Emma de Jane Austen
La señora Bates, viuda de un antiguo vicario de Highbury, era una señora muy anciana, de vuelta ya de casi todo, si se exceptúan el té y el cuatrillo. La señora Bates vivía muy modestamente, con una hija soltera, y recibía la consideración y el respeto que suele despertar una anciana inofensiva en circunstancias tan desafortunadas. Su hija disfrutaba de una popularidad inusitada, tratándose de unya mujer que no era joven, ni hermosa ni rica y que ni siquiera estaba casada. La señorita Bates se encontraba en una pésima situación frente al mundo precisamente por gozar de tanta popularidad; y carecía de la superioridad intelectual que la reconciliara consigo misma o que asustara a quienes pudieran aborrecerla, obligándoles a manifestarle respeto al menos en público. La señorita Bates nunca había presumido de belleza ni de inteligencia. Su juventud transcurrió sin relieve y ahora dedicaba los años de madurez a cuidar de una madre a quien sel e iba la cabeza, esforzándose por sacar el mejor partido posible a sus pequeños ingresos. La señorita Bates, sin embargo, era una mujer feliz y una mujer de la que todo el mundo hablaba con simpatía. Eran su bondad para con todos y su buen carácter las cualidades responsables de tales maravillas.
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