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La cadena de espinas de Cassandra Clare
No puedes hacerte daño a ti misma, Daisy. No debes. Ódiame a mí, golpéame, hazme lo que quieras. Destroza mis trajes y quema mis libros. Rómpeme el corazón en pedazos y espárcelos por toda Inglaterra. Pero no te hagas daño a ti misma... –La trajo hacia sí, de repente, y la besó en el pelo y la mejilla. Ella lo cogió de los brazos, metiendo los dedos en sus mangas, sujetándolo contra sí–. Juro por el Ángel –continuó él, a media voz– que si mueres, me moriré y te perseguiré. No te dejaré en paz...
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