Todas esas cosas que te diré mañana

Todas las cosas que te diré mañana es el primer libro que leo de esta autora, hace unos días salió a la venta y raro en mí lo compré "con los ojos cerrados", porque si los tengo abiertos, no lo hago...

En esta novela encontramos a nuestros protagonistas, Miranda y Tristán, ella es subdirectora en una revista de moda muy top y él un abogado que no tiene vocación ninguna, aunque es bueno en lo suyo, que llega a Madrid "para hacerse un hueco" e ir viendo qué pasa.

La historia comienza como si del final se tratase, eso ya no me gustó porque es una forma de "spoiler camuflado", empiezas y aunque aún tienes que leer el libro entero pero la palabra predecible se instala en tu cerebro en forma de neón brillante a modo de recordatorio.

El libro está escrito de forma que para algunos lectores puede resultar lioso, me hubiese gustado que fuese de otra manera, porque esto va de "saltos en el tiempo" amigos (en la relación de los protagonistas) y si en la lectura Miranda no sabe ni el día, mes, año o lugar donde se encuentra, imaginad los que leemos, se hace pesado a la larga porque siempre es lo mismo.

En estos "saltos" Miranda sí puede hacer cosas que no había hecho antes en el pasado, y su resultado debería mantenerse en el tiempo y así poder cambiar la rueda de los acontecimientos, que es lo que desea nuestra protagonista, en un intento desesperado por no perder aquello que parece que ya no tiene solución.

Esta novela trata sobre las relaciones, que son complicadas sobre todo cuando los protagonistas son tan diferentes, que eso de " los polos opuestos se atraen" no siempre funciona, de saber que no nos necesitamos para seguir viviendo felices, de que "querer" y "quererse" no significan lo mismo aunque el verbo sea igual y que si no se quiere terminar en el mismo lugar, no se puede seguir el mismo camino...

La novela se desarrolla de forma muy lenta, lentísima, la historia no lo requiere, hay pocos personajes por lo que no hay excusas para alargar algo que de tanto estirarlo acaba rompiéndose y solo ha logrado sacarme unas pocas sonrisas cuando yo lo que quería era doblarme en dos.

Para "salvar" esta lectura, me quedaré con la reflexión que se hace sobre los recuerdos, de tratar de reconstruirlos, de saber si con el paso del tiempo aumentan su valor o pueden perderlo, que revivir situaciones te permite poner el foco en cosas que en su día te pasaron inadvertidas y que nuestra memoria encuentra el modo de reinterpretar lo que pasó y lo que nos gustaría que hubiera pasado para poder convivir en paz.

Lo primero que quiero contar de este libro es que es un poco distinto a lo que Beta nos tiene acostumbrados. Esta vez se ha valido de un recurso que creo que no ha usado con anterioridad (digo creo porque aún no he leído todos sus libros, aún me falta la bilogía Silvia y la trilogía Mi elección) que es el realismo mágico. La protagonista luego de que su novio rompa con ella comienza a tener saltos temporales en los que viaja al pasado, precisamente a los momentos más importante de su relación.

Miranda y Tristán son los protas de esta historia. Miranda trabaja en una exitosa revista de modas y realmente ama trabajar ahí. Es la subdirectora así que tiene muchísimas responsabilidades pero para ella no supone ningún problema ya que es el trabajo de sus sueños en la ciudad de sus sueños, Madrid. Es un problema en cambio para Tristán, su novio, quien muchas veces se siente dejado de lado por el protagonismo que ocupa ese trabajo en la vida de Miranda. Si bien él también trabaja allí en Madrid, es un abogado exitoso, sus planes a futuro son casarse, tener hijos, mudarse a alguna casita cerca del mar y hasta tener un perro. Planes que no coinciden con los de Miranda que no desea ser madre y quiere quedarse en Madrid ya que es una ciudad que ama.

Por eso Tristán, a pesar de todo el amor que le tiene y de tantos años compartidos, decide romper con ella.

«Los besos más bonitos son siempre los que quedan por dar».

Esta noticia le cae a Miranda como una bomba ya que jamás se lo esperó. Si bien el último tiempo estaban teniendo más peleas que nunca (encima con una pandemia de por medio) y la relación se había enfriado un poquito, ella pensaba que podrían arreglarlo... por eso cuando él decide dejarla su mundo se le viene abajo.

