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Críticas sobre La playa de los ahogados (33)
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Carla_Ceron
 25 May 2022
La playa de los ahogados es la segunda novela de la trilogía que tiene como protagonista a Leo Caldas. En esta ocasión, un cadáver aparece ahogado en una playa gallega, y nuestro querido inspector comienza a investigar. Domingo Villar te va soltando miguitas de información, y vas avanzando en la historia como él quiere. Sin prisa, pero sin pausa. Te engaña, te despista, te saca la sonrisa cuando cierto aragonés no sabe desentrañar los misterios del cielo y de la lluvia... lo cierto es que vas descubriendo las cosas a medida que lo hace Leo, lo que le da a la novela un plus de credibilidad que la hace realmente apetecible.

Dios, no sabéis como echo de menos los percebes... Otra de las cosas que tengo que decir de este libro es que me ha dado mucha hambre...

Un poco más largo que el primer caso, ha conseguido meterme más en la historia. Y como repite la fórmula de capítulos cortos, el ritmo es muy ágil, y facilita que nuestra mente, con ganas de más, nos diga aquello de... Vaaa, que son cortitos... Un capítulo más y lo dejamos. Ya os advierto, es imposible.

Tengo que decir que ha sido una verdadera lástima perder a este escritor, justo ahora que lo acababa de descubrir. Solo me queda su último libro de Leo Caldas, El último barco, y lo disfrutaré al máximo, de eso estoy segura.
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Beatriz_Villarino
 30 July 2022
¡Qué poco tiempo ha tenido Domingo Villar para escribir! y qué pena para nosotros, lectores que lo hemos descubierto tarde. He terminado La playa de los ahogados. No conocía el título ni al autor; menos mal que mi hermana me lo recomendó y, además me dejó el libro. Lo he leído del tirón. En algunos momentos, Villar me ha recordado a Vázquez Montalbán, el grande desaparecido de la novela negra española; no es que tengan un estilo igual, ni sus protagonistas las mismas inquietudes, pero cada uno a su manera, supo transmitir, con un estilo ameno y penetrante, el amor hacia su tierra y el gusto por la buena cocina, algo que, en Domingo Villar aporta cierto halo costumbrista y, por supuesto, contribuye a valorar los elementos de la cultura popular. He de reconocer que, mientras leía la novela he sentido ganas de probar las castañas de Lola o la lechuga gallega. Alimentos sencillos pero sugerentes por la descripción que les acompaña. La cocina como marca de identidad rubrica la diferencia de valores, donde lo sencillo prevalece y lo tradicional se vuelve imprescindible «—¿Te estás cuidando? —No —aseguró. Es que aquí tienen una lechuga cojonuda. —¿Aquí? —En Galicia —Ah, ya».

Nécoras, camarones, pulpo, percebes, tortilla de patatas, ensalada, patas con garbanzos, fideos con almejas son una muestra de los platos que, naturalmente, comen los protagonistas, con la única pretensión de que sean alimentos frescos. Y sigo pensando que Galicia es una de mis asignaturas pendientes, de hecho las descripciones de la novela me han llevado hasta la costa gallega y me han avivado el deseo de conocerla, «…quedaba oculto por los árboles, pero podían ver el monte Lourido […] Baiona, con su fortaleza medieval, cerraba la bahía, y detrás se vislumbraba el cabo Silleiro, el último quiebro de la costa gallega antes de que el mapa trazase una línea casi recta de cuatrocientos kilómetros hacia el sur».

Tanto la trama como la estructura de la novela revelan, nuevamente, el entorno gallego y el carácter misterioso de su gente. Los capítulos, numerosos y bastante cortos, van enredando a personajes, lugares, actividades y caracteres. Todos comienzan por una palabra cuyos diferentes significados, según el DRAE, aparecen señalados. Uno de ellos tiene que ver con lo expuesto en el capítulo y el lector, cuando lo acaba, se da cuenta de qué acepción es. Todo es discutible, los hechos, las personas… No hay evidencias, hasta que no terminamos la novela, pero mientras la leemos nos acostumbramos a ver el mundo según los gallegos.

