus sueños destrozados y los vestigios del delirio que había terminado cediendo, Lucile comunicó a la doctora G. su agotamiento. No quería volver al silencio, al vacío de un cuerpo amputado de sensaciones, volver a ver en el espejo su rostro sin emoción ni edad. Ya era hora de poner fin al ciclo, a la repetición. Si pudiese elegir, preferiría morir.
|
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
"La anorexia no se resume en la voluntad que tienen ciertas jóvenes de parecerse a las modelos, ciertamente cada día más delgadas, que llenan las páginas de las revistas femeninas. El ayuno es una droga poderosa y barata, a menudo se olvida de mencionarlo. El estado de desnutrición anestesia el dolor, las emociones, los sentimientos, y funciona, en primer momento, como una protección. La anorexia restrictiva es una adicción que hace creer en el control cuando en realidad conduce al cuerpo a su destrucción." (Pág.281).
|
Las gratitudes de Delphine De Vigan
Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo. (...) Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, el oído, perder la chaveta. Perder lo que te han dado, lo que te has ganado, lo que merecías, aquello por lo que luchaste, lo que pensabas que nunca perderías. Readaptarse. Reorganizarse. Apañárselas. No darle importancia. No tener ya nada que perder. |
Las gratitudes de Delphine De Vigan
¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces al día dais las gracias? Gracias por la sal, por la puerta, por la información. Gracias por el cambio, por el pan, por el paquete de tabaco. Unas gracias de cortesía, de conveniencia, automáticas, mecánicas. Casi huecas. A veces tácitas. A veces demasiado enfáticas: Gracias a ti. Gracias por todo. Infinitas gracias. Gracias de verdad. Unas gracias profesionales: Gracias por su respuesta, por su atención, por su colaboración. ¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda. ¿A quién? |
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
Como sucede en muchas familias, las épocas se resumen en el lugar que las contienen.
|
Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
Semanas más tarde , mi hijo me llamaba al orden al pan hay que llamarlo pan
|
¿Con qué frase empieza esta novela?