Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Con mi desesperación, pensé en evocar a un santo nuevo que nada supiese de mi pasado
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Con mi desesperación, pensé en evocar a un santo nuevo que nada supiese de mi pasado
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Desde pequeñito me llamaban hijo del diablo y decían que en Navidad nunca nacería para mí el Niño Jesús y sí el diablo en persona. Pues, si no nació, en aquel momento me acompañaba. Se había vuelto mi amigo íntimo y «maestro».
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Cuando abrí la ventana del cuarto, vi que era «otro» día, pero extrañamente se asemejaba al anterior. Solo, que el corazón estaba más fuerte y decidido, sobre todo a que aquel día fuera igual a muchos que seguirían. Vestirme, sentarme a la mesa, responder con monosílabos y nunca levantar la vista hacia él.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Has encendido y has calentado mi sol con esperanzas.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Nadie podía pelear con Dios: ni siquiera Tarzán con todos los elefantes de África. Dios era algo demasiado enorme y que llevaba siempre la mejor parte. Además, había hecho muy bonita la vida, con los árboles, el cielo azul, con el mar inacabable y que vivía balanceándose en la red de las olas. Mi corazón se angustió. «No hablaba en serio, ¿eh, Dios? Vivir sin ti en el corazón debe de ser muy duro». |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—Son cosas de la vida. Intenta olvidar. Cierra los ojos. ¿Por qué no pruebas a rezar? —¿Para qué? Hoy estoy un poco mal con Dios. —¿De qué sirve? Saldrás perdiendo. |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—(…) yo voy a olvidar, a intentar olvidar, porque no creo en el perdón. —¿Y cuál es la diferencia entre olvidar y perdonar? —Es la de que, al perdonar, se olvida todo y solo olvidando muchas veces se vuelve a recordar. |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—(…) No quiero saber nada más de nada. Quiero morir, desaparecer. Acopié fuerzas y extendí la mano hacia él. —¿Por qué no me la das, Fayolle? ¿Por qué no me devuelves mi piedrecita azul? ¿De qué sirve seguir viviendo? Vivir, ¿para qué? |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
¡El dolor era algo insoportable! ¿Por qué no me daba un dolorazo enorme de una vez, que pasara y se acabase?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
El mundo había perdido todo el sentido humano. Todo me oprimía con tal brutalidad, que perdía la noción de las cosas. Solo pensaba en aquello que me consumía por dentro. El dolor reapareció más intenso y dejé caer la cabeza sobre el pupitre con el deseo de ocultarme, morir, desaparecer.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Duerme bien, hijo mío, porque, a pesar de todo, la vida es muy bonita.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Entonces tienes un don maravilloso y quien puede tener ese don debe creer que se puede calentar el sol tantas veces como sea necesario. Y no quiero verte así, con esta postración. ¿Cómo voy a poder trabajar mañana, si te dejo así, sumido en una tristeza absoluta?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—¿Qué ha sido de ese hijo mío que tanto hablaba del sol, de calentar el sol? Pues bien, en momentos así es cuando hay que probar las teorías. —Va a ser difícil. Me parece que mi sol ha quedado totalmente helado. —Ya te he dicho que mañana será otro día. Todo cambiará. —¿Qué es esta vida, Maurice? |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
No podía siquiera moverme. Un nudo doloroso en la garganta me impedía llorar. En mis oídos se repetía una pregunta dolorosamente: ¿por qué todo aquello, Dios mío?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—Guárdame en tu corazón, al lado de Adán. Acuérdate de mí de vez en cuando. —Eso va a ser difícil. Se asustó. —¿Difícil acordarte de mí, Monpti? —Sí, porque, para acordarse de alguien, primero hay que olvidarlo y eso yo no podría hacerlo nunca. |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Ha perdido la manía de quejarse de todo. Se queda en silencio, solo leyendo, perdido en el mundo de los libros y los periódicos.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Solo que algo me está estrangulando la garganta, un comienzo de tristeza que me da vueltas por dentro.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—¿Por qué no creerlo? La gente cree en tantas cosas en esta vida… Precisamente porque estás en una edad en la que todos los sueños son una realidad.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Guardamos silencio y yo lo hacía para que no se acabara aquel cariño que nunca había tenido en la vida. Para conservarlo aunque solo hubiera sido media hora más, habría sido capaz de pasar por ciento cincuenta operaciones de amígdalas.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Su alegre sonrisa era del tamaño del sol de su alma.
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¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?