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Hace dos años, “Las malas” de Camila Sosa Villada se convirtió en mi lectura del año. Tan cruda como poética logró tocarme la sensibilidad como pocas consiguen. Creo en esa literatura que te cambia la visión, la perspectiva sobre realidades diversas. Pues bien, ahora llega Alana S Portero y con “La mala costumbre”, vuelve a darme un revolcón de realidad con una historia llena de honestidad y de verdad, en este caso mucho más cercana, si cabe. El Barrio de San Blas de los 70 a los 90 es un símbolo en Madrid. de ese Madrid que se despertaba de la dictadura en los barrios eminentemente obreros. de ese Madrid, nada aristocrático, arrasado por la droga y por el Sida en los noventa. de ese Madrid tan divertido de “La Movida” que escondía la suciedad bajo la alfombra, bajo las luces estroboscópicas y con música pop y pop-rock, a todo volumen, en las discos de moda. de ese Madrid donde la transgresión, para muchos, se quedó en una cuestión estética. Allí, en uno de los barrios más marginales del Madrid de entonces, se cocía la lucha obrera hasta que un caballo de Troya, llamado heroína, fue el origen de una transformación más que conveniente. Y, en los márgenes que solemos dejarles a los más desfavorecidos y a los que creemos diferentes, suele marcarse de forma natural el drama, cuando no la tragedia. Les concedemos lo no visible, la noche, la oscuridad, la clandestinidad, el peligro en los hervideros de la delincuencia. Luego nos extrañamos de las consecuencias. En ese ambiente, crece un niño que no sabe habitar su cuerpo. Que aprende a callarlo, a disimular, a imitar las características más visibles de una masculinidad impostada, aprendida, instruída. Porque escucha, porque ya sabe la opinión, teñida de desprecio y de frases hechas, que inundan el pensamiento colectivo. Con unos padres probablemente incapaces de atender, y de comprender, sus necesidades emocionales, porque bastante tienen con cubrir las primarias. Esta novela nos habla de diferencias sociales, de pobreza, de identidad, de una niñez distinta, de una madurez precoz, del difícil paso a la adolescencia, del salto a la visibilidad, de la no aceptación de uno mismo; de la violencia habitual y sistematizada contra lo diferente, de encontrar una nueva patria entre iguales, el sentido identitario y el sentido de pertenencia. de renacer. de sobrevivir. No creo que se limite a lo "trans" el desarrollo de esta historia. Tiene un sentido mucho más universal, aunque menos evidente. Quizá por ello, el reflejo de la sociedad de una época, conectará con muchos de nosotros. A mí, ha logrado asfixiarme, agobiarme, comprender lo que supone hallarse en el lugar que no te corresponde, ineludible y odioso; lo que significa autolimitarse, encarcelarse a uno mismo. Esa lucha, demoledora y angustiosa, entre la necesidad de encajar y la vital e irrenunciable de ser quien eres. Y, por último, me ha conmovido y me ha hecho sonreír. Es una novela con una fuerza abrumadora, con personajes construidos de manera no arquetípica. Tan reales que duelen, pero que en medio del drama encuentran el resquicio para continuar, hasta encontrar un espacio donde respirar una pequeña dosis de libertad. Desde su presentación en la Feria del Libro de Frankfurt supuso, antes incluso de su publicación, un fenómeno editorial que se traducirá a varios idiomas. Primera novela de Alana S Portero de una inteligencia emocional deslumbrante y un derroche de buena literatura. Os esperamos en Entre Libros. Enlace: https://www.facebook.com/pro.. + Leer más |