El rastro de Antonio Ortuño
Cuando hablamos de instinto tendemos a hacerlo para atribuirle las peores características. Por instinto molestamos a los otros, por instinto acosamos, por él reaccionamos como cerdos cuando se espera que nos comportemos como ángeles. Pero, a cambio, por él somos capaces de sobrevivir. De tomar una silla, como un domador de fieras, e interponerla ante unas fauces abiertas. Por el instinto somos capaces de recobrarnos y sostenerle la mirada al predador.
|