En la playa de Panxón aparece muerto un marinero con las manos atadas y dos marcas en la cabeza, que indican que fue golpeado por atrás y luego, caído o echado al mar. Todo queda construido alrededor de la investigación que llevan a cabo los policías Leo Caldas y Rafael Estévez, de la comisaría de Vigo, quienes parten además, de la posibilidad de un suicidio, ya que las manos atadas suele ser algo habitual en estos casos para imposibilitar un último arrepentimiento y salir nadando a la superficie.

Pero estamos en Galicia y los fantasmas aparecen, de manera que, por el pueblo, se va viendo al capitán Sousa, patrón del Xurelo, barco donde, en el pasado, faenaba el ahogado, Justo Castelo, el Rubio. El problema es que Sousa fue el único desaparecido en un naufragio, diez años atrás, en el que además del Rubio iban José Arias, quien a partir del accidente salió un tiempo de Galicia, y Marcos Valverde, que abandonó la pesca desde entonces para dedicarse a los negocios. Ninguno de los tres marineros se hablaba tras el naufragio. Ahora, no solo el Rubio ha muerto, los otros dos también están siendo amenazados «—Hay quien asegura que ha vuelto a ver a Sousa en el pueblo. Dicen que es él quien estaba amenazando a Justo Castelo. Estévez dio un paso atrás, resguardándose del salivazo que se producía una vez que alguien mentaba al capitán».

Estamos en Galicia y hasta que no se despeje la bruma nada resultará claro, el hijo del capitán vive en Barcelona y reconoció el cadáver de su padre meses después de desaparecer, desfigurado por la acción del mar y los peces. Las bridas que sujetaban las manos del Rubio no eran españolas. Incluso hay desavenencias entre los inspectores a la hora de decantarse por el arma y la causa del crimen.

Hay sospechosos, aunque el principal es el fantasma que vaga por el pueblo asustando a los vecinos y, sobre todo, a los dos marineros vivos del Xurelo. Si a esto añadimos que el zamorano Estévez no termina de hacerse a la vaguedad expresiva de los gallegos, nos encontramos con situaciones humorísticas que reflejan tanto la forma de ser de estos como la forma de vida en los pueblos o el temple de Leo Caldas.

—Tranquilo, Rafa —trató de serenarlo el inspector —Ni que te hubiera echado un mal de ojo
—¡Qué mal de ojo ni qué cojones! […] Me ha escupido en el zapato.

La playa de los ahogados fomenta la cultura popular aunque la novela de Villar es literatura culta. Los términos técnicos, relacionados con la pesca, conviven con expresiones populares y la investigación científica no descarta apoyarse en creencias ancestrales. El autor conforma un homenaje a la tierra y sus gentes, «noray, chalupa, defensa, nasa, traje de aguas, escollera, leira, arriate, liquidámbar…» así como un respeto hacia la labor policial y la esperanza en una sociedad mejor.

Leo Caldas reflexiona, con su padre, sobre el paso del tiempo y la importancia del hombre durante toda la vida, no solo en época laboral activa. La nostalgia del pasado convive sin problemas con el presente. La importancia de la memoria es evidente y, aunque débilmente, aparece cierta crítica a las gestiones de los ayuntamientos en los pueblos y a la especulación inmobiliaria. Sin embargo no es una novela negra del desencanto a pesar de que Caldas encarne una visión desencantada del mundo, con cierto sentimiento de culpa ante un caos laboral que le impide mantener las relaciones personales de antaño; arrastra algo de frustración al ser consciente de que la cotidianeidad coarta la exteriorización de sensaciones. Y es, precisamente esto, lo que hace de la trama una historia profundamente humana y del inspector, una persona tremendamente cercana

—Yo ya no sé qué creer —dijo Caldas y, tras sacarse el cigarrillo apagado de la boca comenzó a tamborilear con los dedos en el encendedor de metal.
Estévez le miró de soslayo.
—Inspector —le advirtió—, si va a escupir, haga el favor de abrir un poco más la ventanilla.

