Secretos en Londres de
Julia Quinn
(…) nunca sería una gran bailarina. La gente decía que sí, pero sólo por su belleza.
No era justo, ella era la primera en reconocerlo, pero en Londres una mujer podía conseguir bastantes cosas simplemente por ser guapa.
Claro que eso también quería decir que nunca la consideraban inteligente. Había sido así durante toda su vida. La gente siempre se había imaginado que era una especie de muñeca de porcelana, que estaba ahí para hacer bonito y que la vieran, y para no hacer absolutamente nada.
A veces Olivia se preguntaba si quizá por eso en ocasiones se portaba mal. Nunca nada por lo que llevarse las manos a la cabeza; era excesivamente prudente. Pero tenía fama de hablar con demasiada franqueza y de expresar sus opiniones con demasiada contundencia. En cierta ocasión Miranda le había dicho que por nada del mundo desearía ser tan guapa, y Olivia no lo había entendido, no del todo. No hasta que Miranda se hubo marchado y no quedó nadie con quien mantener una conversación verdaderamente deliciosa.
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