Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos
La casa se fue vistiendo de silencio, como si la muerte tuviese pasos de seda
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Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos
La casa se fue vistiendo de silencio, como si la muerte tuviese pasos de seda
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Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos
Totaca me iba tomando de la mano el silbaba Mientras que yo tenia un pajarito adentro |
Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos
Entonces... ¿Por qué no vas a casa y le dices a papá que me regale a ti?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
«La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras». JEAN-JACQUES ROUSSEAU |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
La gente mayor no sabe, pero es que nada, calentar el sol. Entonces puede ser que la bondad de Dios, mañana, haga que el sol se caliente por sí solo, como lo ha hecho durante toda la eternidad detenida.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Enséñame de nuevo a calentar el sol, a confirmarme que debo proseguir, caminar, pasar. Es difícil caminar y calentar el sol, ¿verdad, querido? Por favor, por última vez te pido, respóndeme cómo puede la gente mayor calentar el sol. Solo esta vez. |
Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Vuelvo a ser niño, niño de sueños, niño solo. ¿Por qué crecer? Yo no quiero. Nunca quise, pero es que el tiempo se detuvo y yo continué. La verdad es que nadie puede saber la magnitud de nuestro dolor en nuestro interior: solo el corazón propio. ¿Y de qué sirve?
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
¿Qué es ser feliz? ¡Quién sabe! La felicidad es como el tiempo: se queda parada y nosotros pasamos. Vamos pasando. Vamos pasando.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Me apretujé en un rinconcito para decir adiós. ¿Llorar? No podía. Si daba un salto, aún alcanzaría la tierra. Con todo, necesitaba partir para entrar en el mundo que se abría ante mis ojos casi inocentes.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Sus crédulos y bondadosos ojos me proporcionaban una pequeña dosis de esperanzas.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
(…) y aquel gesto hizo nacer un solecito de agradecimiento.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
¿Por qué debía todo partir en la vida? Simplemente, porque nacer es partir, Zezé, desde la primera hora comenzada, desde el primer momento respirado. Y tú no puedes luchar contra la dura realidad de la vida.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—Lo único que me correspondía era abrir en tu corazón un mundo de esperanzas y sobre todo de amor. Ahora, Monpti, voy a partir
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—Monpti, la vida es así. La gente está siempre partiendo. No es que el corazón olvide o la nostalgia muera. Esas cosas siempre permanecen en nuestra ternura, pero la gente necesita partir en el momento exacto.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
(…) y después sus ojos, sus claros ojos, buscaron los míos. Siempre me gustaba hablar con las personas que no desviaban los ojos. Me proporcionaba una señal de seguridad y fe.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Confío mucho en ti y en la bondad de ese corazón. Quien siempre ha tenido la capacidad de soñar cosas tan hermosas solo puede tener por delante una vida maravillosa.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
—Me alegro, Monpti, porque en la vida vas a ser siempre un niño grande.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Hacía mucho que me había acostumbrado a la idea de que Maurice había sido uno de los sueños más hermosos de mi vida: un cofre secreto de toda mi ternura derramada.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Buscaría una forma: una forma de no ver las cosas malvadas de la vida y adaptarme a cualquier medio. Lo peor sería cuando descubriesen que yo no quería ser nada o que al menos no había encontrado aún mi camino en la vida: una decepción.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Lo que quería era andar, andar, sin pensar en nada, sin comprometerme. Como si la vida fuese bajar de un tren, ir por las calles, montar en barcos y no parar nunca. No sabía explicarme. Seguí teniendo solo aquel deseo de llegar cada vez más lejos, pero hasta una distancia de la que no regresara nunca y siguiese andando… Y la vida pasó. Pasó tan ligera, que yo ni lo notaba. La vida también caminaba sin parar sobre mi cuerpo. |
¿Quién escribió la saga?