—Puesto que ha vivido usted, ¿cómo no va a tener historia?— me interrumpió riendo. |
—Puesto que ha vivido usted, ¿cómo no va a tener historia?— me interrumpió riendo. |
Y ahora se me caen las lágrimas, bueno, dejemos que caigan, no molestan a nadie, que sigan cayendo.
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Sí, cuando somos desgraciados, sentimos más la desdicha de los otros; el sentimiento no se divide, sino que se concentra.
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Y te preguntas: "¿Dónde están tus sueños?". Y meneas la cabeza y te dices: "¡Qué rápido pasan los años!". Y de nuevo te preguntas: "¿Y qué has hecho tú con tus años? ¿Dónde has enterrado tu mejor época? ¿Has o no has vivido? Mira -te dices-, mira, en el mundo empieza a hacer frío".
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¡Y es que es tan fácil, tan natural crear este mundo de cuento, de fantasía! Como si en realidad no fueran visiones. Verdad es que está dispuesto a creer a cada rato que toda esa vida no son sus sentimientos alterados, no es un espejismo ni un engaño de su imaginación, sino que todo es real, auténtico, ¡existe!
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Un soñador -por si necesita una definición minuciosa- no es una persona, ¿sabe?, sino una criatura de género neutro. Habita mayormente en algún rincón inaccesible, como si se ocultara hasta de la luz del día y, cuando se encierra en sí mismo, se adhiere a su rincón como un caracol, o cuando menos se parece mucho en su relación a ese curioso animal que es animal y casa al mismo tiempo y que se llama tortuga.
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[...], he resuelto que el culpable de todo es mi buen corazón, quiero decir que no fui muy severa conmigo, que es como se termina siempre que uno empieza a examinar lo suyo.
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“¡Dios mío! ¡Todo un minuto de felicidad! ¿Acaso es poco para toda una vida humana?”
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—ande, sea bueno y cumpla lo que voy a pedirle, ya ve que le hablo con franqueza—, no se enamore de mí… No es posible, se lo aseguro. Estoy dispuesta a ser su amiga, aquí tiene mi mano… Pero no puede enamorarse, ¡por favor se lo pido! —Se lo juro —grité yo atrapando su mano.
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Es que cuando somos desgraciados sentimos más agudamente la desgracia ajena
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises