Los diarios secretos de Miranda de Julia Quinn
—¡Maldito seas! —estalló—. ¿Estás ciego? ¿Estás sordo, mudo y ciego? No es un encaprichamiento, ¡idiota! ¡Te quiero! «Dios mío.» —¡Siempre te he querido! Desde que te conocí hace nueve años. Te he querido desde entonces, cada minuto del día. |