La plaza del diamante

Es increíble cómo en un libro que supera las 200 páginas por poco, te puede llegar tanto al corazón poniéndote en la piel de la protagonista, que nos muestra ese retrato tan real de lo que fue la vida en la posguerra.

A pesar de que el testimonio que se cuenta es ficticio, no deja de presentar la cruda realidad de todas aquellas mujeres que vivieron la guerra y posguerra al servicio de la institución de la familia despersonalizándose; recordándome a esas historias de conocidas que me contaba mi abuela y las propias que vivió ella. Y desde luego creo que es un título que merece un mayor reconocimiento general

En definitiva, ha sido la primera vez leyendo a esta autora pero seguro que no la última

No sabía qué me iba a encontrar cuando empecé a leer La plaza del diamante, de Mercé Rodoreda. Era de esos libros, que aunque gente cercana me había hablado maravillas de él, no me atraía nada. Qué pena no haber llegado a él antes. Qué equivocada estaba mi yo del pasado.

La plaza del diamante es la historia de Natalia, la Colometa, una mujer que pierde su identidad y se ve desde el inicio arrastrada por las decisiones de los demás; una mujer que no es dueña de su propio destino. Pero no se presenta en la novela como una víctima, sino como una luchadora, que se mantiene silencioamente en la retaguardia, sacrificándose por salvar su vida y la de sus hijos.

El relato de Rodoreda te encoge el corazón de principio a fin. Es una obra de una brillantez y una humildad exquisita. Es una reivindicación feminista. Rodoreda visibiliza la sumisión y la opresión de las mujeres y la crudeza con la que muchas de éstas vivían en la guerra y en la posguerra. El relato es tan conmovedor y está escrito de una manera tan poética que nos genera la sensación de estar charlando con la protagonista de nuestra historia. Esto nos acerca a ella todavía aún más, es inevitable empatizar con su dolor.

Es una historia cruda, triste. He tenido muchas ganas de abrazar a la Colometa. de abrazarla y no soltarla nunca. Un abrazo a todas las que hemos sido la Colometa alguna vez en la vida.

"La Plaza del Diamante" la leí hace mucho tiempo, en mi lengua materna, el catalán. Es una de esas historias que las recuerdas al instante cuando se te pone delante el libro o alguien te lo menciona. Es lo que me acaba de pasar al encontrarlo aquí, en Babelio. Y no lo tenía registrado como leído.

Son tantos libros a lo largo de toda una vida de lectora, que muchos se quedan por el camino, en un olvido temporal, pero cuando salta una pequeña chispa, vuelven como si nunca hubieran quedado en ese limbo, esa parte de la memoria donde está aquello importante que te ha marcado por cualquier motivo, esperando a ser rescatado en cualquier momento.

Una historia preciosa, de una vida de dificultades en una época de dificultades. Un retrato de la Barcelona de la guerra civil y los años de la postguerra, y una protagonista, la Colometa, que recordarás siempre asociada a La Plaza del Diamante de Barcelona. Merece la pena leerlo, te lo recomiendo.

¡Feliz lectura!

Leí este clásico de la literatura catalana en el instituto y me encantó. Desde entonces, he recurrido a él en más de una ocasión (la última en 2023).

La plaça del Diamant se contextualiza en la Barcelona de la Guerra Civil y la Posguerra, y su protagonista – Natàlia - es una joven ingenua, reservada y maleable que tras asistir a la verbena que se celebra bajo la carpa de la Plaça del Diamant, en el barrio de Gràcia, conoce al impulsivo y persuasivo Quimet.

Desde ese momento, Quimet va tomando todas las decisiones que afectan a ambos, mientras Natàlia va perdiendo su identidad para convertirse en la Colometa, resignándose a vivir una vida que no le hace feliz, que la obliga a sobrevivir y a ser testigo de una época especialmente difícil.

En realidad, poco tengo que aportar después de todo lo que ya se ha escrito sobre esta obra traducida a más de treinta idiomas, así que me limitaré a describir su narrativa como sentimental y poética, llena de detalles descriptivos y psicológicos que atrapan y conmueven.

La Plaça del diamant es una novela formidable que reflexiona sobre la identidad personal y política, la maternidad, los conflictos bélicos, el machismo, el paso del tiempo y la liberación ❤

Bon dia familia,

“Em vaig haver de fer de suro per poder tirar endavant”

🕊 Com es parla d'un clàssic de la literatura catalana? o d'un personatge tant emblemàtic com la Colometa (Natàlia)? Reconec que no havia llegit La plaça del diamant. A batxillerat vaig llegir Mirall trencat i ja fa temps d'aquesta lectura. Per algunxs, és la “jefa”, no els hi falta raó. Feia temps que volia tornar a llegir a Rodoreda i aprofitant l' #abrilcatalà, he fet aquesta última lectura.

