Momentos estelares de la humanidad

Este fue el primer libro que leí de Zweig y me impresionó sobre todo por:

Su dominio del lenguaje, escribe muy bien, con un estilo ameno. Sus libros nunca se me han hecho pesados ó monótonos, sabe captar el interés del lector.

El gabinete de curiosidades que nos relata, muchas veces no incide en los hechos más notorios de nuestra historia. Pero sin duda recupera tiempos y lugares que merecen la pena ser recordados.

Además me dejó un buen sabor porque también hace notoria importancia de los protagonistas secundarios, en ocasiones porque son ellos los que motivaron el avance, ó fueron ese acicate que tuvieron en su día los que hoy son grandes mitos, y que han escritos las páginas más ilustres de la historia.

En este maravilloso compendio nos encontramos 14 relatos sobre distintos momentos de la historia que fueron un punto de inflexión, dejándonos claro que pueden pasar millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar.
Están estructurados por orden cronológico, y en ellos Zweig nos deja absortos con su prosa. Leer a este autor es como si estuvieras sentada con él, tomándote un te o café, y escuchándole mientras te preguntas donde has estado metida para no haber descubierto a este hombre antes.
Sus protagonistas, que evidentemente son reales e históricos, tienen en común su coraje, voluntad, perseverancia y valentía.
No podría elegir mi relato favorito, son obras maestras, y momentos imborrables de la historia. Pero los que más me impactaron: la conquista de Bizancio, Huida hacía la inmortalidad y La conquista por el Polo Sur.
También tengo apuntadas muchas frases épicas, ya que como os comenté su prosa es excepcional. Y el libro da para miles de perlas históricas, pero no quería saturar, ya que le iba a quitar la gracia.
Personajes como Cicerón, Mehmet, Núñez de Balboa, Handel, Goethe...han dejado huella en la historia, y en mi, gracias a Zweig.
El destino siempre escurridizo, es aprovechado por hombres voluntariosos e ingeniosos, y otras veces es desaprovechado no volviéndose a dar una segunda oportunidad.
Otra cosa más que me gusta de este autor es que en sus páginas, no veremos ni vencedores, ni vencidos, veremos solo acontecimientos históricos narrados con su peculiar estilo.
En conclusión: obra más que recomendable para aquellos a los que se le atasque la historia. Acabarán amándola y descubriendo a un autor estrella. Nunca es tarde para descubrir autores y obras. La vida es breve, y me alegro de que Zweig haya pasado por ella, tarde, pero quizás en el momento adecuado de mi historia, convirtiéndose para mí en un momento estelar.

Hablar del estilo narrativo de Zweig es hablar de una enorme calidad y capacidad para de expresión, sin duda es un verdadero placer y deleite leerlo siempre.

A pesar de que Zweig ha escrito cosas diferentes a la novela, esta es mi primera vez que le leo algo diferente a ese género, he leído, sin embargo, varios libros de este estilo y género, donde se cuenta y se destaca varias anécdotas y situaciones importantes en la historia que vale la pena resaltar mas allá de la situación general de esa parte de la Historia.

Zweig nos lleva a conocer desde Roma, las guerras y conquistas Otomanas, a la conquista de America, a conocer un poco de la vida de Händel, la historia de la hermosa Marsellesa y no puede faltar la historia de Napoleón en Waterloo y otras cuantas historias importantes y relevantes de la historia universal.

¿Cómo no recomendar este libro? no es solo que sea una enamorada de la historia, soy una enamorada de la pluma de Zweig.

Pasear por la historia nunca fue tan fascinante como en este viaje que nos hace Zweig por esos sucesos increíbles que han cambiado la historia de la humanidad. Nos narra con su magistral pluma 14 extractos de la historia que fueron Momentos Esterlares de la Humanidad.

Creo que deberíamos estudiar historia con los libros de Zweig, realmente son de lo más interesante y ameno que he leído en este género.

