Ethan Frome

Novela escrita en 1910 en la que cuenta la vida de Ethan Frome. A mi, personalmente, no me ha gustado mucho.
Me he perdido en varios puntos de la historia y en otros no me aportaban nada y se me hacían largos.
No es un libro que volvería a leer, la verdad.

Triste, Triste, Triste.

No es la ausencia de vitalidad, que al relato le sobra, es la ausencia de vida, como humanamente le imaginamos, es la no carencia de ese destello vital o alegría, es lo soterrado que se encuentra el mismo, que no late, no hierve en las venas de indignación, sino que simplemente se arrastra, se desliza muy lentamente hacia la inexorable perdición.

Es la carencia de hechos relevantes, donde los trágicos se consideran relevantes, pero de una relevancia menor…

Son esos personajes que a pesar de estar perfectamente moldeados nunca llegan a definirse que carecen de casi absolutamente todo y se difuminan en el ambiente , ambiente que por otro lado se describe como una maravilla natural, lo realmente maravilloso es que a ese lentísimo fluir pueda denominarse vida.

Ethan Frome pasa de tragedia en tragedia convirtiéndose en un simple siervo a la orden de las enfermedades y cuidados de quienes están más cercanos a el…que tampoco son muchos. Una vida que solo discurre entre la cuna y la tumba… casi sin tumbos.

Edith Wharton, parafraseando a Rafa Perez se aleja de la clase media aristocrática, que suele poblar sus obras, para acariciar los más desposeídos que adolecen incluso de ese impulso vital.

Este libro es para enamorados de las palabras.
Las descripciones son sublimes, elegantes. Toda la novela tiene ese aire de narración de otro tiempo.
La vedad, para tener más de cien años, ha envejecido fenomenal. Hay historias que son eternas.
La autora comienza mostrándonos el presente del protagonista, Ethan Frome, un hombre taciturno, prematuramente viejo. Y luego nos lleva a su pasado, para contarnos por qué es así.
Toda la historia se construye prácticamente entorno a tres personajes, pero no hace falta más, tienen tanta presencia que llenan las páginas como si fuesen multitud.
La enfermiza Zeena, un personaje que oculta más de lo que aparenta.
El joven Ethan, un hombre atrapado entre la pasión que lo impulsa a actuar y el sentido de la responsabilidad que lo frena.
Y la bella Mattie, contrapunto de luz a la oscuridad de Zeena.
Y luego está el paisaje, casi un personaje más. Un paisaje duro, que oculta un pueblo aislado por la nieve, puertas cerradas, miradas hurañas.
Todo el tiempo flota en el ambiente un aire de fatalismo que crea desasosiego y que nos lleva, deslizándonos sin remedio, hacia un final perfecto.

En resumen, una novela para disfrutar con calma. Breve pero potente.