🕊 Rodoreda fa un retrat de la vida de la Natàlia, una vida accidentada, capgirada i envoltada d'ocells. Rodoreda ens transmet amb el llenguatge les diferents dicotomies, relacions, les vides dels diferents personatges, que poden semblar senzilles però amb detalls amagats.

🕊 M'ha agradat? Encara l'estic processant, la novel·la m'ha transmès el fàstic, l'angoixa, l'incertesa, la tristesa, el voler tirar endavant malgrat les circumstàncies i l'asfixia. L'asfixia d'una dona tancada en un petit món on només hi ha el marit,els seus fills i algunes persones més. Una novel·la dura.

i vosaltres, l'heu llegit?

Espero que tingueu un bon cap de setmana,

La plaza del diamante nos reúne a los lectores, Mercè Rodoreda pone la mesa camilla y el lector su silla alrededor de ella, ya que el viaje es al pasado.

La autora quita la ropa por completo a los personajes, los desnuda y con ellos, en esas condiciones, creará esta realista, dura, profunda y en momentos, desgarradora novela, que también será sentimental, intimista, entrañable, una novela con grandes dosis de resistencia y determinación con los que completar al personaje principal en su deriva vital.

Comienza la historia y nos ponemos en antecedentes, Barcelona, años 30. Dos amigas, Natalia y Julieta, se acompañan mutuamente mientras se dirigen a participar de la fiesta mayor que se está dando en el barrio barcelonés de Gracia.

En esta fiesta, una de las mujeres, Natalia, conocerá a Quimet, que entre baile y baile va desplegando algunos rasgos de su personalidad.
Es alegre, vitalista, atrevido, dicharachero y además se atreve a anunciar y confirmar que en un año él y Natalia, a la que pronto bautizará de nuevo, para llamarla Colometa, se casarán. Así esta joven perderá su nombre para ser llamada como Quimet ha decidido.

Natalia, ya Colometa , conocerá a los amigos de Quimet, Cintet y Mateu, amigos íntimos del inconstante Quimet. Colometa dejará la pastelería donde trabajaba y habrá celebración, hay boda, habrá posteriormente al festejo, cruda realidad que poco a poco Quimet irá imponiendo.

Los constantes sueños de Quimet erráticos y errados, junto con su poco entusiasmo por la labor y el trabajo, irán imponiendo a Colometa un estado de sumisión, que irá quebrando, cercenando primero a Natalia, luego a Colometa y finalmente a la mujer, a sus sueños personales, su ideal de vida, de matrimonio junto a Quimet.

Así podríamos decir y afirmar que este hombre, su marido, Quimet, fue diseñando el frustrante destino de Natalia, de Colometa.

Quimet es ebanista, el trabajo no le va muy bien, sus ganas de trabajar , pocas, muy escasas.

El matrimonio ya tiene dos hijos en esa España, la de Natalia y Quimet todo parece ir mal, la llegada de la república no ha podido frenar el decaimiento fundamentalmente artesanal.

Colometa consigue un trabajo de limpiadora que la llevará a la casa de una familia burguesa, ellos, los dueños viven de rentas y a ella le abonan por su trabajo, un exiguo sueldo al que añaden gestos y miradas, palabras, incluso, que pretenden hacerle creer que le están haciendo un favor.

Natalia se va rompiendo, desgarrando, vemos y sentimos, conforme avanzamos y consumimos las páginas en la lectura de este libro, como se derrumba, como cae.

Los días para esta mujer pasan lentos y largos, cansados y agotadores, Quimet decide criar palomas para mejorar la economía de la familia. Las palomas que viven en palomares en la misma terraza de la casa, no dejan de aumentar en número y en suciedad.

Será Colometa , quien aumentará, si es que esto fuera posible, su trabajo, sus trabajosos días.

Colometa irá viendo como su casa queda invadida por las palomas ante su desesperación y las risas de Quimet.

Los hijos del matrimonio, Antonio y Rita, contarán con el disgusto de su madre al tener que dejarlos solos para ir a trabajar.

La guerra, la guerra civil española está ya en todos los campos en todas las calles, en todas las carreteras, en todas las casas, la guerra y sus terribles consecuencias, ocupándolo todo.

Quimet se alista para ir a la guerra, Natalia mata a las palomas, todo es escaso, dinero, alimentos y ganas de vivir. Colometa no puede seguir, está sin fuerzas, pronta al abandono, a dejarse morir junto a sus hijos.

El hijo de Natalia será enviado a colonias con el único fin de poder comer y como no podía ser de otro modo, ya volverá siendo otro.

