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Pedro Páramo de Juan Rulfo
-Murió -¿Ya murió? ¿Y de qué? - No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho. -Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace. |
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
-Murió -¿Ya murió? ¿Y de qué? - No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho. -Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace. |
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El Llano en llamas de Juan Rulfo
El tiempo es más pesado que la más pesada carga que puede soportar el hombre.
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
Pedro Páramo se quedó sin expresión ninguna, como ido. Sus pensamientos seguían unos a otros sin conseguir juntarse. Al fin dijo: — Estoy empezando a pagar. Es mejor empezar temprano para terminar pronto. |
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Juan Rulfo
Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba: Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales. |
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
Nadie puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague.
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
- ¿Y tu alma? ¿Dónde crees que haya ido? - Debe andar vagando por la tierra como tantas otras; buscando vivos que recen por ella. Tal vez me odie por el mal trato que le di; pero eso ya no me preocupa. He descansado del vicio de sus remordimientos [...] Cuando me senté a morir, ella rogó que me levantara y que siguiera arrastrando la vida, como si esperara todavía algún milagro que me limpiara de culpas. Ni siquiera hice el intento: «Aquí se acaba el camino -le dije-. Ya no me quedan fuerzas para más» Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón. |
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
Allá hallarás mi querencia. El lugar que yo quise. Donde los sueños me enflaquecieron. Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos. Sentirás que allí uno quisiera vivir para la eternidad. El amanecer; la mañana; el medio día y la noche, siempre los mismos; pero con la diferencia del aire. Allí, donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como si fuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida...
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
La madrugada fue apagando mis recuerdos. Oía de vez en cuando el sonido de las palabras, y notaba la diferencia. Porque las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban; se sentían, pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños. |
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Pedro Páramo de Juan Rulfo
Este pueblo está lleno de ecos. Yo ya no me espanto. Oigo el aullido de los perros y dejo que aúllen. Y en días de aire se ve al viento arrastrando hojas de árboles, cuando aquí, como tú ves, no hay árboles. Los hubo en algún tiempo, porque si no ¿de dónde saldrían esas hojas?
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El Llano en llamas de Juan Rulfo
Ora vienes y me quieres remover el sentimiento; pero no sabes que es más dificultoso resucitar un muerto que dar la vida de nuevo. Aprende algo. Andar por los caminos enseña mucho. Restriégate con tu propio estropajo, eso es lo que has de hacer.
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Es el primer libro publicado por Carlos Fuentes.