... hacia ella se encaminan, nítidas, unas nuevas palabras: el tiempo es el castigo. Las pronuncia como si las leyera, como si no proviniesen de ella, sino de más allá, de mucho más allá.
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... hacia ella se encaminan, nítidas, unas nuevas palabras: el tiempo es el castigo. Las pronuncia como si las leyera, como si no proviniesen de ella, sino de más allá, de mucho más allá.
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Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro.
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Es mejor no pensar, pero los pensamientos llegan y se deslizan a través de ella, entrelazándose. Intenta que salgan a la misma velocidad con la que entran, pero se le acumulan en el interior, un pensamiento sobre otro.
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** Y ella, piensa, se había empeñado en traducirlo, en llevarlo a su terreno. Qué absurda pretensión, se dice. Si no fuese ridículo, sería hasta divertido. **Todo ha ocurrido en muy poco tiempo. Tan poco que se asombra cuando lo piensa. Estrenó un tubo de pasta de dientes cuando llegó a La Escapa, un tubo que ha estado usando dos o tres veces diarias y, aun así, todavía no lo ha terminado de gastar, aún queda como un tercio. Es increíble, se dice: moverse por dentro por completo, sacudirse, darse la vuelta y volvérsela a dar, en menos de lo que se tarda en gastar 125 mililitros de dentífrico. **Como el dinero, se dice, también el capital erótico se va escurriendo sin que uno se dé cuenta, solo se toma conciencia de él cuando desaparece, y se escudriña en el espejo con una mirada desprovista de piedad, evaluando las partes de su cuerpo o de su cara donde puede radicar el error. **Su memoria se ha encogido. Su memoria, ahora, es tan pequeña que le cabe en un puño. Las reliquias sentimentales, se dice, no merecen la eternidad. ** Que cansado es escuchar cuando no se tiene nada que añadir, piensa borrosamente. **Quizá se había dejado llevar por el egoísmo de agarrar más cosas de las que le pertenecían. Quizá era verdad que era una ingrata. Había tocado a Dios y, aún así, le había resultado insuficiente. + Leer más |
Qué cansado es escuchar cuando no se tiene nada que añadir.
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Quizá era verdad que era una ingrata. Había tocado a Dios y, aún así, le había resultado insuficiente.
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En este sitio nadie entiende a nadie.
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Todo ha ocurrido en muy poco tiempo. Tan poco que se asombra cuando lo piensa. Estrenó un tubo de pasta de dientes cuando llegó a La Escapa, un tubo que ha estado usando dos o tres veces diarias y, aun así, todavía no lo ha terminado de gastar, aún queda como un tercio. Es increíble, se dice: moverse por dentro por completo, sacudirse, darse la vuelta y volvérsela a dar, en menos de lo que se tarda en gastar 125 mililitros de dentífrico.
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¿Es una obsesión?. Sí claramente es una obsesión. Pero no solo eso, se dice. Es un rapto, una metamorfosis, una transformación radical de lo esperado. Lo que estaba buena, en la lejanía del paisaje, lo que era invisible y carecía de interés, está ahora dentro de ella, habitandola, sacudiéndola. Toda la cambiado de rango. Todo se va desordenado.
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Como el dinero, se dice, también el capital erótico se va escurriendo sin que uno se dé cuenta, solo se toma conciencia de él cuando desaparece, y se escudriña en el espejo con una mirada desprovista de piedad, evaluando las partes de su cuerpo o de su cara donde puede radicar el error.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?