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Críticas sobre El principito (480)
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bealara2505
 03 April 2024
El clásico de los clásicos, y probablemente el libro que más veces he releído en mi vida. Con reflexiones filosóficas y éticas, “El principito” es una lectura que pueden disfrutar tanto niños como adultos, aunque cada grupo de edad obtendrá algo diferente de él. Esta es una de las cosas más mágicas de “El principito”, que pueda ser disfrutado por todo el mundo sin importar la edad, la época, las experiencias de vida, etc. Nos muestra, entre otras muchas cosas, la inocencia de la infancia y cómo muchas veces los adultos cometen el craso error de olvidar al niño interior que vive dentro de cada uno de nosotros. Siempre que lo leo de nuevo, descubro un significado nuevo o una interpretación personal diferente a la anterior. El hecho de que quepan tantas enseñanzas en tan pocas páginas me sigue sorprendiendo, y es que todas y cada una de estas páginas tienen algo que aportar. Es una de esas lecturas a las que recurrir en los momentos en los que necesitas transportarte a un remanso de paz y tranquilidad porque el principito solo transmite felicidad y esperanza.
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Yume
 23 March 2024
El principio es un libro bastante encantador, da un sentimiento particular de nostalgia y de tranquilidad mediante la historia avanza, se puede considerar como una buena lectura tanto para adultos como para infantes ya que tiene un mensaje y una narrativa qué lo vuelven atractivo para todas las edades. Sinceramente después de leerlo nuevamente ya en mis 20 medite la diferencia de enfoque que me dio la historia en comparación a mis recuerdos de infancia. Si quieres leer algo conmovedor y con buenos personajes esta es una gran opción.
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anamengualgarcia073
 20 March 2024
El Principito me ha gustado mucho. Es un libro muy cortito y muy sencillo de entender.
Me ha gustado como el autor te iba contando las cosas y como te iba enseñando mediante dibujos algunas cosas que te ha contado en la historia. Cuando estás leyendo puede que con algunas cosas que cuenta también pienses en la vida real porque hay algunas cosas que son parecidas.
Es un libro que yo recomiendo a todo el mundo.
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benjaminpalomero_
 19 March 2024
Calificar esta nouvelle de literatura infantil me parece un tanto burdo. Puesto que, sí, aunque esté enfocada hacia ese público, se puede leer a cualquier edad con tal de extraer distintos significados. El Principito transmite pureza, amor, inocencia. Un clásico imprescindible.
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sami8
 17 March 2024
Este texto de literatura infantil es en realidad un libro que puede ser leído por adultos. Su contenido simbólico y filosófico es un punto de partida para cuestionamientos amplios y profundos.
Es fácil identificarse con el personaje principal y sus preguntas sobre la vida.
Además el libro cuenta con ilustraciones del mismo autor que nos permiten visualizar el mundo mágico y simbólico al que hace referencia.
es sin duda un texto a releer varias veces.
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Nocalandra
 12 March 2024
Consideró que para absorber todo el contenido que el libro quiere comunicar el enfoque a la infancia no es el correcto, pero merece la pena leerlo siendo conscientes de cada uno de los significados.
Es una lectura obligatoria, amena e ilustrada de la cual se puede enseñar mucho a nuestros hijos e hijas.
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Xfi
 01 February 2024
"Les grandes personnes sont décidément très très bizarres"No se puede hacer una reseña de este libro, es uno de los más traducidos y leídos de la historia en todo el mundo, sólo decir que es un placer releerlo en diferentes etapas de la vida.Esta vez ha sido la edición original en francés y su lenguaje metafórico y poético consiguió llegar una vez mas al corazón.Libro de múltiples intepretaciones dependiendo de a que edad lo leas, consigue resucitar la melancolía y la simplicidad y lógica de la niñez. Que luego perdemos para convertirnos en esos adultos ciegos, porque vemos sólo por los ojos.
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Booklover2024
 28 January 2024
Seguramente sea una opinión muy,pero que muy impopular...pero no me gustó nada El Principito. Me pareció plano,sin vida. Todo el mundo dice que enseña lecciones de vida...¿Y cuáles? ¿A valorar lo que tienes? ¿No ser engreído? ¿No creerte el rey del mundo? ¿No beber para olvidar porque bebes?
Lo siento,puede que lo haya leído muy mayor,pero me pareció muy superficial y el Principito es insufrible.
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Alarios
 23 January 2024
En este 2023 se conmemora el 80 aniversario de este clásico, fruto de la pluma del aviador Antoine de Saint-Exupéry. le tenía el ojo echado desde hacía tiempo. Años atrás, mis amigos de Facebook compartían las celebres frases que marcaron la diferencia en esta obra. He de reconocer que tenía el prejuicio: un libro infantil a mi treintena.

