La edad de la inocencia

Las mujeres deben ser libres, tan libres como lo somos nosotros.

Pronto su tarea consistiría en quitarle a esa joven la venda de los ojos e instarla a mirar de frente al mundo. ¿Pero cuántas generaciones de mujeres que habían tenido su misma educación bajaban a la cripta familiar con los ojos vendados? Se estremeció al recordar algunas de las nuevas ideas expuestas en sus libros científicos y el ejemplo, tantas veces citado, de los peces de unas cuevas de Kentucky que habían dejado de tener ojos porque no les servían de nada.

La gente de su mundo vivía en una atmósfera de vagas complicidades y tenues susceptibilidades, y el hecho de que ellos se entendieran sin palabras le pareció al joven que los acercaba mejor que la más clara de las explicaciones.

Con el tiempo el producto de la locura es a menudo considerado sabiduría.

Siempre hacía lo indebido con buenas intenciones.

Pero tú sabías; tú comprendías; tú habías sentido el mundo exterior arrastrarte con sus manos doradas, y sin embargo tú odiabas las cosas que exige a su vez; odiabas esa felicidad comprada con deslealtad y crueldad e indiferencia.