En este libro, que es bastante breve, el autor nos lleva por 14 momentos que el considera claves en la Historia de la Humanidad. Aunque contiene muchos datos históricos, es más bien una versión novelizada de los hechos y eso ayuda a retener mucho lo que te cuenta.

Stefan Zweig nació en una Austria imperial cuyos días sonaban a su fin. Vivió su madurez intelectual en una Austria sometida a los vaivenes de la política centroeuropea de entreguerras, su crisis económica y sus heridas sin cicatrizar y de mal pronóstico. Finalmente murió en el Nuevo Mundo, en Brasil, sin poder librarse de los fantasmas de su pasado y convencido de que la victoria de la barbarie nazi era inevitable y destruiría toda la herencia cultural de la que había bebido y de la que, con el paso del tiempo pasaría a formar parte y aún representar.

En ese breve lapso de tiempo que representa su vida, sesenta y dos años, entre 1880 y 1942, vivió infinidad de cambios que marcarían su visión de la Historia. Una Historia aún caracterizada por fechas e individuos más que por acontecimientos globales. Una Historia de pequeños episodios que parecían marcar por sí mismos el rumbo de los siglos venideros. Y de esta visión nacen los Momentos estelares de la humanidad.

Estas miniaturas históricas –como las denomina el subtítulo de esta obra- reflejan catorce momentos diversos en los que el genio de una época se condensa (según palabras de Stefan Zweig en el prólogo) en un concreto momento y se encarnan en una persona concreta. Pero pese a los esfuerzos de documentación y reconstrucción histórica verídica, la selección dice más del propio Zweig y su visión del mundo, que de los acontecimientos que describe.

Como buen escritor, Zweig tiene un agudo olfato para los grandes dramas históricos. La muerte de Cicerón, perdidas las esperanzas de un resurgir de la República, la caída de Bizancio por la puerta de atrás en unos trágicos segundos o los dramáticos instantes en los que la batalla de Waterloo pudo haber tenido un diferente desenlace son ejemplos de cómo Zweig, testigo de la decadencia de su tiempo, torna su mirada a épocas con las que encuentra alguna similitud para admirar la grandeza de los que fueron arrollados por los cambios.

Pero las grandes batallas o la caída de un Imperio no son el único objeto de atención de Zweig ya que, como brillante artista, otras miniaturas se centran en momentos históricos tan singulares como la noche en que fue compuesta la Marsellesa o aquella otra en la que Haendel comenzó la composición de El Mesías, resucitando a la vida y a la Música.

Como no podía ser menos, la Literatura tiene su especial presencia en esta obra. La génesis de la Elegía de Marienbad de Goethe, la noche en la que tuvo lugar la falsa ejecución de Dostoievski o los últimos días de Tolstoi son encendidos homenajes a autores amados por Zweig. Yel esmero alcanza también a la forma de estos capítulos. Así, en el episodio sobre Dostoievski no recurre a su elaborada prosa sino que escribe un hermoso poema que conecta el drama del autor ruso con su vocación por los débiles y desamparados. Para el capítulo dedicado a Tolstoi se sirve de una obra teatral autobiográfica e inacabada del propio autor ruso para escribir las últimas escenas con las que culmina el drama de la muerte del “hermano pequeño de Dios”.

Los siglos XIX y XX son los siglos de la Ciencia y, por ello, tampoco ésta escapa de la atención de Zweig quien se fija en la impresionante hazaña de Cyrus W. Field culminando -tras varios fracasos- el tendido del cable telegráfico que conectó los Estados Unidos con Europa en 1858. En esta miniatura Zweig pone de manifiesto que, pese a su concepto de la Historia, deudor de otra época, su sensibilidad a los cambios que suponen un giro radical en la marcha de los tiempos es totalmente moderna: su descripción de las consecuencias que la revolución en las comunicaciones (representadas por el telégrafo) supone a todos los niveles podría aplicarse, palabra por palabra, a las infinitas posibilidades que Internet ha traído a nuestro siglo XXI.