«Ojalá hubieras diseñado tú el mundo, porque lo habrías hecho precioso».

Decidida a recuperarlo se va a dormir planeando todo lo que le dirá cuando vuelva a verlo para que no la deje, para que sepa que son el uno para el otro y que deben seguir juntos por todo el amor que se tienen, por tanto tiempo compartido y sus planes a futuro, pero cuando se despierta descubre que ya no es 2021 sino el año 2016, exactamente el 11 de noviembre de 2016, el día que ella y Tristán se conocieron.

A partir de aquí comenzará con los saltos temporales en los que revivirá momentos especiales de su relación como el día de su primera cita, su primera pelea o cuando conoció a la familia de él, y en cada uno de esos momentos intentará hacer las cosas de una manera diferente a ver si así el futuro puede cambiar también...

«Te quiero tanto, tantísimo, que jamás podría aceptar ser un poco más feliz a cambio de que tú fueras un poco más infeliz».

Para ser sincera la trama me encantó y me pareció súper original, pero el gran problema de este libro fue el comienzo. Se me hizo extremadamente lento y aburrida toda la primera parte. Sentía que no pasaba nada, las páginas pasaban, ya iba por la mitad y no había sucedido nada que me enganche. Es más, en toda la primera parte no llegué a conectar con Miranda ni con su manera de comportarse y no voy a negar que me costó bastante continuar la lectura. Pero como no soy de esas que abandonan los libros que no me gustan o que no me terminan de enganchar, continué con la novela y agradezco haberlo hecho porque las cosas mejoran bastante.

La actitud de Miranda da un giro de 180 grados, los saltos en el tiempo tienen más dinamismo o mejor dicho son momentos con más dramatismo ya al principio sentía que no pasaba NADA, pero más o menos en esta segunda mitad es cuando la historia se vuelve más entretenida.

A mi personalmente me encanta la manera que tiene Elísabet de escribir, entiendo que escribe chick lit que es un género más subidito de tono y que el sexo es algo importante en sus novelas, pero es verdad que ya cansa un poquito con estos personajes con una sexualidad tan abierta, tan desinhibida y sin tapujos... qué ¡ojo! no digo que esté mal ni nada por el estilo, pero las protagonistas de sus últimas novelas son todas iguales. Como leí por ahí en alguna otra reseña que vi de este libro, sexo y amor no son sinónimos... se puede escribir una novela romántica sin exagerar las escenas de sexo que no aportan nada nuevo. Otra cosa que no me gustó nada es la relación entre Miranda y Uxía, la hermana de Tristán, que la odia desde el primer minuto que la ve y le hace la vida imposible. Me pareció totalmente innecesaria esa parte ya que no aporta nada significativo a la trama, como tampoco aporta nada a la trama el personaje del amigo gay, Iván, que sólo es su pañuelo de lágrimas y lo único que hace en cada salto temporal es aparecer con un look diferente... ¿se supone que tiene que ser gracioso? Para mí no lo fue...

Ahora paso a contarles lo que SÍ me gustó de la historia. AMO los capítulos narrados por el protagonista masculino. Me encanta conocer su punto de vista y eso es algo que Beta siempre nos regala y que siempre voy a agradecer porque siento que así la historia se puede entender desde todos los ángulos. También me gustó mucho la evolución de Miranda a través de la historia y me gustó mucho el final. La verdad que pensé que el libro iba a terminar de una manera totalmente distinta, pero me encantó que la autora haya elegido ese final tan realista. Es un libro que habla sobre el amor propio, sobre lo importante que es ser fiel a uno mismo y también de la importancia de respetar al otro, de aceptarlo como es y no intentar cambiarlo. Sólo por ese final le subo media estrellita más a mi puntuación, pero sinceramente termino el libro bastante decepcionada porque sus últimos libros no han sido lo que yo esperaba. Espero que Beta se anime a cambiar el estereotipo de mujer que viene utilizando en todas sus historias que ya ha cansado un poco y que, aunque esta vez nos ha dado algo original como los saltos temporales, también se anime a algún otro cambio para no sentir que todos sus libros son una copia de los anteriores.

