Curioso cuanto ha escrito Zweig sobre la infidelidad y en la forma tan dura en la que lo ha hecho, quizás con la esperanza de expiar su culpa por las muchas veces que él la cometió, a veces de forma consentida, a veces no. En fin, por lo que se refiere a la novela y dejando aparte toda la moralina final que me ha parecido cargante y empalagosa, la elegancia con la que escribe Zweig y su profundo conocimiento de los resortes que mueven a la mente y al comportamiento humano se exponen aquí tan brillantemente como siempre. Su inteligencia a la hora de rodear a la trama de la atmósfera idónea es más que notable y no es una excepción la que envuelve a este triángulo sobre el que se sostiene la novela y que tiene como vértices a un aburrido señorito en busca de la mejor manera de ocupar su tiempo, a una mujer al borde de la temida zona de invisibilidad que se alcanzaba a cierta edad, y al hijo de esta, a punto de cruzar el puente que le conducirá de una forma brusca a la edad adulta. “Se encontraba en esa edad decisiva en la que una mujer empieza a lamentar el hecho de haberse mantenido fiel a un marido al que al fin y al cabo nunca ha querido, y en la que el purpúreo crepúsculo de su belleza le concede una última y apremiante elección entre lo maternal y lo femenino. La vida, a la que hace tiempo parece que se le han dado ya todas las respuestas, se convierte una vez más en pregunta, por última vez tiembla la mágica aguja del deseo, oscilando entre la esperanza de una experiencia erótica y la resignación definitiva.” El hijo será el vértice sobre el que Zweig sitúe el foco, y así sentiremos tanto la angustia del niño por lo que intuye y no acaba de entender como el rechazo y la incomodidad que sufre la pareja adúltera ante la vigilancia a la que se ven expuestos por este. Zweig logra atrapar al lector entre la falta de escrúpulos y el apetito sexual del cazador, la disyuntiva de la presa entre el deber maternal y el deseo, y las ansias del niño por proteger a la una del otro sin saber muy bien de qué la está protegiendo y por qué esta no se deja proteger. “Ocultan algo. Entre ellos existe algún secreto que no quieren revelarme. Un secreto que debo averiguar a toda costa. Ya lo sé, tiene que ser el mismo que siempre me ocultan cerrando las puertas con llave, ese secreto del que se habla en los libros y en la ópera, cuando hombres y mujeres cantan los unos frente a los otros con los brazos abiertos, se abrazan y se apartan de un empujón. De alguna forma tiene que ser lo mismo que aquello que ocurrió con mi profesora de francés, que se llevó mal con papá y a la que después despidieron” No se puede decir que esté entre lo mejor del autor, pero aun así sigue siendo una delicia. + Leer más |