Con tanta publicidad en relación con esta efemérides y después de leerme otros clásicos infantiles como "Las mil y una noches" y parte de la antología de Hans Christian Andersen —por otro boom del año, como es el estreno de la nueva película de "La Sirenita"—, lo preocupante para un amante de la lectura es no estar abierto a leer de todo. Pienso que hay que leer, no condicionado por tus inclinaciones, sino con los ojos de la inocencia. La inocencia y, cómo la perdemos conforme crecemos, es la premisa de El Principito. Por cierto, casa muy bien con la lectura de la semana pasada: "Rebelión en la granja".

La que nos ocupa comienza con la experiencia del propio autor que, como un personaje más, se ve en el desierto del Sáhara, junto a su avión siniestrado, preparándose para morir de inanición si no consigue reparar antes el aparato. También cae del cielo el Principito. Inocente aquel niño de rizos dorados, curiosea y le pregunta al pobre aviador por todo cuanto ve en este planeta de personas grandes y raras. Personas que prefieren las cifras a detenerse a valorar la esencia de las cosas. El aviador, como humano, reconoció su planeta como el asteroide B-612; la típica nomenclatura insulsa que no dice nada.

El Principito da a conocer su vida en e espacio. En su planeta se dedica a deshollinar los tres volcanes y se sienta en el tercero, el inactivo. le pide al aviador que le dibuje un cordero para que le ayude en su tarea de limpiar las semillas de los indeseables baobabs. Solo es un dibujo, pero aquí la imaginación es poderosa y trasciende más allá del papel. le aviador le advierte que el cordero podría comerse una rosa, por muchas espinas que tuviera. El niño le habla de su amada, precisamente, una rosa que, a pesar de su vanidad, la quiere con sus más y sus menos e incluso la protege de las agresiones externas. le coloca un biombo para que le no le azote el viento y a veces la encierra en una cúpula de cristal. La misma rosa se disculpa por su actitud y anima al Principito a salir de ese planeta y explorar otros. le mueve el deseo de encontrar un rincón en el universo en el que presenciar varias puestas de sol a la vez.

En el primero se encuentra a un rey que, según se describe, es un monarca absoluto. El Principito lo pone evidencia. El planeta es tan pequeño que no cabe nadie más. Pero este rey, autoritario él, afirma que le obedecen hasta las estrellas. Ordena al Principito que le obedezca en todo y el niño se le resiste. El rey desesperado, evidenciada su autoridad, comienza a agasajarle con cargos de ministro o embajador. El Principito lo abandona, no sin antes dejar al rey pensativo ante una autoridad fruto de una ilusión que se había creado, y marcha a otro planeta. En el segundo se encuentra con un vanidoso. El Principito lo llamaba, pero el hombre parecía no escucharlo. Hablaba solo, porque también era el único habitante de su planeta, y se halagaba a sí mismo. de hecho, no escuchaba nada que no fueran palabras de elogio hacia su persona. El niño se compadeció de él y marchó al tercer planeta. Allí se encontró con un hombre, colección de botellas vacías y otras tantas llenas al frente. Estaba ebrio y triste. El Principito inquirió en por qué bebía para olvidar, pero este pobre no le dio muchos argumentos y se limitaba a decirle que porque sí. El niño también se compadeció y marchó al cuarto planeta. Aquí aparece uno de mis favoritos: un hombre de negocios que era feliz contando las estrellas que, según él, acumulaba y poseía; le hicieron rico. El Principito le preguntó por el sentido que tenía poseer quinientos millones de estrellas si no podía hacer nada con ellas. El avaro se ensimismó que de esa forma podía decir que era rico y eso le hacia feliz. El Principito no lo comprendía y, como los anteriores, se apiadó de él y marchó al siguiente planeta. Este era tan pequeño que el día duraba minutos. El único habitante, un farolero, estaba rendido ya que a cada minuto debía apagar y encender la farola. El Principito creyó que era el más cuerdo de todos con los que se topó en los otros planetas. le ayudó. El farolero debía andar sin parar, dando vueltas y vueltas a ese mundo, para así perseguir el sol y evitar la noche, con lo que nunca tendría que encender y apagar la farola. Se apiadó de él, aunque verdaderamente entristecido porque ese farolero era un buen hombre y esclavo de su trabajo, y marchó al sexto planeta. Allí encontró a un geógrafo. El Principito dio por hecho que sabría dónde se encontraban los ríos, los mares, las montañas y las ciudades de su planeta, pero el geógrafo no lo sabía y afirmaba que ese no era su trabajo sino el de los exploradores. Él tenía un estatus como para recorrerse el mundo en busca de accidentes geográficos. Los súbditos se dirigían a él y, si eran de confianza, si no bebían —pues un ebrio ve montañas dobles y las contaría mal—, prueba en mano como una piedra de esa montaña, el geógrafo dejaría constancia del descubrimiento. Y fue allí donde el anciano le habló al niño del planeta Tierra.

