Betty

Betty tiene la suerte y, a la vez, la maldición de haber sido la única de ocho hermanos en heredar los rasgos de su padre cheroqui (el resto se han quedado con los de su madre blanca). Una suerte, por la conexión tan especial que creará entre ambos el poderse reconocer en el rostro del otro. Una maldición, por el señalamiento y los desprecios que tendrá que soportar (incluso en el propio seno familiar) por su etnia.

'Betty' es el gran homenaje de Tiffany McDaniel a su madre, cuya historia recoge en esta novela que me ha enamorado desde sus primeras páginas. Es un coming-of-age crudo, de gran carga dramática, que te hará cuestionarte cómo es posible que un núcleo tan pequeño pueda albergar tantas desgracias. Hace que incluso te preguntes si la maldición que se menciona en el libro (no, no es la que utilizo como metáfora en el primer párrafo) puede, escapando a toda lógica, ser cierta.

El racismo y el machismo se aúnan en esta familia para amargarles la existencia, y más teniendo en cuenta su condición humilde y en parte marginal. Betty soporta a lo largo de su infancia el peso de todas las violencias de las que es testigo, a veces por sufrirlas en carne propia, otras de manera accidental y otras a destiempo, a través de los testimonios de una madre traumatizada y con claros problemas de salud mental. Es imposible gestionar a tan corta edad tal cantidad de crueldad y egoísmo, pero irán forjando su carácter, reemplazando su inocencia por una rabia desbordante. La evolución se verá reflejada en el estilo de la autora a medida que avanza la historia.

Sin embargo, lo que más me han fascinado son los momentos luminosos ayudados por esa prosa tan poética de McDaniel y por la sabiduría del pueblo cheroqui que el padre de la familia, Leland, transmite a sus hijos (y especialmente a Betty, que a su vez la hará suya). Es un soplo de aire fresco en medio de la devastación, una manera de darte fuerzas para descansar del sobrecogimiento. Y, a la vez, es también algo triste, al hacerte valorar una tradición que tiene sus días contados por culpa de la imposición de la cultura dominante.

Hacia el final me ha dado la impresión de que pierde un poco de su frescura y naturalidad. En el último tercio he sentido que las cosas ya no sucedían con un flujo natural, sino algo atropelladas. He dejado de ver esa espontaneidad y sorpresa del principio, quedándome un poco con la sensación (que no tuve hasta entonces) de "a ver qué toca en este capítulo". Se veía venir de una manera mucho más evidente, algo que no me hubiese chocado si hubiese sido así desde el principio.

Sin embargo, la fuerza narrativa de 'Betty' es tan grande que no considero que sea algo tan importante como para que me haya influido a la hora de valorarla, un pequeño contratiempo sin mayor importancia.

En definitiva, una historia inolvidable que me ha mantenido en vilo y con el corazón en un puño.
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El libro nos lleva a la América profunda, al Ohio de los años 50-60; nos cuenta la historia de la familia Carpenter, un matrimonio mixto formado por Alka, una mujer que sufrió maltrato, y por Landon, un indio cheroqui que guarda la tradición, el misticismo y el folklore de sus antepasados.
La narradora de la historia es Betty, la sexta hija y la única que tiene la piel morena del padre, ?que la llama Pequeña India. Esto le hace padecer la incomprensión de sus hermanos y el racismo de compañeros y profesores; también será la única que comparta y guarde la cultura y las tradiciones del padre.
A través de los ojos de Betty conocemos la pobreza y la violencia que les rodea. Betty resiste escribiendo historias que lanza al viento,quema o entierra en papeles que la tierra absorberá; Betty nos hace disfrutar con su curiosidad por la naturaleza, su amor feroz por sus hermanas y las brillantes historias de su padre que encienden su imaginación.
Aunque en algunos momentos nos pueden recordar a otras novelas de crecimiento, los personajes son lo mejor de la novela, todos,hasta los "malos ", tienen sus atractivos. La trama, engancha desde el principio ya que en cada capítulo sucede algo que va marcando a los personajes y convirtiéndoles en las personas que van a ser; pero el final, con unos saltos temporales en la última parte me resultó algo precipitado.
Betty es una novela dura y con momentos violentos, pero mereció la pena leerla.

Cuando hice el monográfico de Hoja de lata, los editores dentro de su colección seleccionaron Betty como aquel libro de su catálogo en la categoría de "Libro para llorar", y una vez leído, tengo que admitir que el título es más que merecido. McDaniel nos cuenta en Betty la historia de su madre, una niña de ascendencia cheroqui que sufrirá la discriminación por sus rasgos y vivirá muy de cerca la violencia ejercida sobre la mujer.

Dentro de todas las crueldades y discriminaciones que cuenta el libro, es necesario hacer hincapié en el tono que usa la autora para contar la historia. Se trata de un tono tierno que conjuga la inocencia de Betty con la magia ancestral que representa la figura de su padre. Este tono hace que la lectura sea confortable y segura a pesar de que no sabes en qué página te puede venir la sacudida que te haga tambalearte emocionalmente. Esa mezcla que de primeras puede llegar a parecer algo imposible, la autora lo consigue y es quizá uno de los puntos fuertes del libro.

Me ha encantado como se narra las relaciones entre hermanas. Ese núcleo que forman Fraya, Flossie y Betty me ha parecido de lo más adorable y he disfrutado especialmente con las interacciones de las dos últimas a pesar de que Flossie a veces era algo cruel. Por otro lado, creo que tenemos una novela fuertemente feminista, representando una realidad de la que gracias a Dios ahora se empieza a hablar y no a esconder. Otros puntos abordados en la novela, quizá diría con menor profundidad, son la salud mental y la discriminación racial. Me hubiese gustado que este último hubiese tenido mayor peso en el libro ya que es Betty la que especialmente lo sufre.

Hay muchos temas abarcados en la novela, pero creo que hay uno que destaca por encima de todos, quizá porque se erige como lo único lleno de luz en un nido de penumbras, y esa es la relación entre Betty y su padre. Diría que Betty es en esencia una carta de amor a su padre, una persona que fue el salvavidas al que se agarro para no naufragar dentro de las grietas que se iban abriendo a su alrededor.

La narradora de este coming of age es la madre de la autora. Betty, hija de padre cheroqui y madre blanca, crece con el estigma de ser una niña de piel oscura en los 60, uniendo en su persona las dos opresiones que sufrían sus padres por separado (ella por su sexo, él por su raza).

Landon, el padre, es un hombre amoroso que educa a sus hijos en el respeto por la naturaleza, el conocimiento de sus raíces, y la fortaleza y resiliencia frente a un mundo en el que “para ganar la guerra solo tienen que hacerte caer”. Es un hombre sencillo, consciente de que no puede escalar socialmente, pero que inculca en sus hijos la esperanza de aspirar a una vida mejor.

La madre se presenta de primeras como una persona inestable y cruel. Habla y actúa desde sus entrañas, y sus consejos y enseñanzas están impregnados por el trauma y el dolor. No pueden ser tan poéticos ni idealistas como los de su marido, pero también son valiosos. Acabaréis entendiéndola.

Me ha gustado la narración deteniéndose en los detalles cotidianos, la construcción de las relaciones familiares, y las conversaciones que sirven a Betty para ir conformando su identidad.

Por poner un pequeño reparo, la recta final me pareció apresurada. Tras haber estado leyendo una historia contada de manera tan pausada, me dio la sensación de que ponía el pie en el acelerador para contar demasiadas cosas en pocas páginas.

¿Hay escenas impactantes? Sí, bastantes. Algunas difícilmente soportables. Pero, curiosamente, mi sensación final es que se trata de un libro luminoso y lleno de amor, igual que lo era el espíritu de Landon. Las leyendas cheroquis se deslizan grácilmente por sus páginas, y es precioso conocer la humildad de un pueblo de orígenes matriarcales que no se considera mejor ni más especial que la tierra que pisa, las plantas que cultiva o los animales a su alrededor.

