¿Cómo es posible querer tanto a alguien sin quererlo ya?
|
¿Cómo es posible querer tanto a alguien sin quererlo ya?
|
—Bueno. Al menos —susurró con voz insegura—, tendremos una despedida adulta. Y ahora ya no tendré excusa para no olvidarte.
|
—He venido para decirte que ya no te odio y para que tú me digas que ya no me quieres. Esta vez le tocó reírse a él, pero lo hizo con menos ganas todavía. —¿Necesitas que te lo diga para seguir con tu vida? —He seguido con mi vida, pero necesito escucharlo. Aunque nunca me dijeras «te quiero» con propiedad. |
—No hubiera funcionado. —O sí. Pero nunca lo sabremos. Y en el caso de que no hubiera funcionado, algo bueno habríamos vivido. Quizá hasta nos negamos la posibilidad de descubrir que soñábamos con otras cosas. |
—¿Te rompí el corazón? —En trozos muy pequeños. No porque te fueras, que conste. Me rompieron el corazón tus dudas sobre si lo que habíamos sentido era real. Me rompió el corazón que no volvieras. |
—No hubiéramos durado para siempre. He tenido tiempo para pensarlo, ¿sabes? Y en las doscientas vidas que he imaginado contigo, en todas, había un problema insalvable.
|
No nos movimos. Nos quedamos unos segundos quietos, estudiándonos, buscando las diferencias que había entre la persona que teníamos enfrente y lo que recordábamos de aquel breve amor.
|
Porque ninguno de los dos escribió al otro. Porque ambos nos escondimos en la fantasía romanticona e infantil de los amores que no pueden ser para no asumir que no tuvimos las agallas necesarias para hacerlo posible.
|
(…) el amor no es que caduque, es que hay que conjugarlo a tiempo o dejará de significar algo.
|
—No cambies de número, ojos tristes. Quizá en unos años necesite decirte que nunca te olvidé.
|
Manolito ...