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El clamor de la montaña de Yasunari Kawabata
Kikuko le había perdonado. No era preciso que Shingo estuviese ansioso por ello. Quizá Kikuko estaba gozosa por esta ocasión en que podía perdonar a su marido, y probablemente había oído, indistinta, la voz que la llamaba. ¡Cuánta ternura había en Kikuko...! Aunque Shuichi había vuelto borracho de casa de la amante, ella le había tomado los pies en sus rodillas, y le estaba descalzando. |
País de nieve de Yasunari Kawabata
Shimamura sintió un escalofrío que le erizó hasta la piel de las mejillas. Las primeras notas abrieron un vacío transparente en sus entrañas, donde reverberaba el sonido del samisen. Sobrecogido hasta la reverencia, inundado de una oleada de remordimiento e indefensión, no tuvo más opción que entregarse a esa corriente, al placer de ser transportado por Komako adonde ella quisiera llevarlo con su música. (...) ella tocaba el samisen como si estuviera en el escenario ante un enorme auditorio.
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La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata
«Los viejos tienen la muerte, y los jóvenes el amor, y la muerte viene sólo una vez y el amor muchas»
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Pero hasta la modelo para un desnudo solo tiene necesidad de posar. Y eso no basta para un novelista.
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País de nieve de Yasunari Kawabata
Shimamura seguía obsesionado por esa mirada, que le ardía en la cara con la misma belleza inexpresable que el atardecer anterior, cuando el destello que venía de las montañas se unió con el reflejo del rostro de ella en la ventanilla del tren. Apuro el paso, mientras su memoria convocaba una tércera imagen, la del reflejo de la nieve enmarcando las mejillas de Komako en el espejo donde ella verificaba su maquillaje, aquella misma mañana.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
"La Literatura no hace sino registrar los encuentros con la BELLEZA"...
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País de nieve de Yasunari Kawabata
No había luna. Las estrellas, en cambio, parecían casi demasiado numerosas para ser reales, tan brillantes y tan cercanas que uno esperaba verlas caer y precipitarse en el vacío.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
¿Pero acaso eso no había sido la ardiente pasión de una muchacha muy joven, un sentimiento de frenética intensidad que nada tenía que ver con la voluntad?
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Aun ahí estaba Oki. Innumerables palabras se lo recordaban. Vincular todo lo que veía y oía con su amor equivalía a estar viva. La conciencia de su propio cuerpo era inseparable del recuerdo de aquel abrazo.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
El tiempo cósmico es igual para todos, pero el tiempo humano difiere con cada persona. El tiempo corre de la misma manera para todos los seres humanos; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Las corrientes del tiempo nunca son iguales para dos personas, ni siquiera cuando son amantes...
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Desde la ventanilla del coche vio que las sierras del norte y del oeste, bajas y suavemente redondeadas, ostentaban el gélido tono pardusco del invierno de Kioto, a pesar de que algunas de ellas estaban bañadas por una pálida luz solar. Era un cuadro de atardecer.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Pero lo cierto era que ese quimono oscuro hacía resaltar la perturbadora belleza de Keiko. Además había algo juvenil en la decorativa armonía de colores y en las variadas formas de los pájaros. Hasta los copos de nieve parecían estar danzando.
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
Si él no hubiera conocido a Otoko, nunca habría sabido lo que era un amor como aquél. El encontrar un amor como aquél a los treinta años podía considerarse una fortuna o una desdicha
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Lo bello y lo triste de Yasunari Kawabata
la belleza de aquella historia había sido acentuada hasta el punto de escapar a cualquier cuestionamiento moral.
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Historias de la palma de la mano de Yasunari Kawabata
"El sueño es expresión de mis emociones. Y sus emociones en el sueño eran las que yo había creado para ella. Eran mías. En un sueño no hay simulación ni fingimiento."
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La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata
Era una casa frecuentada por ancianos que ya no podían usar a las mujeres como mujeres; pero Eguchi, en su tercera visita, sabía que dormir con una muchacha semejante era un consuelo efímero, la búsqueda de la desaparecida felicidad de estar vivo. ¿Había entre los ancianos algunos que pidieran secretamente dormir para siempre junto a una muchacha narcotizada? Parecía haber una tristeza en el cuerpo de una muchacha que inspiraba a un anciano la nostalgia de la muerte. Pero entre los ancianos que visitaban la casa, Eguchi era tal vez el que más fácilmente se emocionaba; y quizás la mayoría de ellos sólo querían beber la juventud de las muchachas dormidas, disfrutar de ellas sin que se despertaran.
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País de nieve de Yasunari Kawabata
No puedo quejarme.A fin de cuentas,sólo las mujeres son capaces de amar de verdad
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Gregorio Samsa es un ...