Pocas pasiones hay más fuertes que el dinero. La desesperada búsqueda de la riqueza es una enfermedad propia de todos los tiempos y para la que aún no se ha desarrollado vacuna adecuada. El descubrimiento del Pacífico por parte de Núñez de Balboa tuvo su origen en la búsqueda del mítico Dorado y la fiebre del oro arrasó el reino de Nueva Helvecia y arruinó a J.A.Suter por dos veces, aunque favoreció la colonización de California y su conversión en mítica promesa de abundancia y felicidad aún viva en nuestros días.



Y ni siquiera la proximidad en el tiempo de ciertos hechos o su aversión ideológica nieblan su visión sobre la trascendencia de los mismos. El regreso de Lenin a Rusia desde su exilio suizo a través de territorio alemán o los fallidos intentos de Wilson por impulsar al fin de la Gran Guerra un acuerdo entre las naciones que pusiera fin a los conflictos militares son buena prueba de ello. El primer episodio ha marcado toda la historia del siglo XX y el segundo debería esperar al siguiente conflicto para ver germinar sus primeros frutos que aún hoy siguen pendientes de consolidación a través de la Justicia Internacional, las Naciones Unidas o la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Como el signo trágico de los tiempos que le tocó vivir, la selección de Zweig arroja un saldo favorable a los perdedores, a las derrotas (que para otros fueron victorias) y a los fracasos. Cicerón, Napoleón, Scott o Wilson son ejemplos que Zweig nos muestra para dar testimonio de que la grandeza no siempre se esconde bajo la gloria de los vencedores. La inmortalidad se reserva, según Zweig, para aquellos que saben guardar la coherencia entre sus pensamientos y sus actos, para aquellos que conservan la inquebrantable voluntad de luchar pese a saber que todo ha sido perdido.

En clarividente contraste, los momentos estelares más luminosos y gratificantes, aquellos que engrandecen a quienes los protagonizan, los que representan un triunfo del hombre sobre la muerte, aquellos en los que la belleza se impone a la mediocridad, en los que la obra humana puede redimir a los hombres son los referidos al Arte. Sólo en ellos (y en la Ciencia) parece reconciliarse Zweig con sus semejantes, sólo en ellos parece encontrar sosiego su debilitado espíritu.

Y es que, no perdamos la perspectiva, este libro vale más por cómo lo cuenta que por lo que cuenta. La engolada y en ocasiones afectada prosa de Zweig alcanza en estas miniaturas un virtuosismo desbordante, casi excesivo, del que logró preservar a sus mejores novelas. Ningún personaje es suficientemente noble y audaz, ningún actor de la historia logra evitar mirarse a sí mismo y ser consciente de la trascendencia de sus actos. Ningún hecho queda sin ser admirado por la Humanidad al completo conteniendo la respiración al unísono, … Un Zweig que resultará portentoso para quienes ya conozcan al autor pero que puede resultar abrumador para quienes sean cogidos desprevenidos.

La traducción de Berta Vías Mahou ha sabido preservar ese estilo tan propio de Zweig logrando en ocasiones provocar extrañeza en el lector actual por el uso de expresiones ya pasadas de moda y que hacen aún más verídica la lectura ya que creemos por momentos estar leyendo la versión alemana original y experimentar el mismo hormigueo que, con toda seguridad, siente un lector contemporáneo de habla alemana.

El suicidio frustró la vida de Zweig. Nos gustaría elucubrar sobre qué acontecimientos podría haber seleccionado de haber aguardado por un tiempo los embates de la guerra que se acercaba a su cambio de tornas con paso firme o de haber liberado parte de la enorme presión que él mismo se impuso.

