¡Ay!, amigo John, este es un mundo extraño, un mundo triste, lleno de miserias, infortunios y preocupaciones. Y sin embargo cuando su majestad la Risa aparece, logra que todos bailen al son que ella les toca. Los corazones que sufren, los huesos resecos de los cementerios, las lágrimas que escuecen al ser derramadas… todo baila al unísono, al son de la música que ella entona con su boca solemne. Y créame, amigo John, es bueno y saludable que aparezca. Porque nosotros, los hombres y las mujeres, somos como cuerdas tensas que nos arrastraran en todas direcciones. Entonces aparecen las lágrimas y, al igual que la lluvia al mojar las cuerdas, nos templan hasta que, a veces, la tensión aumenta demasiado y nos rompemos. Pero luego, Su Majestad la Risa aparece, como el sol, y vuelve a aflojar esa tensión, haciendo que sigamos con nuestro trabajo, sea el que fuere.