Esto no es una reseña al uso. Quiero contar algo.
La primera vez que leí a Murakami fue a raíz de la adaptación cinematográfica de “Norwegian Woods”, que vi y me gustó. Leí la novela un poco más adelante, y fue mi primer contacto con la literatura asiática. Me encantó ese ambiente de desazón envolvente, de nostalgia y soledad. La siguiente novela fue “Al Sur de la frontera, al oeste del sol”, y seguí enganchada a los recuerdos del ayer, a los vínculos del pasado, que vuelven y revuelven. Continué con “Escucha la canción del viento y Pintball 1973”, y se me hizo eterna, a punto de abandonar. Pasaron varios años, y averigué por casualidad que “La caza del carnero salvaje” era la continuación de ese último libro que lei. Decidí darle otra oportunidad a este autor, que me abrió las puertas a la literatura japonesa, la cual disfruto mucho, con la esperanza de hacer las paces con su obra.
Honestamente, no sé si me ha gustado o no. Esta novela es simplemente loca, surrealista. Una suerte de sucesos sin sentido pero mágicamente conectados, que te sumerge en una especie de sueño, de visiones, donde percibes más de lo que está escrito.
Nos encontramos con nuestro protagonista, no sabemos su nombre, que tiene que encontrar un carnero, cuyo paradero es desconocido. Siguiéndole la pista, viaja a Sapporo, acompañado de una chica de orejas bonitas, y se aloja en una cabaña en medio de la nada, donde recibirá visitas inexplicables.
Este tipo de personajes pasotas, egoístas y derrotistas, que fuman una cigarrillo cada dos páginas, y beben cerveza y coñac en otras dos, que se arriman a mujeres rarunas, que poco aportan, y que fluyen viendo los trenes pasar, me tira bastante para atrás. Pero, ¿Cómo no rendirse a esta narrativa de ensoñación? De eso que pasan los días de haber leído la novela y aún permanece en tu mente esa imagen, el olor a tierra mojada, el sentimiento de soledad por días, las miradas al espejo. Esa incertidumbre servida sobre la mesa..
Pues en esto resulta mi amor/odio por Murakami y su obra, que seguiré leyendo, probablemente una y otra vez, sin remedio alguno.
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