El autor se separa de la creencia generalizada de que en la novela negra debe haber un poso de malestar social y crea a Caldas, un hombre con dificultades para perfeccionar sus pasiones individuales. El lector tiene poca información sobre la vida personal del protagonista, esto genera cierta tensión, también las coincidencias que se van dando en el presente con el pasado. Y, por supuesto, nada mejor que los rodeos gallegos para mantener el secreto y la intriga

—¿Y cómo fue la noche? —se interesó Caldas
—Fue —contestó el viejo, arrancando un carraspeo al agente Estévez
Caldas sonrió
—Dicen que hay poca pesca
—Mucha no hay —confirmó—

El ritmo de la novela es lento, esto da tiempo a ir construyendo los hechos hasta que creemos que tenemos la historia, sin sorpresas. Pero los rodeos, las disquisiciones, las posibilidades van de un lado a otro de la cabeza de Caldas hasta solucionar, no uno sino dos casos y dejarnos admirados, con pena de no seguir las andanzas de este inspector que, no cabe duda, fue creado para formar una larga saga y se ha quedado en brillante emblema de la novela negra española.

Enlace: https://elblogaurisecular.bl..
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MPrim
 03 October 2021
Que esta novela es mejor que la anterior, Ojos de agua, salta a la vista para cualquier lector que haya leído las dos. La playa de los ahogados (2009) continúa la serie iniciada por aquella, y desarrolla un argumento más elaborado y una trama, aunque lineal, tal y como se van produciendo los acontecimientos, de mayor complejidad, con un desenlace inesperado como corresponde a toda novela de género policial. La lectura es ágil, sin complicaciones, y nos traslada a un escenario gallego: Vigo y Panxón, principalmente. Los personajes están bien perfilados, a mi modesto entender.

Por si fuera poco, en 2015, se estrenó una adaptación cinematográfica de esta novela, dirigida por Gerardo Herrero y protagonizada, entre otros, por Carmelo Gómez.
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Pianobikes
 28 November 2022
“A mi edad, la única manera de estar tranquilo, de no darle demasiadas vueltas a la cabeza, es mantener la mente ocupada en algo. Lo otro es sentarse a esperar que el tiempo pase y haga su trabajo, resignarse a vivir la vida a través de otros” ~ La playa de los ahogados de Domingo Villar.

En una playa gallega aparece el cadáver de un marinero. Lo que en principio parece ser un suicidio deja de serlo ante las pistas que se van desvelando y el dúo Leo Caldas y Rafael Estévez se ve inmerso en una investigación en la que todos parecen tener motivos para cometer el asesinato y, al mismo tiempo, todos parecen inocentes. Fantástica esta pareja de investigadores con su retranca y su forma de relacionarse tan dispar.

Este libro es un maravilloso viaje por la costa gallega y por su ambiente pesquero. Vamos, ideal para mi. Evidentemente conocer la zona, las calles, la gastronomía e incluso el antiguo Bar El Puerto es un plus. Se me hace la boca agua cada vez que Leo Caldas atraviesa sus puertas. Lo mismo me sucede con el Eligio. El libro es para acompañar con un buen cocido gallego, la verdad, o con unos callos con garbanzos (sí, en Galicia los callos son con garbanzos).

Me ha gustado más que el primero que me había fallado por la forma de resolución del caso. En esta ocasión, aunque más previsible en algunos aspectos, he disfrutado más de la investigación. El libro se lee solo, la verdad, y el único pero que le pongo es que respetar los plazos marcados por el grupo de lectura me ha costado de lo lindo. Sobre todo porque eran demasiados plazos para una historia tan corta.

Seguiré con El último barco que ya supongo que no se me quedará tan corto 😅.
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Samarkanda
 15 August 2019
Nos trasladamos a Panxón, un pueblito marinero de la costa pontevedresa, donde aparece el cadáver de uno de sus habitantes en la playa con claros síntomas de ahogamiento. Tras conocerse la identidad del ahogado a nadie en Panxón le sorprende que el cuerpo pertenezca a Castelo, un solitario y depresivo marinero. Si el cuerpo de Castelo no hubiera aparecido con las manos atadas por una brida verde y un golpe en la cabeza, lo que apunta a que el marinero fue asesinado antes de aparecer muerto en la playa, todo se hubiera quedado en un mero suicidio.

