—¿Es que no sabe que usted lo es todo para mí? Pero desconozco la tranquilidad, así que no puedo procurársela. Puedo entregarle mi amor, mi vida entera… Eso sí. No puedo pensar en nosotros dos por separado. Para mí somos una misma cosa. Y no veo la manera de que ni usted ni yo gocemos de cierta serenidad en el futuro. No contemplo más que desesperación y desgracia… Aunque también podríamos ser felices, muy felices… ¿Por qué no?
|