La prostitución es uno de los oficios más antiguos. La sexualidad de la mujer, o mejor, su sexo ha sido explotado más por los hombres que las mujeres, y tal vez no puedo generalizar, pero la historia nos ha mostrado que, independiente de la época en que se mire, su significado era premio, sumisión, obligación, obediencia. A las mujeres la despojaron de su sexo, lo volvieron al servicio de otro, ajeno a su cuerpo, a su ser; pero mientras pasaba esto, las prostitutas se convirtieron en un tercer ser, sujeto de deseo y de odio, los hombres las veneraban, pero a la vez las despreciaban y consideraban indignas, y las mujeres de “sociedad” las odiaban, pero a la vez las envidiaban. Entrar en este libro, es entrar en la historia de Colombia, la historia que nadie quiere contar, la cual se busca mitigar. Hombre y mujeres que habitaron este tierra, que son olvidados, pero que cada tanto es importante recordar, porque el paraíso no existe en la tierra, porque los seres humanos somos matíces de grises y lo que es justo y a la vez bueno, no siempre va acorde a lo que a diario hay que hacer “porque toca”. La novela te permite entrar a la vida de la Sayonara, una niña que decide ser prostituta (porque toca), una mujer que se convierte en la más deseada, que comparte amores y cumple deseos, pero que el amor le es ajeno, le huye, hay tantas promesas incumplidas en su corazón que no logras saber si este olvido voluntario es solo una forma de mitigar su dolor. Su historia no tiene su voz, sus palabras son reveladas por el grupo de mujeres que la enseñaron y la acompañaron en la profesión que eligió (porque toca), Todos Los Santos, La Fideo, La Machuca y otras más, te confiesan sus alegrías y dolores y la forma de vida que deben llevar, lo que deben soportar en un oficio que las aisla, pero que al parecer las hace necesarias. Vuelve el realismo mágico que me gusta de Laura Restrepo, un realismo que te cuenta cuentos, que narra historias, con personajes fantásticos, bien construidos, diálogos interesantes, algunos que te hacen destornillar de la risa de lo absurdos (pero que pueden suceder en el País del Divino Niño) y otros que duelen, duelen en el corazón, porque sucedieron en la misma tierra que mis pies tocan todos los días. Bienvenidos a una historia de desventuras, una pedacito de nuestra Colombia que debemos conocer porque como lo dice la autora “La guerra es así, más escandalosa cuando la cuentas que cuando la vives” + Leer más |
En 1916, durante la Primera Guerra Mundial, llegan a la península ibérica dos barcos con seiscientos alemanes provenientes de Camerún. Se han entregado en la frontera guineana a las autoridades coloniales por ser España país neutral. Se instalan, entre otros lugares, en Zaragoza, donde forman una pequeña comunidad que jamás regresará a Alemania, aunque no podrán escapar al devenir de la historia cuando se produzca el auge y la caída del régimen nazi. Entre sus descendientes están Eva y Fede, quienes, más de un siglo después, se encuentran en el cementerio alemán de Zaragoza en el entierro de Gabi, su hermano mayor. Junto con su padre, ellos son los últimos supervivientes de los Schuster, una familia que llegó a tener un importante negocio de alimentación hoy desaparecido. Con una intriga que crece página a página, Los alemanes es una ficción sobre la culpa, el poder y la corrupción que alumbra el infierno que puede llegar a ser, en ocasiones, la familia.
«Narra con maestría un suceso muy poco conocido de la historia española relacionado con las mutaciones del nazismo y con hondas consecuencias en el mundo actual. Oscuros secretos familiares encierran un pasado amenazador capaz de destruir el presente. ¿Heredan los hijos la culpa de los padres? Una novela apasionante que pone a prueba la conciencia de los personajes y que sacude la del lector».
Del acta del jurado del XXVII Premio Alfaguara de novela, integrado por Sergio Ramírez, Juan José Millás, Laura Restrepo, Rosa Montero, Manuel Rivas y Pilar Reyes.