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Crítica de Guille63


Guille63
10 March 2023
La plaza del diamante” es una novela bella y triste. La voz que nos cuenta su vida, la de aquella Natalia joven en la fiesta de la Plaza del Diamante, luego la Colometa del Quimet, después Natalia de nuevo, ya mayor, en la misma plaza, es de una sencillez poética conmovedora, casi naif, una voz que solo puede surgir de una sensibilidad innata que las circunstancias impidieron un florecimiento mayor.

“En casa vivíamos sin palabras y las cosas que yo llevaba por dentro me daban miedo porque no sabía si eran mías…”

Quimet encontró a una Natlia que no había empezado a ser, que no “sabía muy bien para qué estaba en el mundo”.

“Mi madre muerta hacía años y sin poder aconsejarme y mi padre casado con otra. Mi padre casado con otra y yo sin madre, que sólo había vivido para cuidarme. Y mi padre casado y yo jovencita y sola en la Plaza del Diamante...”

Por su parte, Natalia se vio deslumbrada por la vitalidad y la seguridad de Quimet, y este le metió a la Colometa en el cuerpo y como la Colometa vivió al lado de Quimet, sumisa y resignada ella, manipulador y controlador, él.

“Si quería ser su mujer tenía que empezar a encontrar bien todo lo que él encontraba bien.”

Una historia de violencia machista cuando no se sabía qué era eso de la violencia machista, en la que Quimet redujo la vida de su Colometa a sus propios amigos, a la señora Enriqueta, una segunda madre, y a sus hijos. Los acontecimientos del mundo exterior a ese reducido núcleo familiar solo aparecen en sus consecuencias, de pronto llega la república, de pronto llega la guerra, que ni se nombra como tal (“vino lo que vino, que parecía una cosa que tenía ser muy corta”), de pronto termina la guerra y Colometa tiene que sacar a su familia adelante con el estigma de ser la mujer de un rojo.

“…la señora Enriqueta me había dicho que teníamos muchas vidas, entrelazadas unas con otras, pero que una muerte o una boda, a veces, no siempre, las separaba, y la vida de verdad, libre de todos los lazos de vida pequeña que la habían atado, podía vivir como habría tenido que vivir siempre si las vidas pequeñas y malas la hubieran dejado sola.”

La historia de Colometa termina con un grito, “un grito de infierno”. Hay quién lo interpreta feliz, aunque… bueno, ustedes lo interpretarán como quieran, yo no soy de esa opinión.

“Un grito que debía hacer muchos años que llevaba dentro y con aquel grito, tan ancho que le costó mucho pasar por la garganta, me salió de la boca una pizca de cosa de nada, como un escarabajo de saliva… y aquella pizca de cosa de nada que había vivido tanto tiempo encerrada dentro, era mi juventud que se escapaba con un grito que no sabía bien lo que era…”
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