Vamos a calentar el sol de José Mauro de Vasconcelos
Guardábamos silencio y nos consolábamos con la presencia mutua. Entonces era yo quien tomaba sus manos en las mías y pasaba una eternidad acariciando sus largos dedos. ¿Para qué hablar? Éramos demasiado jóvenes para hacer plan alguno para el futuro. Nuestra juventud vetaba cualquier sueño, cualquier posibilidad.
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