Dos situaciones completamente diferentes, dos pares de ojos igual de tristes.
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Dos situaciones completamente diferentes, dos pares de ojos igual de tristes.
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Nunca se me dieron bien las palabras, nunca supe expresar bien cómo me sentía o lo que deseaba; creo que en gran medida es porque ni siquiera yo lo tenía muy claro.
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En ocasiones no estás de humor para problemitas del primer mundo y, en otras, lo que no estás es preparado para el drama que arrastran algunas personas. Todos llevamos a hombros nuestras penas y no siempre son las que creemos que son.
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Inmaduro. Cabeza llena de pajaritos. Un romántico desfasado. Nula visión de futuro. Cortoplacismo enfermizo. Necesidad de reafirmación. Dependencia emocional. Tendencia a llamar «libertad» al mecanismo mediante el cual justificaba mi mediocridad. Conformismo y resignación a no conseguir nada mejor (...)
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El amor no es esperar angustiado a que responda un mensaje ni medir cuánto vales por la atención que te preste un día, a sabiendas de que el viento soplará en otra dirección y ella cambiará de parecer el siguiente.
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Ese era mi error. Yo siempre terminaba enamorándome de alguien que sacaba lo peor de mí, que me hacía sentir inseguro, un crío, que me ponía las cosas no difíciles, sino imposibles.
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No estaba muy convencida de que me gustara, la verdad, pero a veces el ser humano hace estas cosas: se hace creer a sí mismo que eso que siente es química, aunque solo sea ansiedad.
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Es probable que eso fuera lo que me enganchara a aquella relación: el vaivén, la intensidad, la sensación de caída libre.
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Quiero enamorarme de mí antes de enamorarme más de ti.
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Otra lección: el amor no es que caduque, es que hay que conjugarlo a tiempo o dejará de significar algo.
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Manolito ...