Kim Ji-young, nacida en 1982

Kim Ji-young, nacida en 1982 de Cho Nam-Joo
¿Cómo llegué a este libro? Estaba en mi lista de pendientes desde hace tiempo.

Esta novela, publicada en 2016, se convirtió en un referente del movimiento feminista en Asía.

Ambientada en Corea del sur. Es la historia de Kim Ji-young, una mujer de 33 años, licenciada, casada y con una hija.

La novela narra su vida como hija, estudiante, trabajadora, esposa y madre. Y muestra las dificultades por las que tiene que pasar por culpa de las desigualdades de género de su país.

Dividida en seis capítulos. Parece complicado si ves el orden pero, a medida que empiezas, no lo es. Nos sitúa en 2015 cuando conocemos a la protagonista y su problema psicológico. A partir del segundo nos va identificando por años sus diferentes etapas vitales hasta llegar al quinto (2012-2015) donde se enfrenta a la de maternidad. El sexto y último, será la época más actual, 2016.

Reseña completa en mi blog:



Enlace: https://www.cruzromon.com/ki..

Kim Ji-young es una mujer joven que empieza a hablar con la voz de otras mujeres que han pasado por su vida. A raíz de esto, su entorno se preocupa, no sabe qué le puede estar ocurriendo... Y así, empieza un relato en el que vamos conociendo todos aquellos puntos de su vida en los que Kim Ji-young se ha visto perjudicada simplemente por ser mujer: en su nacimiento, en sus estudios, en el trabajo, en el entorno familiar, en la relación de pareja, en la maternidad...

Sin victimismo, sin grandes dramas, con bastante objetividad, con datos estadísticos, y con una tranquilidad pasmosa, esta novela relata todas esas desigualdades ya asumidas entre hombres y mujeres en la sociedad surcoreana, que podría ser la nuestra en más de un aspecto. Me ha recordado mucho a La vegetariana, pero el relato es mucho más realista, y eso ha hecho que el mensaje me llegara de una forma mucho más demoledora.

Lo que le ocurre a Kim Ji-young son situaciones tan normales, que puestas una detrás de otra te contagian perfectamente el agobio de sentirse encerrada en un laberinto sin salida, la sensación de que esta suma de injusticias sigue cayendo gota a gota encima de nuestras cabezas... Algo insostenible y, sin embargo, tan natural...

De vez en cuando, en la vida de Kim Ji-young aparecían mujeres que parecían insuflarle ánimos, pero a veces daba la impresión de que el consuelo que le ofrecen es el de los tontos... No estás sola, le vienen a decir. ¿Y eso es esperanzador, acaso? ¿O precisamente porque es "lo normal" debería ser más preocupante?

Le seguiré dando vueltas a esta novela, me ha gustado muchísimo.

Este libro estuvo rodeado de expectación y revuelvo desde que se publicó. Y no es para menos ya que hunde el dedo en la yaga del machismo imperante en la sociedad coreana, un machismo que, aunque todo el mundo sabe que está ahí, parece que nadie habla de él. Por eso y por su brevedad quise darle una oportunidad a esta novela que revolucionó el panorama con menos de doscientas páginas, y desde luego leerla fue como un puñetazo.

Kim Ji-young es una mujer de 33 años que un día parece escuchar voces de mujeres fallecidas, concretamente de su madre y de alguna de sus amigas. Su familia, sobre todo su esposo, se sienten desconcertados porque de repente Kim se expresa como si el alma de su difunta madre la poseyera y no saben qué hacer al respecto. Este fenómeno dará pie a que se nos cuenta la vida de Kim, desde que era niña hasta su adultez, y cómo las raíces del machismo han estado presentes desde su más tierna infancia sin que apenas se diera cuenta. Es un repaso por todos los instantes en los que fue menospreciada o invalidad por ser mujer, en los que se antepuso el bienestar de los hombres de su familia antes que el suyo, o sucesos terroríficos de violencia machista que se banalizaron porque "no tenían importancia". No quiero profundizar mucho más en el libro porque es muy corto y es mejor que lo descubráis por vosotros mismos, pero sí quiero advertir de que es una novela dura, muy dura. Se te pone la piel de gallina en muchos capítulos, te enfadas, te indignas y te preguntas cómo es posible que se den situaciones semejantes sin que nadie intervenga. Pese a ser una obra de ficción que transcurre en Corea, creo que cualquier mujer que lea esta obra puede sentirse perfectamente identificada ante las cosas que se narran en ella, demostrando que el machismo es transversal y se sufre sin importar el país de procedencia. Obviamente la cultura coreana tiene muchas diferencias con respecto a la occidental, pero el patriarcado se adapta a cualquier sociedad.