El inspector Caldas y su ayudante Estévez serán los encargados de esclarecer el caso. Para ello interrogan a las personas del entorno de Castelo: su familia, vecinos y compañeros de la mar pero, aunque no les será fácil debido a la desconfianza que muestran los lugareños, la hipótesis que se plantea tras sus respuestas resulta ser demasiado insólita.

Como gatos que tiran de la madeja, Caldas y Estévez irán desgranando los hechos hasta llegar al naufragio del Xurelo, un barco de pesca que se hundió hace doce años y en el que estuvo enrolado Castelo pero ¿qué relación puede tener ese naufragio con la muerte del marinero? Para saber la respuesta hay que adentrarse en La playa de los ahogados y acompañar a Caldas y Estévez en su investigación.

Una vez finalizada su lectura pienso que debería haber leído su anterior y primera obra, Ojos de agua, porque, aunque se pueden leer independientemente, hay partes de la historia en las que me he sentido un poco perdida al no saber cómo se conocen Caldas y Estévez (éste es aragonés y parece que no lleva demasiado tiempo en Galicia puesto que le sorprende el carácter gallego) o qué es lo que ha pasado entre Caldas y Alba, una mujer de la que solo unas pequeñas pinceladas permiten presuponer que ha sido o es (no queda nada claro) su pareja.

Pese a estos pequeños inconvenientes la trama atrapa de principio a fin y las páginas pasan volando sin que nos demos cuenta gracias a una historia interesante, a unos personajes bien construidos, a la abundancia de diálogos, al lenguaje sencillo, directo y sin artificios que emplea Villar y a los cortos capítulos en los que está estructurada la obra. Todo ello contribuye a que el lector se sienta como un espectador frente a una película, y no en vano, ya que el autor fue guionista de varias series de la televisión gallega.

Si algo me ha llamado la atención a lo largo de toda la lectura es que, al comienzo de cada capítulo, hay la definición de una palabra que está presente de forma implícita o explicita en el texto. Otra cosa que me ha sorprendido, y gratamente, es que cuando crees saber quién es el asesino –porque todo apunta a que es esa persona en cuestión-, Villar te sorprende dando un giro a los hechos y desbaratando tu hipótesis, así que hasta el final no descubres (al menos yo no lo he descubierto antes) quién es realmente la persona que asesinó a Castelo.

Sin embargo, lo que más me ha gustado, a parte del a historia en sí, es dar un paseo por las calles y tascas de Vigo junto a Caldas, e imaginar el paisaje bucólico de la Ría a primeras horas del día.
Enlace: https://libropoli.blogspot.c..
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MayteRatitadebiblio
 06 October 2022
Qué tristeza tan grande coger las historias de Domingo Villar sabiendo que hace tan poco nos dejaba huérfanos de sus letras y personajes. Nombre relativamente desconocido de las letras, que sin embargo está a la altura de la mejor novela negra y thriller en el panorama literario actual. Un autor que no me canso de recomendar, ineludible, y es que leer a Domingo Villar y su trilogía sobre el inspector Leo Caldas, además de un thriller adictivo, con una perfección narrativa y de tramas exquisita, es zambullirse de cabeza en Galicia, en sus paisajes y en su cultura. Villar era un gran enamorado de su tierra, sus gentes y su gastronomía, y sus novelas así lo reflejan: la vida de la calle, sus bares, tabernas, los platos típicos que saboreas mientras lees, el olor del mar, la ternura de un pueblo.



Ambientadas en la ciudad de Vigo y sus comarcas aledañas y de la mano de investigaciones policiales atípicas, que se cocinan a fuego lento y donde el valor de los personajes y sus vivencias tienen tanto o más peso que los sucesos a investigar en sí, podemos afrontar estas tres historias de forma independiente, pero sin embargo os recomiendo que os adentréis en ellas por orden de publicación, porque tanto la evolución de los personajes como la del autor es altamente notoria.



Partiendo de Ojos de Agua, una novela corta, simple incluso, pasando por la excelente La playa de los ahogados (con una más que notable adaptación cinematográfica), hasta culminar con este El último barco, este último viaje, este regalo en el que Domingo invirtió más de ocho años de su vida, para traernos una historia redonda, maravillosa, que se cuece a fuego lento, y que sin embargo durante sus casi 800 páginas no deja lugar a respiro en el ansia de leer.



