El evangelio según María Magdalena

¡Blasfema!
¡Hereja!

¡El inquisidor que llevo dentro no puede, por menos, condenar a la autora a la hoguera!

En contra de lo que creéis, no por sus pensamientos, ideología o por la patada que le propina a testamentos de curso legal o bastardos (no reconocidos) sino por el maltrato que Cristina Fallarás le da a la palabra y en su extensión, a la literatura.

Poco amor por las letras en un texto que duele, como digestión de 6 platos de garbanzos con 3 kilos de morcillas, chorizos y panceta. A pedo de esta mezcla huele su narrativa.
No es mala, es lo peor.

Por mucho que busquéis, no encontraréis libro tan mal escrito.

El abuso de repeticiones sin sentido me hacen pensar en...
Colocón de porro caducado. Diarrea en la pluma.

Párrafos sin sentido, oraciones mal construidas, verbos conjugados como le sale de las narices, adjetivos que no significan lo que pretende...

Y una extralimitación en el odio con el que tiñe, todas y cada una de las frases de esta, sin embargo, atrevida novela.

Interesante y tan creíble o no, como cualquier otra versión, la autora sorprende hasta al más descreeido y su mayor valor es la forma de transgredir lo conocido o políticamente apostólico.

El milagro de los panes y los peces, el calvario de Jesús (al que llama "el nazareno") o la resurrección humanizan lo divino hasta llevarnos a un final tan osado que no puedo mas que reverenciarla, ponerme en pie y aplaudirla.

Sí, en mi bipolaridad, felicito su capacidad inventiva y le doy sin asco, a todo lo demás.

El carpintero es el gran olvidado, apenas una leve referencia, y menos mal, tal como plantea los personajes a este le caería el sambenito de cornudo...

La Magdalena deja de ser prostituta para convertirse en comerciante prepotente, resentida y enamorada de un Chechu, que da pena verlo. A Fallarás en su torpeza (o no) le sale una heroína algo repelente.

La novela no vale un pimiento. Su prosa es insufrible pero:

Transgredir es sano, crear tu visión sin atacar a nadie un ejercicio de respeto.
Y si hablamos de fantasía...Lázaro levántate y anda.

Al fin y al cabo esta Maria Magdalena nos cuenta una parte de su historia desde el dolor, el odio y la rabia.

Ficción pura y dura que no se sustenta en ningún estudio, con clara intención de llamar la atención.
Una mentira más de la gran mentira.

Antes de leer, ponerse colirio y tomar un protector de estómago.

El evangelio según María Magdalena es un libro difícil de tipificar: es una biografía, un ensayo, narrativa. Lo tiene todo.
El libro recorre una de las bases en las que se asientan muchos valores morales y sociales de hoy en día y lo cuenta desde donde nadie había querido mirar antes. María Magdalena fue apartada, repudiada del relato oficial para beneficio de todos aquellos que querían lucrarse de todo lo acontecido en torno a la figura de Cristo. Fue tratada de prostituta y así es como ha llegado a nuestros días.
Por eso, Cristina Fallarás se ha encargado de poner los puntos sobre las ies, de crear el relato que nos faltaba, el relato más allá de milagros, parábolas y todo tipo de hechos fantásticos. La Fallarás describe, narra y pone el foco en el trabajo de todos los que contribuyeron a la historia entorno a Jesús. No habla de los apóstoles, si no de los que trabajaban codo con codo con él salvando vidas, ayudando a la gente, estando donde tenían que estar en cada momento para cumplir su objetivo.
Pero, sobre todo, presenta a las grandes olvidadas de esta (y de muchas) historias: las mujeres. María Magdalena no solo estuvo al lado de Jesús hasta el final, fue además una de las personas que logro que todo se obrara. Puso su dinero, su comida, su negocio e incluso su casa para lograr una causa; y al final nos olvidamos de ella.

