Betty

Una niña se hace mujer a punta de cuchillo, pero es la mujer la que debe decidir si la cuchilla le corta [...] o si encuentra la fuerza para saltar con los brazos estirados y se atreve a volar.

Mientras le caían gotas de jugo por la barbilla, pensé en que Dios existe en pequeños detalles que no siempre vemos, a menos que casualmente estemos mirando en el preciso instante en que una hermana planta cara a sus demonios y te recuerda que aún quedan paraísos en el mundo.

-Si no vas al colegio, ellos ganan, Betty -dijo-. Ganan porque para ganar la guerra solo han tenido que hacerte caer.

Entonces comprendí que no solo papá necesitaba que nosotras creyésemos sus historias, sino que nosotras también necesitábamos creerle a él. Creer en estrellas sin madurar y en águilas capaces de hacer cosas extraordinarias. En resumidas cuentas, deseábamos que la vida no se redujese a la realidad que nos rodeaba.

Ojalá pudiesen reencontrarse en los sitios en los que se habían despedido por última vez cuando eran lo bastante jóvenes para creer que los poemas podían estar escritos para ellos dos.

Mi hermana no era más que otra chica condenada por las ideas políticas y los textos ancestrales que dictan que el destino de una mujer es ser honrada, obediente y moderadamente atractiva, pero invisible cuando la ocasión lo requiere. Clavada en la cruz de su género, una chica se halla entre su madre y la costilla prehistórica, donde hay poco espacio para ser algo más que una hija que convive con sus hermanos, pero que no es igual que ellos. Chicos que pueden gritar como gatos en celo y manosear a su antojo, pero a los que nunca llamarán "guarra" o "puta"como a mí hermana.

Mi hermana no era más que otra chica condenada por las ideas políticas y los textos ancestrales que dictan que el destino de una mujer es ser honrada, obediente y moderadamente atractiva, pero invisible cuando la ocasión lo requiere. Clavada en la cruz de su género, una chica se halla entre la madre y la costilla prehistórica, donde hay poco espacio para ser algo más que una hija que convive con sus hermanos, pero no igual que ellos. Chicos que pueden gritar como gatos en celo y manosear a su antojo, pero a los que nunca llamarán "guarra" o "puta" como a mi hermana.

Papá no se acostó esa noche. Se puso a limpiar la casa. Los maridos siempre hacen eso. Se creen que mientras la casa esté limpia y el trabajo esté hecho, sus esposas estarán contentas, como si toda la felicidad de la vida dependiese de tener el suelo fregado.

“Entonces comprendí que no solo papá necesitaba que nosotras creyésemos sus historias, sino que nosotras también necesitábamos creerle a él. Creer en estrellas sin madurar y en águilas capaces de hacer cosas extraordinarias. En resumidas cuentas, deseábamos que la vida no se redujese a la realidad que nos rodeaba”

-Si no vas al colegio, ellos ganan, Betty-dijo-.Ganan porque para ganar la guerra solo han tenido que hacerte caer.

-Es como cuando me mordió la serpiente de cascabel-continuó-. Pensé que me había vencido, pero lo que me mordió me hizo más fuerte. Ahora te están mordiendo a ti.