Kim Ji-young es un personaje que está muy despersonificado porque la idea de la autora es que cualquier mujer, coreana o no, sea capaz de verse a sí misma en la protagonista. Kim es una excusa para denunciar las vejaciones sistemáticas que sufren las mujeres en general y las coreanas en particular, una manera de dar visibilidad a un hecho terrorífico que tenemos tan normalizado que a veces pasa desapercibido y, por lo tanto, nos hace darnos cuenta de que ciertas situaciones o comentarios comunes no deberían serlo. Es un grito por todo lo que las mujeres han tenido y siguen teniendo que soportar, especialmente en sociedades tan cerradas como las asiáticas donde hablar de feminismo por desgracia sigue siendo la excepción.

Es una historia que está muy bien contada, que te permite ponerte en la piel de Kim ya sea por empatía o porque tú has vivido lo mismo o algo muy parecido en mayor o menor medida. Es una novela que te hace hervir la sangre y que te remueve por dentro por la cantidad de injusticias que tienes que tragarte mientras avanzas y la impotencia de ver cómo ni ella ni el resto de mujeres que la acompañan pueden hacer nada al respecto.

Kim Ji-young, nacida en 1982 es una novela brutalmente sincera y realista que le da al lector un golpe de realidad. Es una obra a la que hay que acercarse con cuidado, sabiendo que vas a encontrarte una historia muy dura y que no vas a disfrutar precisamente de ella. Pese a ello, es libro recomendadísimo que no me arrepiento de haber leído y al que creo que todo el mundo debería darle una oportunidad.

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Una historia muy real que sucede en Corea pero podría suceder en cualquier otro lado. En este libro vemos las dificultades que tienen las mujeres coreanas desde que nacen -en inferioridad de condiciones por ser mujeres- hasta su vida adulta. Los problemas para conseguir trabajo, para cobrar un sueldo digno, el machismo que tienen que soportar en la calle, en el ambiente laboral e incluso en la casa (vamos, esto sucede en todos lados). Conoceremos problemáticas que muchas mujeres tienen que aceptar quedándose calladas (el hombre gana más solo por ser hombre, el hombre tiene privilegios solo por su género, el hombre come primero, el hombre consigue mejores puestos laborales... ). La mujer en cambio siempre está por debajo. Una vez que se casa es quien debe dejar el trabajo, quien se debe ocupar de los hijos y de la casa, quien no puede quejarse porque es lo que le corresponde.

Me duele el alma pensar que mucha de las problemáticas que sucedían hace tantos años, aún siguen sucediendo y son cosa de todos los días. ¿Cuando aprenderemos (mujeres y hombres) que las mujeres somos mucho más que una madre? ¿Que podemos no querer tener hijos, que podemos preferir trabajar, que puede no gustarnos quedarnos en casa, que si un hombre se encarga de la casa o de los hijos no está “ayudando”, porque también es su responsabilidad?

Creo que es un libro excelente y que nos ayuda a abrir los ojos. Muy fuerte, pero muy cierto y también doloroso.

Esta novela la he leído gracias a la propuesta del club de cultura de la UNED. No conocía la nueva literatura coreana y entiendo el revuelo que ha traído a nivel internacional, ya que a través de la historia de su protagonista muchas mujeres se han visto reflejadas. Es ese reflejo, en el que también he visto situaciones cercanas a mí, que me ha dado desasosiego y sufrimiento, culpable de retrasar el fin de la lectura por no querer volver a ese texto...

Está novela dividida en seis partes,cada una abarcando unos años de la vida de nuestra protagonista. La narración nos va mostrando cómo fue la infancia, juventud y adultez de Kim Ji-young .
Es una crítica absoluta hacia las diferencias de géneros, hacia la distinción que existe en la vida laboral y social entre hombres y mujeres en Corea. Pero perfectamente se puede extrapolar hacia cualquier parte del mundo, es increíble lo poco que se ha avanzado en estos temas y cada párrafo de esta novela es un mazazo de realidad muy necesario en la sociedad.
Las partes donde se muestra toda la conciliación familiar es desgarradora y es una de las preocupaciones mayores que existen en la sociedad.
Me ha gustado mucho cómo está narrado, pero me hubiera gustado que profundizara más en la parte del psicólogo ya que me hubiera gustado que me narrará más su opinión.
Es indispensable leerlo.