Ojalá todos los hombres acogieran esa filosofía de vida. El planeta que habitamos lo agradecería.

Igual que Atticus Finch es uno de mis personajes favoritos de la literatura, en Betty he vuelto a encontrar otros que igualmente se quedarán conmigo para siempre.

Tiffany McDaniel ha escrito una novela muy triste tratando temas con los que no todo el mundo se siente cómodo leyendo. Pero su narrativa es tan sumamente bella, delicada y metafórica que merece la pena cada sufrimiento con tal de seguir leyendo a esta autora.

En breve, Betty cuenta la historia de una familia de descendencia cherokee que vive en un pequeño pueblo rural de Ohio. La protagonista principal de esta historia es la pequeña Betty, que comparte un vínculo especial con su padre. La vida de esta familia no es nada fácil y su autora utiliza la técnica de la anticipación para presagiar los horrores y desgracias que padecen los miembros de esta familia. Es decir, conforme vas leyendo, intuyes lo que está pasando pero no se confirma hasta más adelante.

Betty te va a hacer el corazón añicos pero merece la pena nada más que por ver la resiliencia de su protagonista, la relación tan maravillosa que tiene con sus padres, sus diálogos, esa naturaleza presente en toda la novela junto con las referencias a los antepasados. En serio, si os gustan los dramones y las novelas preciosamente escritas, tenéis que leer Betty. Tengo páginas enteras señaladas y cada vez que las leo vuelven a emocionarme como si las leyera por primera vez.

Si “El verano que lo derritió todo “se convirtió en una de mis mejores lecturas de 2023 e hizo que quisiera leerlo todo de su autora Tiffany McDaniel, “Betty” no se ha quedado atrás. Es más, creo que he empezado el 2024 a lo grande y que esta lectura va a ser muy difícil de superar. Igual de difícil que reseñar un libro lleno de tantos matices y del que tantas cosas bonitas se han dicho ya.
La historia de Betty es la historia real de la madre de Tiffany McDaniel, ambientada en el Breathed de los años 60. Betty Carpenter es una niña mestiza, hija de madre blanca y padre cheroqui, la única de ocho hermanos con piel oscura. Esto hará que en un pueblo predominantemente blanco Betty sea atravesada por el racismo, el clasismo y el sexismo. Será víctima de rechazos y humillaciones por parte de profesores, compañeros de escuela, vecinos e incluso por sus propios hermanos.
La historia de Betty no es una historia de príncipes azules ni princesas dulces. Tendrá que aprender sobre lo que es capaz de hacer el hombre y conocerá bien de cerca el maltrato hacia las mujeres. Pero Betty sabrá sobreponerse a las situaciones y luchará por encontrarse a sí misma. Y encontrará en su padre, Landon Carpenter, una vía de salvación. Landon es un hombre lleno de magia que inculcará en Betty su amor y su orgullo por el legado de sus ancestros. El tierno vínculo entre padre e hija la fortalecerá y la hará crecer.
La historia de Betty es una historia de superación. de búsqueda de identidad. Es un homenaje a las mujeres. A las madres. A la naturaleza. Una oda a lo que es verdaderamente importante.
McDaniel hace magia no solo con lo que cuenta sino con cómo lo cuenta. Escrita cuando apenas tenía 17 años es capaz de narrarte acontecimientos desgarradores con una belleza y una poética dignas de admirar.
Betty ha pasado a formar uno de los libros de mi vida. Betty te encoge el corazón. Te lo rompe en mil pedazos. Pero te lo deja llenito. Llenito de amor y de infinidad de lecciones. Llenito de luz.
Creo que me quedo corta. Leedla. Regaladla.

¿Qué hace que Betty sea tan buen libro? ¿Es la forma de narrar, delicada pero a la vez punzante? ¿La evolución de la voz que narra, de la infancia a la adultez? ¿O podría ser la forma de reflejar la desgracia, las relaciones familiares tormentosas y los problemas de salud mental?