Elisabet Benavet en esta ocasión nos deleita con una historia de saltos en el tiempo, Las cosas que te dire mañana.

No quiero hablar mucho de la historia del libro. Creo que una vez mas esta escritora consigue calarte hondo, en mi caso maneja mi estado de animo con cada palabra...

En la sinopsis hace dos preguntas ¿Y si tuvieras la oportunidad de cambiar lo que ya has vivido?

Lo voy a decir muy claro y seré muy breve con mi respuesta, lucharía con uñas y dientes y hasta el final, como hacen nuestros protagonistas.

Pero ojalá se pudiera ir al pasado y cambiar algunas cosas, aunque a mi me da un poco de miedo por que si esas cosas no hubieran sido así, lo mismo mi vida no era como es ahora y aunque no es perfecta es mia.

La segunda pregunta que hace esta autora ¿Se puede ser fiel a uno mismo cuando lo que esta en juego es el amor?

Yo me la jugaría por amor, lo tengo muy claro. Creo que hay tiempo para todo y esta chica en todo el libro demuestra que vive por y para su trabajo y para mi no lo es todo en la vida se necesitan muchas cosas mas.

En definitiva es un libro ligero, de fácil lectura como acostumbra Elisabeth Benabent. Historia diferente por los saltos en el tiempo. Y muy muy romántica triste y desgarradora.

Todas esas cosas que te diré mañana, tiene el aire inconfundible de las novelas de Elísabet Benavent. Es cierto que se la nota más madura y reposada, más contenida y menos alocada que en sus primeras novelas, todo sentimiento, pasión, sexo, risas y drama, mezcladas en una coctelera explosiva.

Creo que hace ya un tiempo que la autora experimenta otras fórmulas que sin dejar de lado los elementos favoritos que se reiteran en sus novelas, léase el amor a la música, el personaje de barrio que lleva dentro sus raíces, los libros, la ciudad o el sexo como expresión de mucho; la alejen de ese final feliz sí o sí que pregonan las escritoras del género romántico.

En este caso, el viaje en el tiempo y el espacio como metáfora del duelo por una relación rota y la eterna pregunta: ¿si pudieses cambiar algunas cosas sabiendo lo qué sabes, el resultado sería el mismo? y más impotante aún, ¿tus decisiones serían las mismas sabiendo cuál es el final?, sirven como vehículo para conocer la historia de Miranda y Tristán, polos opuestos que se atraen pero a los que sus diferencias con el tiempo, amenazan cada vez más con separar.

He leído varios libros de Elísabet y sus personajes tienen muchas características en común, todos se parecen en el fondo aunque difieren en la forma, y pienso que es algo que debería trabajar más. Creo que su escritura evoluciona y que el amor propio está mucho más presente en sus últimos trabajos. En esta en concreto, creo que los secundarios tienen muy poca relevancia y que como siempre, la pluma de la autora a parte de ser irreverentemente poética, nos deja interesantes reflexiones.

Me ha gustado aunque no me ha calado, no he terminado de encajar las piezas para disfrutar plenamente de la lectura consiguiéndolo sólo en momentos puntuales.

Me cuesta muchísimo darle tres estrellas a un libro, trato siempre de que la balanza ase incline por lo que más me ha gustado, pero este se me hizo bola, si es cierto que lo leí muy rápido, pero con ganas de que terminará.
La historia está bien, con esas reflexiones que tienen todos los libros de esta autora que te hacen pensar. Te habla mucho del amor propio otra cosa que me gusto.
Con los personajes no conecté ni con los protagonistas, y mucho menos con los secundarios, que es de lo que más me gusta de Elizabeth que hace personajes secundarios que te llegan tanto como los protagonistas en este caso no lo encontré.
Tristán era muy egoísta la relación con su hermana la odié nunca supo ponerla en su lugar y con Miranda sentí mucha pena no creo que fuera necesario tratar de revivir esta relación, que desde mi punto de vista nunca valía la pena.
Con esto no quiero decir que es un mal libro, esta es mi opinión muy personal. También puede ser que no era mi momento para leerlo y por eso no conecté siempre queda la posibilidad de darle una segunda oportunidad en otro momento.