Érase una vez un corazón roto de Stephanie Garber
La última vez que vio a Jacks, él se alejaba mientras ella se convertía en piedra. No quería saber a qué otra cosa podía condenarla si la veía, pero era como la marea, atraída por la insuperable fuerza de la luna. No era de extrañar que las olas estuvieran siempre rompiendo; debían odiar aquella atracción tanto como ella.
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