Un amor

Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad.

Quizá él tiene razón. Quizá es mejor no penetrar en el misterio, para evitar que se corrompa.

ME he leído un amor en 4 horas. Me empujaba una necesidad de saber como alguien tan insoportable como su protagonista era capaz de tomar el control de su vida miserable. Al final del libro terminé por sentir una rabia y una frustación tan grandes que días después sigo enfadada con la autora. Esta no es una historia sobre un amor, es una historia sobre la obsesion de una chica narcisista y que adolece de un trastorno obsesivo compulsivo. Su vida es una mierda y no hace nada por remediarlo, se queja de todo y de todos y no hace nada por remediarlo, no confía en nadie y no trata de ganarse la confianza de nadie. Se obsesiona con un vecino , el Aleman, que, efectivamente es capaz de ver que está teniendo una relacion intima con una narcisista y decide dejarla. Ella, le sigue y persigue y vigila y le llama y se humilla para que vuelva con ella. Nadie lo haría , por su puesto. Cuanto mas te humillas mas espantas a aquel a quien quieres recuperar. En fin, que he sentido una frustacion y una rabia indecibles al pensar que esta autora ha creado una protagonista que es la antitesis, o deberia serlo de cualquier mujer del siglo XXI. Si lo que queria era enfadar al resto de las mujeres lectoras con una protagonista que ha perdido toda dignidad, si es que alguna vez la tubo, y que no sirve para nada, conmigo lo ha conseguido.

Ningún culpable queda perdonado si no recibe su castigo.

No se llega al blanco apuntando, sino descuidadamente, mediante oscilaciones y rodeos, casi por casualidad.

Quizá es mejor no penetrar en el misterio, no tratar de entenderlo, para evitar que se corrompa. El malestar de la felicidad es una idea que le ronda ahora con insistencia: un tipo de felicidad que contiene en sí misma la semilla de su propia destrucción.

No puede ser tan horrible, se dice. Es ella, su mirada, que está enferma. Ojalá pudiera cerrar los ojos para no ver más.

La inexperiencia de él la engrandecía a ella, la hacia poderosa. La carencia de él era, para ella, su riqueza.

Al hacerse de noche es cuando cae el peso sobre ella, tan grande que tiene que sentarse para coger aliento (pág. 9).

De pronto, caminar a su lado le parece una experiencia más íntima que tumbarse en su cama o desnudarse ante él.