Colometa siguió y persistió cuanto pudo en la lucha, ella afrontó penosas circunstancias para las que una mujer de estructura y pensamientos delicados, no había sido entrenada en absoluto.

Todo parecía venir e irse sin que ella participara realmente, decididamente en todo aquello que iba aconteciendo en su vida. La mujer, resistía y se dejaba llevar.

Quimet morirá en la guerra, esa mismo día, como símbolo, la mujer matará a la última paloma.

Y atención a las palomas, un símbolo que refleja, sin lugar a dudas, la trayectoria de la protagonista, como también es el nombre que desde el inicio estará ya en el nombre de Colometa , “palomita” que Quimet impone a Natalia.

Ahora con Quimet muerto, Colometa ya no tendrá que oír nunca más este nombre impuesto, ni tampoco aquella enigmática e insondable frase que Quimet soltaba de vez en cuando, con una voz melancólica, de añoranza bucólica y que rezaba: ¡pobre María!.

La mirada de Natalia seguía permaneciendo, ida , ausente, sin alma, esta mujer, esta persona ya sabía por su experiencia y la de algunas otras, como ella, que las mujeres son un comodín perfecto y que valen para todo a condición de que no haya un hombre participando en el juego, que manifieste con voz alta y actos y maneras varoniles que estas no sirven para nada o casi nada.

La guerra termina, ya lo sabemos, todos conocemos que todo cuánto empieza por agotamiento y costumbre, finaliza. También la guerra civil acabó.

La familia burguesa, tras la victoria del Caudillo, decide despedir a Natalia a quien viene considerando republicana desde el mismo día que la contrataron.

En el barrio, Antoni es el dueño de un establecimiento, un ultramarinos en el que Natalia suele comprar a fiado. Antoni le ofrece trabajo y Natalia se encargará del orden y de la limpieza. Este , poco tiempo después, le pide matrimonio.

Esta última parte de la novela la pararemos , la detendremos esperando que con lo dicho, los lectores de esta reseña, hayan sentido la oportunidad de leer esta Plaza del diamante, que me ha parecido, además de otras muchas cosas, una novela historicista, de buen argumento y escritura consistente, interesante como si dispusiera de fotos en blanco y negro, color sepia, que pegadas a un álbum, nos van contando sobre Barcelona y sus gentes, durante la guerra, los años previos y los posteriores.

Escrita con un estilo personal y una prosa espontánea, coloquial pero a la vez literaria que conecta con el público, reflejando una realidad cotidiana a través de la expresión de los sentimientos y del mundo interior de sus protagonistas.

Otra de las grandes obras que leí hace mucho, mucho tiempo , pero al que he vuelto porque deseo dejar constancia de una lectura que fue importante y en algún sentido, decisiva.

“La plaza del diamante” es una novela bella y triste. La voz que nos cuenta su vida, la de aquella Natalia joven en la fiesta de la Plaza del Diamante, luego la Colometa del Quimet, después Natalia de nuevo, ya mayor, en la misma plaza, es de una sencillez poética conmovedora, casi naif, una voz que solo puede surgir de una sensibilidad innata que las circunstancias impidieron un florecimiento mayor.

“En casa vivíamos sin palabras y las cosas que yo llevaba por dentro me daban miedo porque no sabía si eran mías…”

Quimet encontró a una Natlia que no había empezado a ser, que no “sabía muy bien para qué estaba en el mundo”.

“Mi madre muerta hacía años y sin poder aconsejarme y mi padre casado con otra. Mi padre casado con otra y yo sin madre, que sólo había vivido para cuidarme. Y mi padre casado y yo jovencita y sola en la Plaza del Diamante...”

Por su parte, Natalia se vio deslumbrada por la vitalidad y la seguridad de Quimet, y este le metió a la Colometa en el cuerpo y como la Colometa vivió al lado de Quimet, sumisa y resignada ella, manipulador y controlador, él.

“Si quería ser su mujer tenía que empezar a encontrar bien todo lo que él encontraba bien.”

Una historia de violencia machista cuando no se sabía qué era eso de la violencia machista, en la que Quimet redujo la vida de su Colometa a sus propios amigos, a la señora Enriqueta, una segunda madre, y a sus hijos. Los acontecimientos del mundo exterior a ese reducido núcleo familiar solo aparecen en sus consecuencias, de pronto llega la república, de pronto llega la guerra, que ni se nombra como tal (“vino lo que vino, que parecía una cosa que tenía ser muy corta”), de pronto termina la guerra y Colometa tiene que sacar a su familia adelante con el estigma de ser la mujer de un rojo.

