Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
(…) y después sus ojos, sus claros ojos, buscaron los míos. Siempre me gustaba hablar con las personas que no desviaban los ojos. Me proporcionaba una señal de seguridad y fe.
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Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
(…) y después sus ojos, sus claros ojos, buscaron los míos. Siempre me gustaba hablar con las personas que no desviaban los ojos. Me proporcionaba una señal de seguridad y fe.
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