Seduciendo a Mr. Bridgerton de Julia Quinn
Penelope se cogió el labio inferior entre los dientes, tratando, sin saber por qué, de reprimir su sonrisa. ¿Bajo qué estrella mágica nacería Colin que siempre sabía qué decir? Era el flautista encantado que sólo dejaba corazones felices y caras sonrientes a su paso. Apostaría dinero, mucho más que las mil libras que ofrecía lady Danbury, a que ella no era la única mujer de Londres perdidamente enamorada del tercer Bridgerton.
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