“…la señora Enriqueta me había dicho que teníamos muchas vidas, entrelazadas unas con otras, pero que una muerte o una boda, a veces, no siempre, las separaba, y la vida de verdad, libre de todos los lazos de vida pequeña que la habían atado, podía vivir como habría tenido que vivir siempre si las vidas pequeñas y malas la hubieran dejado sola.”

La historia de Colometa termina con un grito, “un grito de infierno”. Hay quién lo interpreta feliz, aunque… bueno, ustedes lo interpretarán como quieran, yo no soy de esa opinión.

“Un grito que debía hacer muchos años que llevaba dentro y con aquel grito, tan ancho que le costó mucho pasar por la garganta, me salió de la boca una pizca de cosa de nada, como un escarabajo de saliva… y aquella pizca de cosa de nada que había vivido tanto tiempo encerrada dentro, era mi juventud que se escapaba con un grito que no sabía bien lo que era…”

Hace ya unos días terminé La plaza del diamante, de Mercè Rododera, publicada en 1962 y una de las obras cumbres de la literatura catalana.

Sí, esta novela es otra historia más ambientada en la Guerra Civil, pero para mí con un carácter no sé si llamarlo diferente o especial. Arranca con un baile en la plaza que da nombre al libro y el inicio de una nueva vida para Natalia, la protagonista de esta historia.

Una historia sencilla pero con la que he disfrutado (y sufrido, mucho) desde el primer momento. Una narración sin florituras pero contundente ayuda a meterte en la piel de Natalia, y sufrir con ella durante tantos años.

Si sois muy sensibles no os la recomendaría porque a mí en varios momentos me ha dejado tocado, incluso llegando a dejarme casi sin aliento en uno de sus pasajes, duro como él solo y que si lo habéis leído ya sabréis a qué me refiero.

Me ha gustado mucho, muy recomendable. Además es breve y se lee con bastante facilidad así que si no lo habéis hecho todavía, os ánimo a descubrir esta novela.

Si algo sabemos a ciencia cierta es que, en los momentos más difíciles de nuestra historia, las mujeres como nuestras abuelas y madres, se echaron a su familia a la espalda y fueron capaces de sacarlas adelante con tesón. Y la protagonista de “La plaza del Diamante” (@edhasa_libros_con_historia), de #MercéRodoreda -considerada la escritora contemporánea en lengua catalana más influyente-, es un ejemplo de aquellas mujeres que les tocó vivir en la España de extrema pobreza y dureza de mediados del siglo XX.

La historia de Natàlia comienza con el primer encuentro en la plaza del Diamante, en el popular barrio de Gràcia de Barcelona, del que se convertirá en su marido, Quimet, y sigue con el relato en primera persona por parte de ella del noviazgo, posterior matrimonio y la convivencia de la pareja. “Colometa” (Palomita, en catalán), apodo cariñoso de su marido pero que anula su nombre original y parte de su identidad, lleva una vida anodina, siempre a la rémora de Quimet, que es quien lo decide todo, pero dejándole las tareas propias de la mujer: la casa y los hijos.

Publicado originalmente en 1962 en catalán, esta historia es también un retrato de Barcelona en una época llena de esperanza -la de la Segunda República-, los posteriores años y dificultades de la Guerra Civil en la que Colometa se verá desamparada y la miseria de la posguerra hasta llegar los años cincuenta.

Esta mujer humilde, resignada y sometida al mandato de género de la época demostrará su fuerza y valor para ser el sostén y sacar adelante a su familia. Una mujer, como tantas otras, que conseguirá superar todas las pruebas y llegar a la madurez, dejándose pese a ello su juventud en el proceso, para alcanzar, finalmente, su propia libertad. Es al final de la novela -emotivo y esperanzador- cuando Natàlia -y nunca más Colometa- regresa después de muchos años a la plaza del Diamante y con un grito desgarrador libera toda la opresión y frustración contenida durante tantos años.
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Mercè Rodoreda fue una de las escritoras más influyentes de la literatura catalana. Y no me extraña, porque tiene una forma de escribir tan bonita, tan íntima y especial... es diferente a todo.

La plaza del diamante, considerada su mejor novela (junto con Espejo roto, en mi opinión), ha sido traducida a más de 40 idiomas. Porque es una historia que todos deberíamos conocer. La de una mujer sola, con una vida pequeña que no es la suya de verdad, pero que crece, se conoce a sí misma, lucha y se rehace.

Una historia dura, ambientada en la Barcelona de la Segunda República, la guerra civil y la posguerra, cargada de simbolismo, en donde nada está puesto al azar y todo tiene un significado. Una historia que se te queda dentro y no puedes olvidar.

Si aún no conocéis a Rodoreda deberíais darle una oportunidad, creo que es una de esas escritoras que hay que leer al menos una vez en la vida.