Entre mis fantasías más temidas estaba la idea de que pudiera empequeñecer, volver a la adolescencia, a la infancia, ser condenada a vivir de nuevo esas fases de mi vida.
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Entre mis fantasías más temidas estaba la idea de que pudiera empequeñecer, volver a la adolescencia, a la infancia, ser condenada a vivir de nuevo esas fases de mi vida.
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Los hombres tienen siempre algo patético, a cualquier edad. Una arrogancia frágil, una audacia temerosa. Ya no sé si me han inspirado amor alguna vez o solo han despertado en mí una afectuosa comprensión por su debilidad.
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Que estupidez pensar que una pueda confesarse ante los hijos antes de que cumplan al menos cincuenta años. Pretender ser vista por ellos como una persona y no como una función. Decir: yo soy vuestra historia, vosotros salisteis de mí, escuchadme, podría serviros.
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Se mira a un niño y de inmediato comienza el juego de las semejanzas, hay prisa por encerrarlo dentro del perímetro conocido de los padres. De hecho es solo materia viva, enésima carne causal procedente de largas cadenas de organismos. Ingeniería – la naturaleza es ingeniería, también la cultura lo es, después de la ciencia, solo el caos no es ingeniero– junto a necesidad perentoria de reproducción.
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Las lenguas tienen para mí un veneno secreto que cada cierto tiempo se activa y contra el cual no hay antídoto.
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Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender.
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