No pocos hechos podrían haber sido dibujados con la maestría del autor austríaco ya que la trágica historia de los años siguientes a su muerte ofrece material suficiente para un volumen similar. Un grupo de jerarcas nazis, todos ellos con estudios superiores y amantes del arte y la cultura, deciden el exterminio sistemático de una raza, la misma a la que pertenecía el propio Zweig quien tanto se esforzó por vincularse a un mundo más amplio que el reducido horizonte judío. Pero también podría haber puesto voz a los muertos en Hiroshima, consecuencia de una única bomba que marcaría el signo de la segunda mitad del siglo XX. Otro momento singular que habría atraído enormemente su atención habrían sido los atentados del 11-S: unas pocas horas bastaron para dar un nuevo giro al curso de la Historia.

En estos años no todo ha sido destrucción y odio. Zweig también habría podido cantar las humanas hazañas de unos hombres dando un paseo lunar y siendo contemplados en directo por medio mundo. Otros hombres cruzando en libertad la Puerta de Brandemburgo habrían sido el perfecto cierre de un círculo iniciado a principios de siglo y la prueba de que la Revolución ya no necesita ser cruenta para triunfar.

Pero este libro quedó por escribir y todos sabemos que la Historia que hoy se vierte en la Literatura es más la que responde a mitos, cruzados y rosacruces que aquella otra que sirve para extraer sus verdaderas lecciones. Zweig nos enseñó a confirmar en la Historia nuestras propias convicciones, a buscar consuelo y refugio en ella, a volver nuestra mirada melancólica a otros tiempos, no siempre mejores. Y con esto ya hizo suficiente.

Gran descripció dels diferents moments particulars de la història, amb dades molt interessants. Pels amants del coneixement i de les anècdotes que ens han portat on som a dia d'avui és una lectura excel·lent.
Com sempre la descriptiva de l'Zweig, freda però molt detallada és excel·lent.

Para empezar, este autor es imprescindible, en serio. Todo lo que escribe me deslumbra, es aprender y aprender.
 
En este libro, Zweig elige 14 momentos que cambiaron el curso de la historia, ¡ojo al trabajo previo de selección!, 14 años tardó el autor en recopilar la información y “entender” a los personajes históricos de los que nos habla.

Cada momento está narrado como un mini-relato, por ello no estamos ante un libro de historia al uso. Es decir, se trata de algo así como un libro de historia en forma de cuentos, donde más allá de los hechos, el autor nos pone en la cabeza de los protagonistas y nos acerca a ellos de una forma que nunca se ha hecho. Por ello, creo que puede ser disfrutado no solo por amantes de la historia, sino por cualquier persona. al final todos disfrutamos conociendo las pequeñas anécdotas y curiosidades de toda la clase de momentos, ¿no os parece? Y lo mejor, ¡no estamos ante ficción!
 
Algo que me ha parecido sublime es como a pesar de efectivamente son momentos que cambiaron la historia, la clave está en ese “estelares” que tiene el título porque no son los típicos momentos que todos nos vienen a la cabeza o de los que hemos oído hablar, sino que son otros, menos conocidos (o al menos las historias detrás de ellos): la caída de Constantinopla, el indulto de su ejecución a Dostoievski, la invención de la Marsellesa, el descubrimiento de El Dorado, la llegada del capitán Scott al polo Sur (uno de mis relatos favoritos),… Además, de acercarnos a personalidades como Cicerón, Haendel, Goethe y muchos más.
 
Se trata de una joya de libro que nos acerca a conocer en primera persona la historia, conociéndola desde una perspectiva diferente y fresca. Un pequeño libro con grandes historias. Aunque os lo recomiendo muchísimo quizá sea una buena idea no leerlo todo de seguido, ir disfrutando los relatos poco a poco, entre otras lecturas. ¡Dadas las fechas en las que estamos creo que puede ser una idea buenísima para un regalo!

Este libero es una maravilla, no deja indiferente. Cada relato compone una visión del momento que narra y nos hace sentirnos participes del mismo. No hay que dejarlo escapar.