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Irène de Pierre Lemaitre
Le pareció que Glasgow escondía algo de antiguo, de indiferencia hacia el resto del mundo, [...] Camille se abandonó al decorado extraño e increíblemente exótico de esa ciudad gris y rosa que parecía guardar en sus parques la última esperanza de que un día de verano fuese a visitarla.
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La gran serpiente de Pierre Lemaitre
Porque esa gran serpiente se comporta de un modo curioso, siente un odio muy peculiar por las culebrillas de la entrepierna, es ahí donde escupe su veneno, a propósito, es una serpiente enorme que no soporta a las pequeñas. No es de las que te pegan un tiro en mitad de la frente, ni mucho menos: esa serpiente te dispara dos balas en el centro de gravedad, y le da igual que seas hombre o mujer. Habría que recurrir a un psiquiatra.
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Irène de Pierre Lemaitre
La escalera desprendía un aroma a cera. Su padre se había pasado la vida en el laboratorio impregnado de olor a medicinas; su madre olía a esencia de trementina y a aceite de linaza. Camille tenía padres con olor.
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Irène de Pierre Lemaitre
Sería demasiado vulgar para un hombre que se considera poco común. En última instancia, sus modelos serían más bien Sherlock Holmes, Maigret o hasta Sam Spade. O mejor aún, Rouletabille.
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La gran serpiente de Pierre Lemaitre
Lo bueno de la ira es que te aleja de las tristezas cotidianas, es como un paréntesis de vida en el océano de los problemas.
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Camille de Pierre Lemaitre
Pensaba que se había dejado llevar por las circunstancias pero no es cierto. Lo que nos ocurre es lo que construimos nosotros mismos. |
La gran serpiente de Pierre Lemaitre
No existe el crimen limpio, pero algunos huelen a odio más que otros.
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
Toda historia necesita un final, es ley de vida. Puede ser trágico, insoportable, ridículo, pero siempre hay uno.
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Vestido de novia de Pierre Lemaitre
Es mejor ser uno mismo porque tarde o temprano se acaba notando quien eres.
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
Allí estaba, con el corazón desbocado en aquel vestíbulo tan alto como una catedral, con espejos muy bonitos, como todo lo demás, incluida la criada, una morena de pelo corto, qué preciosidad, Dios mío, qué labios, qué ojos, en casa de los ricos todo es bonito, se dijo Albert, hasta los pobres.
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Pierre Lemaitre
¿Te das cuenta de lo que me propones? -le preguntó Albert, plantándose delante de él-. Cometer… ¡Un sacrilegio! Robar el dinero de los monumentos a los caídos es como profanar un cementerio, es… ¡Un ultraje a la patria! Porque, aunque el Estado ponga un poco de su bolsillo, la mayor parte del dinero procede… ¿De dónde? ¡De las familias de los muertos! De las viudas, los padres, los huérfanos, los compañeros de armas.
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
El país era presa de un frenesí conmemorativo en honor de los muertos directamente proporcional a su aversión por los supervivientes.
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
La guerra había sido cruenta más allá de lo imaginable, pero si mirabas el lado bueno de las cosas, también había permitido grandes avances en materia de cirugía maxilofacial.
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
“ En el fondo, una guerra mundial no es más que un intento de asesinato generalizado en un continente. “
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
“ Sabía que la guerra no era otra cosa que una inmensa lotería de balas en las que sobrevivir cuatro años era sencillamente un milagro.”
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Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
“ De arriba había llegado una orden exigiendo que se comprobara más de cerca que hacían los boches. Sin embargo, no había que ser general para darse cuenta de que hacían lo mismo que los franceses, esperar el final.”
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Irène de Pierre Lemaitre
Una de las novelas negras más increíbles que he leído. Desde mi punto de vista se puede equiparar al Quijote del género, también desde del punto de vista de su concepción. Unos personajes bien trazados, un universo oscuro y un asesin@ pervers@ en una trama que no dejará indiferente a nadie. Aviso a almas sensibles: hay mucha sangre |
Los colores del incendio de Pierre Lemaitre
De pronto, el frío había vuelto a París. La ciudad estaba cubierta por un cielo lechoso cuyas intenciones no habían estado claras hasta que regresó la lluvia, persistente y glaciar.
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El espejo de nuestras penas de Pierre Lemaitre
Tu madre era una romántica, ¿comprendes? Leía novelas, y eso no es bueno, embarulla la sesera
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Gregorio Samsa es un ...