Qué huérfanos nos dejas Domingo, que huérfanos nos dejas Leo Caldas, qué tristeza no saber más de personajes tan entrañables, tan queridos, tan humanos sobre todo, fiel reflejo de lo que Domingo fue en su vida. Leed a Domingo Villar, sin reserva, leed a un autor sobresaliente, que no tuvo tiempo de brillar lo suficiente.



Que la tierra te sea leve amigo, algún día, en el cielo de los libros, nos sentaremos nuevamente a escuchar tus historias.
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tamyreyes
 18 October 2019
Aquí tenemos de nuevo al inspector Leo Caldas y a su compañero Rafael Estévez, este libro sería la segunda aventura del inspector, ya que por ahora Domingo Villar ha escrito tres historias. Como ya me ha pasado con otros libro, descubrí al inspector Leo Caldas en "El último barco" que es la tercera entrega, después leí "Ojos de agua" que realmente es el primer caso y dado que me gustan las aventuras de nuestro protagonista me tenía que leer "La playa de los ahogados". Lo bueno de este escritor es que ha sido capaz de crear tres fantásticas historias, pero que no pasa nada porque no se siga el orden en el que se escribieron, en cada libro te recuerda lo más importante sobre ellos y no tenemos una trama entre los protagonistas, los que permite leer las historias en el orden que quieras, aunque después de leerlas todas si no os pasa como a mi os recomiendo hacerlo en orden. En esta ocasión Leo tendrá entre manos un caso de lo más curioso. Comenzaremos la investigación con la aparición del cadáver de Justo Castelo, un marinero que aparece ahogado, de no ser, que apareció con las manos atadas de forma extraña todo apuntaba a un suicidio. La investigación llevará a Leo y Rafa entre Vigo y Panxón. Nos cantarán el pasado de Justo y revolverá el presente para poder resolver el caso, que en esta ocasión trae de cabeza al inspector. Sigo disfrutando con los diálogos de Rafael que sigue sin acostumbrarse a el carácter gallego.
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Tonimargo68
 24 September 2023
Lectura terminada. Esta me ha gustado mas que la anterior. Una persona aparece ahogada en una de las playas gallegas, y con el inspector Caldas al frente de la investigación, con su compañero aragonés, Estévez, un caso de hombre, con el que te arrancas alguna sonrisa en mas de una ocasión, vamos a meternos, en una trama atrapante, que quieres ir descubriendo con ellos, y que no te deja soltar la lectura. Describiendo en todo momento, el entorno por donde se va desarrollando la historia, haciéndote conocer los lugares al detalle. También de su gastronomía, cada vez que se sientan a comer. Todo muy bien hilvanado y tejido, con una pluma muy buena. Lo recomiendo.
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elenaparra
 26 December 2022
Casi todas las reseñas que había visto sobre este libro lo ponían como el mejor de los tres. Para mi no ha sido una gran lectura. Se me hizo un poco pesado dándole vueltas a las mismas cosas prácticamente. Se me hizo pesada la parte de la lonja y la pesca. Me ha dado pena, porque quería que me gustara, pero en realidad estaba deseando que acabara. El autor escribía súper bien, pero en mi no ha calado mucho. Eso sí, un enamorado de Galicia, sus rincones y sus costas, y eso se ve reflejado en cada pagina.
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Lectoraaratos
 11 March 2022
Esta novela es la segunda de una trilogía policíaca con el inspector Leo Caldas como protagonista. La primera, Ojos de agua, la leí hace unos años y la tercera parte, El último barco, quiero leerla próximamente. Y aunque son historias independientes, yo recomiendo seguir el orden de publicación.

Todas se desarrollan en tierras gallegas y sus personajes tienen ese no sé qué de melancolía (morriña quizá), que a mí tanto me gusta.

Ésta en concreto comienza con la aparición de un marinero ahogado en lo que de primeras parece ser un suicidio... Y hasta ahí se puede contar.

Domingo Villar escribe de forma pausada con detalles aquí y allá que pueden (o no) ser definitivos en el arresto del asesino, y que pueden pasar al lector totalmente desapercibidos.
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