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Otro préstamo de mi amiga Sonia que da en el clavo. Sin conocer previamente a la autora, este ensayo reflexivo sobre el tiempo y la productividad (o su ausencia) me ha llegado a muy diferentes niveles. En su comienzo la obra nos habla de un viaje, el que realizó la propia autora en el 2010 a la isla de Gozo, situada en el archipiélago de Malta. Durante el año que pasó allí sin otro fin que el de aprender inglés y vivir, pudo reflexionar sobre algo que nos afecta a todos hoy día y que tenemos tan interiorizado que no nos parece un problema, que es la necesidad de ser permanentemente productivos. La vida en una isla de unos sesenta kilómetros cuadrados frente a la que se vive en una gran ciudad es mucho más sencilla, más básica. Parece cierto eso de que, cuanto menos se tiene, menos se necesita, porque “en la isla, en cambio, vivía de mirar el cielo, que era más grande que en cualquier otro lugar.” Por supuesto que esto es algo que siente el que viene de otro lugar y experimenta un cambio radical, el que puede hacer un paréntesis y dedicarse a vivir durante un tiempo sin el agobio permanente de la búsqueda de trabajo y dinero. Aunque la autora no estuvo libre de cierto sentimiento de culpa por “no hacer nada”, porque de cara a nuestra sociedad no existe la posibilidad de ser improductivo. Y en realidad ella no lo fue, el tiempo que pasó en la isla le sirvió para aprender a mirar sin pensar en el paso del tiempo, conocer otro modo de vida, leer a otros que también se plantearon el tema de la inactividad. Todo lo que plantea Azahara Alonso en esta obra me llega porque a mí también me pasa lo de sentirme mal cuando no estoy haciendo algo productivo, cuando descanso mientras veo que la lista de tareas pendientes no está terminada. Pero es que, ¿cuando lo está realmente? ¿Acaso no nos pasamos la vida tachando cosas de esa lista y añadiendo nuevas? ¿En qué momento entonces conseguimos sacar tiempo para vivir realmente? ¿Tan solo en las vacaciones, cuando también tenemos que tachar los qué ver en cada lugar? Llegar al final del libro y ver que Azahara Alonso volvió a sumergirse en la sociedad de la hiper productividad me dio mucha pena, porque es algo así como la constatación de que no es posible vivir así. Pero realmente creo que sería muy beneficioso para todos que aprendiéramos a disfrutar del tiempo no productivo. + Leer más |