Tiene algo de perturbador, evocar un recuerdo cálido y que te deje completamente frío.
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Tiene algo de perturbador, evocar un recuerdo cálido y que te deje completamente frío.
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A lo mejor no había finales felices en mi futuro.
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El amor es la infinita mutabilidad del mundo, las mentiras, el odio, incluso el asesinato, están entretegidos en el, es el inevitable florecimiento de sus opuestos, una rosa magnifica que huele ligeramente a sangre.
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Una mentira fácil, puede dañar más que una verdad incomoda.
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Sabía que al menos aquello era cierto, porque su hija padecía la misma obstinada vena de ansiedad: Amy era capaz de pasarse toda una tarde preocupada por si habría dejado el horno encendido, a pesar de que aquel día no hubiéramos cocinado nada. ¿Habíamos cerrado la puerta con llave? ¿Estaba seguro? Siempre se ponía en el pero de los casos a gran escala. Nunca se limitaba a pensar que la puerta pudiera haberse quedado abierta: era que la puerta se había quedado abierta y unos hombres se habían colado en nuestro apartamento y seguían allí esperando para violarla y asesinarla.
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—Tampoco es que le gustaran los regalos particularmente caros ni fantasiosos —comencé, y me vi golpeado por una pelota de papel arrojada por Tanner. —¿Qué? —Pretérito. Deje de utilizar el pretérito para hablar de su esposa. —Tengo entendido que su esposa y usted han sufrido algunos altibajos —continuó Betsy. —Han sido un par de años duros. Los dos nos quedamos sin trabajo. —¡Bien, sí! —exclamó Tanner—. Los dos. —Nos mudamos aquí para cuidar de mi padre, que sufre Alzheimer, y de mi difunta madre, que tenía cáncer, además de lo cual tuve que trabajar muy duro en mi nuevo negocio. —Bien, Nick, bien —dijo Tanner. |
Es una era difícil en la que ser persona. Simplemente una persona real, auténtica, en vez de una colección de rasgos seleccionados a partir de una interminable galería de personajes. Y si todos interpretamos un papel, es imposible que exista nada semejante a un compañero del alma, porque lo que tenemos no son almas de verdad.
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Amar es tener que mentir cada rato.
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Ninguna relación es perfecta, dicen. Ellas, que han aceptado el sexo por compromiso y los pedos nocturnos, que han cambiado la conversación por la tele, que creen que la capitulación conyugal -sí, cariños; está bien, cariño- es lo mismo que la concordia. Dame un hombre que tenga redaños, un hombre que plante cara a mis chorradas. (Pero que a la vez aprecie mis chorradas.) En cualquier caso, no me hagas caer en una de esas relaciones que se pasan la vida chinchándose, disfrazando los insultos de bromas, poniendo los ojos en blanco y discutiendo “juguetonamente” delante de los amigos con la esperanza de ponerlos de su parte en una discusión que no podría importarles menos.
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Su mente era basta y profunda y ya solo estar con ella me volvió más inteligente. Y más considerado y más activo y más vivo, casi eléctrico, porque para Amy el amor era como las drogas o el alcohol o el porno: no había techo.
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10 negritos