El Principito aterrizó en el desierto del Sáhara, en Egipto, en concreto. Cuando esperaba ver gente, ciudades, bosques… se decepcionó al no encontrar más que arena y, la única muestra de vida, una serpiente. Esta dio testimonio que todo eso existía, pero muy lejos de donde se encontraban y además le previno de los detestables humanos. Por detestables la serpiente les mordía y los mataba.

El Principito anduvo y le preguntó a una flor por los humanos, pero ella aseguró que no vio a ninguno desde hacía años. Coronó la cima de un montaña con la esperanza de divisar toda la Tierra, pero se decepcionó aún más. Solo escuchaba su propio eco y creía que eran humanos burlándose de él. Más se decepcionó al verse en un jardín de rosas, pues comprobó que su amada no era la única en todo el universo. Ser la única era lo que la hacía especial para el Principito.

El Principito se creía especial al poseer la única rosa de todo el universo y ser un deshollinador de volcanes. Lloró y un zorro, el cual no se acercaba a nadie porque para ello debía ser domesticado, le preguntó qué le pasaba. El animal le repuso que su rosa era única, porque lo era para él y con eso bastaba; que el Principito domesticó a su rosa y por eso tendía a protegerla. al zorro le cayó bien este niño y quiso ser domesticado. Pero no de cualquier forma, sino que le dio ciertas pautas como volver todos los días a las cuatro de la tarde y cada día acercarse un poco más. Pero al Principito no le gustó que nadie dependiera de él y abandonó al zorro.

Se encontró con un guardagujas. Los rápidos pasaban tan veloces que hacían temblar la caseta. El Principito le preguntó que por qué abandonaban sus lugares de origen, que a dónde iban y qué buscaban en ese destino. El guardagujas no tenía respuesta para esas preguntas. El Principito lo abandonó, como hiciera desde ese primero, el rey autoritario que no tenía a nadie sobre quien reinar. Por el camino se encontró con un vendedor que, según él, sus píldoras erradicaban la sed de la gente, con el beneficio de ganar ciento cincuenta y tres minutos a la semana. El Principito le preguntó que por qué eso iba a ser un beneficio. No terminó de comprender que para que tuvieran más tiempo libre. El niño pensó que utilizaría esos ciento cincuenta y tres minutos para buscar una fuente, precisamente, para beber agua. Como un absurdo más, lo abandonó y al fin se encontró con el aviador.

Es aquí donde ambos ponen el énfasis en el poder la imaginación; en lo esencial que es invisible a los ojos. Si el mundo te desagrada, puedes imaginarte uno mejor. Esa imaginación que con la edad se va perdiendo. Ese mundo de colores y simple —pero eso más feliz—, que las personas grandes vamos complicando. ¿No es absurdo? Hasta el punto en el que nos complicamos, nos centramos en cifras, en contar estrellas cuando eso no vale para nada y, después de todo, esperamos al meteorito que nos extinga porque el mundo es un lugar insulso e incluso hostil. Me llamó la atención y me ha gustado la forma en la que el Principito pone en evidencia a esa gente grande y muy rara, según él y según muchos. Si queremos un mundo mejor (o no, nuestras propias vidas) deberíamos empezar por verlo todo con más inocencia, no ahogarnos en los problemas cuando todo, si no tiene solución, se puede plantear. El mundo y nuestras vidas serán según el color del que lo veamos. Recordar que todos una vez fuimos niños, lo cual añoramos porque éramos más felices, nos ayudará a recobrar todo lo que perdimos con el devenir de los años. ¿Qué hay de malo en ser niños grandes? El pasado lunes disfruté como un enano con el regreso del Grand Prix y las audiencias hablaron; amén de comentarios en redes de otros nostálgicos. Mañana lunes espero el siguiente programa que, como muchos, nos recuerda a ese tiempo pasado que siempre fue mejor, en compañía de los abuelos que siguen ahí o ya no están. ¿Y que un adulto lea un libro infantil? Según mi experiencia, lo he encontrado enriquecedor al leerlo con crítica, sin olvidar la inocencia del niño que llevo dentro y espero nunca olvidar. El reencontraros con la infancia, nunca comprometerá la madurez, sino que la complementará y la reforzará.
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juliagrafu
 17 January 2024
Libro tanto para niños, jóvenes o adultos. Dependen de la época de tu vida en que lo leas, sacarás de él una enseñanza diferente. Es un libro para leer de pequeño y releerlo a lo largo de tu vida.
Es un libro que "nunca pasa de moda" y una gran opción para regalar en fechas especiales. Muy recomendable.
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