Nos vemos allá arriba de Pierre Lemaitre
Allí estaba, con el corazón desbocado en aquel vestíbulo tan alto como una catedral, con espejos muy bonitos, como todo lo demás, incluida la criada, una morena de pelo corto, qué preciosidad, Dios mío, qué labios, qué ojos, en casa de los ricos todo es bonito, se dijo Albert, hasta los pobres.
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