Cada vez que llega marzo me entra un poco de ansiedad porque sé que como cada día 8, desde los últimos años,voy a tener que tragarme ciertos comentarios desafortunados del tipo: para cuando el día del hombre (aunque exista) o no sé qué más queréis si tenéis más derechos que los hombres...estos últimos años he procurado no entrar ni en redes por no cabrearme, pero entonces llega la lectura conjunta de este libro en el club de lectura de @laubythesea y recuerdo que ninguna lucha se ganó agachando la cabeza y estando callada por no molestar.
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En su día, cuando leí la mujer helada de Ernaux, ya me sorprendió que aún estando leyendo un libro ambientado en Francia y de una mujer varias generaciones anteriores a la mía, me sentía reflejada en muchas de las situaciones que narraba. Con esta lectura me ocurrió lo mismo y no deja de sorprenderme cómo es posible que todas las mujeres de todas las partes del mundo vivamos cosas parecidas sin tener nada en común, salvo eso, ser mujer.
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Es raro encontrar a una de nosotras a la que no la haya intimidado o violentado algún hombre, que no se haya sentido infravalorada en el trabajo, que no haya sentido que le cuesta más escalar a puestos de mayor responsabilidad, que no sienta que lleva sobre sus espaldas más carga de trabajo en casa o de crianza...y esto pasa en cada p*** rincón del mundo, pero además no nos podemos quejar porque en otros lugares están mejor y nosotras (NOSOTRAS) somos unas privilegiadas.
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Y bueno, no he hablado nada del libro, esta ha sido una reseña extraña, pero creo que con esta descarga de ira creo que podéis adivinar un poco lo que os podéis encontrar en él.
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Un libro que debería ser lectura obligatoria en la secundaria. Un libro que deberían leer tanto mujeres como hombres. Un libro que hay que leer. Para que no nos olvidemos muchas de nosotras lo que hemos ganado y por lo que debemos seguir luchando, en cualquier país del mundo.

Me decidí por esta lectura, aprovechando el #marzoasiatico y porque no conocía de nada a la autora. También me llamó la atención que la protagonista y yo somos de la misma quinta, así que no me lo pensé dos veces.

Estamos ante la historia de Kim Ji-young, una joven coreana que, insisto, podríamos ser cualquiera de nosotras. El libro empieza bien, con un hecho aparentemente insólito y del que yo esperaba una respuesta que no he obtenido. Tal vez por esto y porque está narrado en tercera persona, no he conectado nada con su protagonista.

Asistimos a la descripción del patriarcado coreano, del que yo era consciente sólo parcialmente. He tenido momentos de cabreo y estupor, mezclados con fases de admiración y esperanza de manos de la madre de la protagonista que, al final, ha sido el personaje que más me ha gustado.

Un libro necesario, que saca a la palestra temas tan reales como incómodos, pero que a mí me han dejado un poco fría (no sé si porque la evolución del feminismo en Europa está en otro punto diferente o porque dentro del propio libro se ofrecen datos estadísticos que a mí me han sacado de la historia).

Una lectura más, que no recomendaré especialmente, salvo para quien tenga especial interés en conocer un poco más a fondo a la sociedad coreana.

Corea del Sur es uno de los países con mayor desigualdad de género y Cho Nam-joo la expone sin tapujos narrando la vida de Kim Ji-young. Una vida que podría ser la de cualquier otra mujer coreana nacida en la misma época, de ahí que Cho utilice para su protagonista uno de los nombres más comunes en aquella época en ese país.

Publicado en 2016, este libro se describe como «un terremoto que ha sacudido a las mujeres de medio mundo» pero, tal vez porque el movimiento feminista en España lleva más camino andado, a mí me ha dejado un poco fría. O no, puede que no sea eso, puede que simplemente sea que no he conectado con la protagonista aun habiendo vivido unos episodios con los que empatizaría cualquiera, o que no me ha gustado cómo se ha abordado el tema de la salud mental (me ha parecido innecesario y resuelto de una forma muy banal).

Esta historia es la de muchas mujeres en todo el mundo. Todas podemos reconocernos, en mayor o menor medida, en muchas realidades que aquí se exponen (Cho construye su ficción con datos e información real que revela en notas a pie de página). Es por eso que lo considero un libro necesario que lucha por visibilizar el patriarcado coreano, por dar voz a las que callan y, por ende, por arrimar el hombro en este movimiento global por la igualdad de género que no ha llegado a todas partes del mismo modo. Pero, para mí, a esta historia le falta alma mientras se pierde en estadísticas y en la prioridad de no dejarse nada en el tintero. Se pierde en narrar una sucesión de pasos o episodios que saquen a la luz cada uno de los escollos posibles, cada una de las penalidades, cada una de las injusticias olvidándose de acercarnos más a sus personajes. La verdad es que es aterrador ver expuestas, una detrás de otra, cada una de las desigualdades, de los menosprecios, de los sacrificios... teniendo total conocimiento de que tienen más realidad que ficción y de que suceden en tantas partes del mundo aunque estén ejemplificadas en Corea.

Puede que el error haya sido mío y fuera esperar algo que la autora no pretendía dar. Puede que el objetivo del libro, que me parece muy muy necesario, se haya comido la parte más novelada y puede que fuera de forma intencionada.