Si leemos este libro sin poner el foco en de quién nos están hablando, si lo tomamos desde un punto borroso este libro se convierte también en todo un relato o incluso un ensayo de muchos de los aspectos que las mujeres seguimos soportando hoy día, de cómo somos vistas, de cómo nos dicen que tenemos que actuar, de cómo trabajamos a la sombra y de cómo movemos los hilos.

No es solo la biografía de María Magdalena, es un ensayo sobre feminismo, un análisis de los diversos puntos en los que se sustenta la sociedad patriarcal.

Con respecto a la narración en si misma, es como si algo te apretase por dentro y te sacudiese, ¡que fuerza, que voz! Casi podía escuchar a Cristina Fallarás contándomelo, como en una reunión en torno a un fuego. Es un relato tremendamente potente, que desde el primer minuto te golpea. Es contundente, rotunda como es ella misma y, como seguramente, fue María Magdalena.

Novela de ficción, con la que su autora nos aproxima al que podría haber sido el testimonio de una Mujer que fue repudiada e invisibilizada, por aquellos que ostentaban y perpetuaban el poder.


Una María Magdalena que desde su madurez y próxima al final de sus días, decide dejar constancia de lo visto, destapando la mentira de aquellos que sacaron provecho de una realidad falseada. Ofreciéndonos una versión femenina del Evangelio, en la que la mujer rompe con su silencio, desvelando su realidad.


Un relato a viva voz y con un estilo mordaz, que da rienda suelta a la furia contenida de una María Magdalena, testigo de la violencia soterrada que han tenido que soportar tantas mujeres. En una versión que rompe con la impuesta por la Iglesia, mostrándonos una María Magdalena poderosa y revolucionaria; heredera de una industria conservadora y poseedora de una educación impropia para aquella sociedad. Una mujer que acompañó al nazareno hasta el final, entregando sus bienes a la causa, con el objetivo de quebrar las leyes de los poderosos y poner fin a aquel sistema opresor.


Junto a ella, conoceremos a Ana y a la comunidad de mujeres de ciencia a las que da cobijo. Aquellas que ejercían una labor más allá que la de parteras, expertas cirujanas entregadas a fraguar el dolor de aquellas niñas obligadas a engendrar. Mujeres que habían elegido no mostrar su cuerpo, ser invisibles y gracias a las que lograremos comprender los milagros atribuidos a Jesucristo y su verdadero final.


Una novela con la que su autora se traslada a un pasado que evoca un presente. Poniendo de manifiesto el trato injusto recibido por las mujeres a lo largo de la historia, borradas de sus escritos, silenciadas, desprestigiadas y relegadas al olvido. Una obra que rinde homenaje a las auténticas protagonistas de aquellos milagros que le fueron atribuidos a Jesucristo, a todas aquellas cuyos actos valerosos otorgan vida (alimentos, curas, partos …) y no muerte. Denunciando a la maquinaria que honra el recuerdo de todos aquellos actos épicos, en los que impera el poder, la violencia y el castigo, apropiándose de una realidad que busca establecer un control social, en el que la mujer es invisibilizada.


En definitiva, una obra de ficción tan válida y cuanto menos más creíble, que la que se nos ofrece en los manuscritos bíblicos. Relatada con un estilo lírico muy particular, que puede no gustar, al hacer uso de una prosa demasiado impetuosa y mordaz. Aun así, pienso que es una lectura que merece la pena, aportando una visión en la que se hacen importantes reflexiones sobre la condición humana, enalteciendo la valía de la mujer.

Buena opción de lectura para esta semana de Pascua, incluso para una analfabeta religiosa como yo. Una vuelta de tuerca a eso que nos han narrado hasta ahora, para desmitificar una figura de tanta trascendencia. Un reconocimiento al papel de la mujer en toda esa historia que nos llevan contando más de dos mil años. Una situación que no ha cambiado demasiado y una llamada de atención ante lo que las “modas”, los “fanatismos” y las “idolatraciones” han provocado y siguen pudiendo provocar. Porque, en definitiva, la Historia ha cambiado y evolucionado, pero quizá no tanto.