Entrevista a Antonio Ortuño a propósito de Olinka, novela publicada por Seix Barral
¿Cuál fue tu primer contacto con la escritura?
Comencé a escribir cuentos en la infancia. Imitaba los cuentos que me gustaba leer. Fue algo natural: mi madre y mi hermano escribían. Nunca me pareció una ocupación olímpica.
¿Con qué otros escritores latinoamericanos dialoga tu literatura?
Hay una línea que está en la base de mi estética: la del humor negro y la sátira. Por ahí pienso en Jorge Ibargüengoitia, en Osvaldo Soriano, en Ana García Bergua , en ese Borges socarrón de las reseñas. También hay un aspecto político y social en lo que escribo, pero pasado por el tamiz (tan literario) del escepticismo. Por ahí pienso en Rubem Fonseca, Horacio Castellanos Moya, en algunas cosas de Antonio José Ponte... En alguna época, al principio, estaba muy deslumbrado por Fernando Vallejo. Pero Vallejo es inimitable. Nadie más que él puede sostener esa misantropía genial. Y como lector le debo mucho a Daniel Sada, a Angélica Gorodischer, que es genial. A muchos.
¿Qué rescatas de la literatura latinoamericana contemporánea?
Muchas cosas. Soy lector de Fernanda Melchor, Emiliano Monge, Juan Cárdenas, Mariana Enríquez, Carlos Velázquez, Samanta Schweblin, Yuri Herrera y mucha gente más. Creo que es un momento muy robusto para la literatura de acá.
Olinka es una novela que habla sobre la corrupción, el urbanismo, la violencia y las clases sociales de Guadalajara ¿de dónde surge el germen de esta historia?
Nací en el oeste de Guadalajara, el lado «rico», pero casi toda mi vida estuve lejos de allí, en el sur o en el centro. Volví hará tres años y me chocó esa burbuja de prosperidad y lujo en medio de una ciudad más bien empobrecida. de ahí salió el impulso, de esa incomodidad.
La ficción, en este caso ¿sirve para entender la dura realidad de una sociedad?
No sé si para entender plenamente pero al menos para entrar en tensión con ella. Ciertos acercamientos narrativos a la realidad se dan para entrar en conflicto con la realidad. Más que reflejarla, al narrarla uno la combate, la pone en cuestión.
Guadalajara ha estado presente en toda tu escritura y en esta novela, de manera más profunda o evidente. ¿Cuál es tu relación con la ciudad?, ¿encuentras en ellas elementos ficticios?
Guadalajara no ha sido una ciudad particularmente literaria. Los grandes escritores eran de fuera o se largaron casi toda su vida. No hay, en general, grandes libros escritos sobre ella. Pero es mi ciudad, mi experiencia vital viene de ahí. Aunque sea una experiencia de desacuerdo, de distancia, de crítica. Soy inevitablemente de Guadalajara. Pero si me preguntas si me gusta te diría que no. Es una ciudad demasiado conservadora y clasista. A la vez, es una ciudad enorme, compleja Tiene casi seis millones de almas ahí.
En Olinka se resalta la idea del poder del dinero, de una sociedad en busca de la riqueza lejos, completamente, del arte o del consumo cultural ¿Esa es la realidad mexicana?
Al menos una parte relevante de la sociedad vive de acuerdo a ese código delirante del ascenso social como único resorte de vida. Gente a la que le parece una pérdida de tiempo leer, mirar arte, pensar. Que solo quiere ganar y gastar dinero. Una sociedad estúpida y al mismo tiempo arrogante, porque ve el arte y el pensamiento como tonterías.
Aurelio Blanco, el personaje principal, sale de prisión después de 15 años y se encuentra o desencuentra con otra ciudad ¿Cómo te imaginas Guadalajara, si estuvieras en el lugar de tu personaje, en 15 años?, ¿qué esperarías encontrar?
Ese fue justamente el ejercicio de imaginación que hice con el personaje, como detectas. Y la ciudad es la misma porquería, e imagino, pero a la vez hay una multitud de detallitos que cambian y que a Blanco lo vuelven loco. Los cajeros automáticos, los teléfonos, las tiendas ya no son exactamente iguales y le recuerdan a cada momento esa condición casi de viajero en el tiempo que tiene.
Hablas mucho del poder en esta novela ¿qué hay del poder de la palabra como escritor?
Existe, sin duda, pero solo entre quien lee o en esa minoría que le concede un cierto prestigio a un escritor. La palabra es poderosa para quien tiene cabeza y oído. Pero en México su poder está muy limitado. La mayor parte de la gente no lee, o no lee literatura.
¿Nos puedes contar en qué proyecto literario estás trabajando ahora?
Una novela sobre un grupo de personas que envejecen y ven decaer y morir todo lo que han amado.
Antonio Ortuño y sus lecturas
¿Qué libro te incentivó a escribir?
Todos, de algún modo. Ninguno por sí mismo, en solitario.
¿Qué autor te pudo provocar dejar de escribir? (por su calidad indiscutible)
Cuando leí Kalpa Imperial, de Angélica Gorodischer, pensé «si yo pudiera escribir un solo cuento tan bueno me quedaba con eso».
¿Cuál fue tu primer gran descubrimiento literario?
Jorge Ibargüengoitia. Porque me dio el lenguaje popular de mi país como horizonte literario. Me dejó clarísimo que no solo el español de los libros o las traducciones era literatura, también lo que yo oía y hablaba podía llegar a serlo.
¿Qué libro te da vergüenza no haber leído aún?
No sé si me da vergüenza pero reconozco que no he leído entero el Finnegans Wake. No sabría cómo.
¿Qué clásico de la literatura consideras que ha sido sobrevalorado?
Me parece que la sola idea de «sobrevalorar» está mal, implica una crítica pasivo-agresiva.
¿Tienes una cita literaria de culto?, ¿cuál es?
Una de Heródoto , cuando habla de la Batalla de las Termópilas. Los persas amenazas a los espartanos diciendo: «Lanzaremos tantas flechas que taparán el sol». Y el espartano Dienekes responde: «Pues lucharemos a la sombra».
¿Qué estás leyendo actualmente?
Unos ensayos sobre arte actual de la alemana Hito Steyerl .
Descubre
Olinka de
Antonio Ortuño publicado por
Seix Barral :
