El rastro de Antonio Ortuño
Y luego me beso. Su boca sabía, como siempre, a felicidad pura, a fruta y a sol (eso anoté en mi libreta y tengo, incluso ahora, la absoluta certeza de lo que quería decir). |
El rastro de Antonio Ortuño
Y luego me beso. Su boca sabía, como siempre, a felicidad pura, a fruta y a sol (eso anoté en mi libreta y tengo, incluso ahora, la absoluta certeza de lo que quería decir). |