Durante mucho tiempo, su esperanza había sido tan frágil como las burbujas de jabón, y todavía temía que pudiera estallar.
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Durante mucho tiempo, su esperanza había sido tan frágil como las burbujas de jabón, y todavía temía que pudiera estallar.
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Una parte de ella realmente había pensado que el beso lo había marcado, aunque quizá solo la había marcado a ella.
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Pero la duda era como la sal: no se necesitaba demasiada para alterar el gusto de los pensamientos.
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La última vez que vio a Jacks, él se alejaba mientras ella se convertía en piedra. No quería saber a qué otra cosa podía condenarla si la veía, pero era como la marea, atraída por la insuperable fuerza de la luna. No era de extrañar que las olas estuvieran siempre rompiendo; debían odiar aquella atracción tanto como ella.
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Sabía que algunos la considerarían una tonta, pero era muy difícil desenamorarse de alguien por completo sin tener a otra persona a la que amar en su lugar.
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Creo que hay muchas más posibilidades que el felices para siempre o la tragedia. Cada historia tiene el potencial de infinitos finales.
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Tenía ganas de llorar, pero no tantas como de encontrar un modo de volver atrás en el tiempo, de regresar al pasado, antes de conocer a Agnes, de conocer a Luc, antes de perder a sus padres. Solo quería un abrazo más de su padre, unos minutos más con su madre mientras esta le acariciaba el cabello. El dolor que sintió al perder a Luc no era siquiera un rasguño en comparación con la ausencia de su madre y de su padre. Todavia quería a Luc, pero lo que de verdad quería era la vida y todo el amor que había perdido.
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A veces, cuando se sentía especialmente esperanzada, incluso pensaba que sería el propio Jacks quien acudiría en su rescate. Pero, por esperanzada que se sintiera, sabía que el Príncipe de Corazones no era un Salvador. De él era de quien la gente tenía que ser salvada.
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Al menos, Evangeline todavía tenía la capacidad de pensar. Aunque, a veces, esa capacidad le hacía daño. Normalmente ocurría después de días de nada infinita, cuando creía que por fin sentía algo. Pero nunca era lo que quería. Nunca era calidez en su piel, un hormigueo en los dedos de los pies u otra persona tocándola para que supiera que no estaba totalmente sola en el mundo. Habitualmente solo era la flecha de su corazón roto, o una punzada de arrepentimiento.
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Los Destinos no eran peligrosos por ser malvados; los Destinos eran peligrosos porque desconocían la diferencia entre el bien y el mal.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?