Diría que es una mezcla de todo. Betty empieza y va evolucionando como la vida. Nos cuenta la historia de Betty, una niña nacida de un matrimonio de una mujer blanca y un hombre cheroqui hacia mitad del siglo pasado. El libro empieza con inocencia infantil y poco a poco va ganando lucidez y mayor entendimiento de lo que ocurre a su alrededor.

Tiene momentos duros. En algunos, me sentí realmente incómoda. Pero es lo que necesitaba mostrar.

Por si fuera poco, se basa en la vida real de la abuela de la autora, aunque ella misma explique que no es solo eso. Creo que le añade profundidad a la lectura, al preguntarte cuánto hay de biografía en los diferentes sucesos.

Si no le doy 5 estrella es porque lo reservo para mis libros más favoritos. Quizás en un tiempo cambie de opinión y la suba.

En el seno de una familia mestiza que vive al margen de una comunidad blanca, atrasada y racista, nace Betty. de todas las hijas, ella es la que más apariencia cheroqui ha heredado de su padre.

𝘉𝘦𝘵𝘵𝘺 de 𝘛𝘪𝘧𝘧𝘢𝘯𝘺 𝘔𝘤𝘥𝘢𝘯𝘪𝘦𝘭 no solo narra una historia sobre el racismo y la marginación a la que se vio sometida la cultura indígena del sureste de los Estados Unidos durante la década de los 60 y 70, también refleja la brutalidad y el maltrato que todavía hoy experimentan las mujeres.

Seremos testigos de como Betty, al igual que tantas otras niñas, se ve obligada a madurar antes de tiempo, y de como lo hace cargando con penas ajenas, con secretos familiares oscuros e injustos, de esos que uno calla por miedo y te perforan por dentro.

Mcdaniel tiene una forma de escribir realmente poética y evocadora, y con ella es capaz de dar voz al pueblo indio americano de los cheroquis, cuyas enseñanzas alteran nuestra percepción lógica del mundo, evidenciando los defectos que sufre la sociedad heteropatriarcal en la que vivimos (machismo, maltrato hacia la naturaleza, prejuicios, discriminación, etc.).

Por suerte, la conexión que existe entre padre e hija en esta historia ha sido preciosa y acertada. Consigue aportar ese alivio tierno y mágico tan necesario para establecer un equilibrio con las escenas más severas. He llorado y he rabiado de frustración, pero también me ha iluminado la esperanza.

Sin lugar a dudas, Betty es una aventura extraordinaria que llega justo a tiempo de posicionarse como una de mis mejores lecturas de 2023. Me sorprende que, al igual que la propia protagonista, haya permanecido silenciada durante tanto tiempo. En un primer momento, el manuscrito tardó cuatro años en pasar el filtro editorial. Menos mal que 𝘉𝘦𝘵𝘵𝘺 terminó siendo liberada.

Betty Carpenter es una niña de piel oscura de un pueblo de Ohio. Junto con sus ocho hermanos relata su cruenta vida. Para muchos, un futuro clásico de la literatura rural estadounidense.
La historia de Betty está llena de vivencias muy duras que van desde el racismo hasta la pérdida pasando por el dolor y la pobreza. Pobreza económica pero grandeza de imaginación. La relación de Betty con su maravilloso padre es fantástica, llena de amor, imaginacion y fantasía. Los momentos de locura de la madre de Betty se mezclan con la lucidez de muchas de sus frases. La vida de Betty no es fácil, nada fácil, pero leyéndola soy capaz de ver la belleza en sus ojos. Me parece increible como consigue transmitir a través del punto de vista de una niña y como consigue tapar el dolor para simplemente sobrevivir. El personaje del padre de Betty es un ser de magia, con sus palabras consigue que Betty se evada a otro mundo donde la fantasía y lo maravilloso perviven

Es una de mis lecturas favoritas de este año.
Historia dura y desgarradora, pero contada con una dulzura y tan bien escrita que no se puede parar de leer.
Yo quiero un padre cherokee que me cuente esas maravillosas historias.
Un gran descubrimiento esta escritora.